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La culpa no fue del CNE

Por: Esteban Salazar Giraldo, Investigador Línea Democracia y Gobernabilidad-Pares


El Consejo Nacional Electoral (CNE) puede ser una entidad creada con fines altamente políticos, puede tener magistrados que no son idóneos para el cargo y hasta se podría pensar que, por nombrar un caso, el de la revocatoria de Enrique Peñalosa, han actuado de forma negligente. Sin embargo, es muy desfasado de la realidad responsabilizar al CNE por el fracaso de la unión entre el candidato liberal, Humberto de la Calle, y el candidato de la Coalición Colombia, Sergio Fajardo.

Más allá de la discusión jurídica y los argumentos legales para impedir la unión entre ambos candidatos, a estas alturas del calendario electoral la alianza iba a resultar mal. En primer lugar, porque Humberto de la Calle fue elegido por los votos liberales de quienes no pertenecen a las maquinarias del partido. Es decir, a De la Calle no lo apoyaba toda la estructura de congresistas que se han beneficiado del Gobierno nacional. La estrategia política de los liberales con caudal electoral se enfoca en aguantar lo suficiente para poder negociar sus apoyos a Germán Vargas Lleras o Iván Duque, bajo la lógica de que son ellos quienes les pueden ofrecen espacios burocráticos en una segunda vuelta. El portazo que le dio el jefe liberal César Gaviria a la unión de De la Calle con Fajardo no fue una decisión al azar. En segunda vuelta, una vez derrotado De la Calle, aumentará el valor de los votos. Adicionalmente, no hay nada más equivocado que pensar que el liberalismo está saliendo por la puerta de atrás como partido, teniendo un fortín electoral de aproximadamente 2 millones de votos, 14 senadores y 35 representantes a la Cámara.

En segundo lugar, y en concordancia con lo anterior, la alianza de Humberto de la Calle con Fajardo iba a generar una disputa interna en la Coalición Colombia con Jorge Enrique Robledo, toda vez que en el 2017 el Polo (especialmente desde el sector del MOIR, que es el que apoya al senador Robledo) le dio un golpe de Estado a Clara López, actual fórmula vicepresidencial de De la Calle. La situación con el Polo dentro de la Coalición no podría estar más erosionada: por un lado, el silencio del Polo por recibir a De la Calle y Clara López se vio opacado por la necesidad de la alianza a cualquier costo y, en segundo lugar, por las recientes peleas internas que sufre el partido en las que algunos de los congresistas electos buscan la libertad para apoyar al candidato Gustavo Petro. Esto último no solo tiene limitaciones jurídicas, sino que también pone a prueba el teflón de la Coalición.

En suma, la culpa real de que no se hubiera podido llevar a cabo esta gran alianza no fue el CNE.  La responsabilidad directa estuvo en la improvisada estrategia de crear un proyecto común de candidatura para estas elecciones. Es un exabrupto la miopía política de quienes buscan ahora un gobierno alternativo canibalizándose los votos. De hecho, se podría llegar a pensar que hubo una suerte de “negligencia política” de parte de la Coalición Colombia, Humberto de la Calle y, si se quiere, de Gustavo Petro. A estas alturas de la competencia electoral, de nada sirve que movimientos juveniles de partidos de izquierda, sectores alternativos y liberales, busquen que se haga una “gran convergencia”, cuando se sabía del impulso de las candidaturas con las que se iba a competir. Desde el plebiscito se sabía que el uribismo iba a generar un gran impacto en estas elecciones; mientras que, por su parte, el candidato Germán Vargas Lleras había abonado el terreno desde el Gobierno nacional como la crónica de una campaña anunciada.

Así que, si se desean buscar culpables de lo que las encuestas y el pronóstico electoral reflejan en este momento, no le echen el agua sucia al ya cuestionado CNE; más bien, a la falta de planeación de un proyecto nacional y un programa común alternativo, justamente ese que no han sido capaces de construir los grandes líderes de los sectores alternativos en quienes creemos.


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