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Humberto de la Calle, renuncie

Por: Esteban Salazar Giraldo, Investigador de la Línea Democracia y Gobernabilidad


Esta es una carta abierta para Humberto de la Calle, candidato presidencial a quien le guardaba respeto, admiración y tenía en mi baraja de opciones para darle el voto en primera vuelta. De lo primero y lo segundo, solo conservo mi agradecimiento por su esmero en el Acuerdo de Paz, pero en términos políticos, tuve que despojarme del letargo mágico que envolvía su candidatura. Una serie de sucesos desafortunados, en combinación con su discurso saltimbanqui, me llevaron a leer sobre su hoja de vida, atar cabos y pedirle como colombiano, que lo más digno que puede hacer señor Humberto, es renunciar a su candidatura.

Desde su negativa a la consulta con Gustavo Petro y Carlos Caicedo, hasta descartar cualquier alianza política con Sergio Fajardo, me permito concluir que su actitud es la de un político tradicional más. Le explico: su partido, el Liberal, es un partido de antaño, responsable de la violencia, el clientelismo y la acogida de personajes que le han hecho mucho daño al país. Sobre estos últimos, irónicamente, uno sigue haciendo estragos: Álvaro Uribe Vélez, quien en sus inicios fue apoyado por el partido liberal para ser senador (1986 – 1994) y gobernador de Antioquia en 1994. 

Otro factor histórico. Candidato Humberto, como ministro de Gobierno y constituyente, usted aprobó una carta política que, más que garantista, era totalmente contradictoria con las realidades económicas del país. La apertura de mercado, la privatización y la flexibilización laboral la apoyó usted con la implementación de un modelo neoliberal, al mismo tiempo que los territorios no tenían capacidades para adaptarse a la descentralización y la competencia asimétrica con la economía internacional. Sí, pareciera anacrónico, de no ser porque usted apoyó estas reformas a sabiendas que el sector cafetero se quebraría, que la deuda y la dependencia fiscal de los municipios llevarían a un descalabro, y que hoy en día estamos en una crisis de gobernabilidad, de la cual usted es responsable y a la que ahora critica.  

Aunado a lo anterior, su candidatura en solitario al servicio de su partido convoca el apoyo de líderes liberales y congresistas, cuestionados y no cuestionados. Sobre los cuestionados, recientemente fueron elegidos 4 senadores (de 14) y 4 representantes (de 35). En su mayoría, investigados por vínculos con grupos paramilitares, el cartel de la toga, la repartición de mermelada y actos de corrupción ¿Acaso usted, señor Humberto, siendo tan honesto y hablando con tanto temple contra la corrupción, ha denunciado estos casos? ¿Va a recibir el apoyo de estos congresistas cuestionados? ¿Acaso usted, cuando le pidan mermelada, va a denunciarlos como no lo hace ahora?

Pero lo anterior no me generó tanto escozor como entender su estrategia política a profundidad. Parte de sus votantes, convencidos de su liderazgo juvenil, progresismo e intachable hoja de vida, no podrían estar más engañados. De lo contrario, ¿cómo explica que en la consulta liberal no hayan votado ni siquiera un millón de personas, pero en el Congreso el partido haya sacado más de 2 millones de apoyos? Pues he ahí la respuesta: la maquinaria tradicional. He visto cómo se rasgan las vestiduras argumentando que su partido no le merece y que usted está secuestrado por los liberales. Nada más alejado de la realidad. Un hombre que ha vivido toda su vida de un partido tradicional no puede posar ahora como víctima ni mucho menos puede ser digno de seguir una candidatura a pérdidas.  

Si usted no renuncia señor Humberto, lo que está haciendo es promover la política tradicional, sirviendo como de corredor de votos, al mejor estilo de Wall Street, cotizando precios más altos por su apoyo en segunda vuelta gracias a la especulación de los que pasen en primera.


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