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La hora de la planeación



En mi última columna del año 2015 escribí sobre el sofisma de los números, y mostré como una reducción súbita de la tasa de homicidios en una ciudad no necesariamente significa un éxito de una política pública, ni una mejor democracia, por el contrario, puede obedecer a que una organización criminal ganó una batalla por el control de mercados ilegales o a un pacto entre las mismas en una ciudad. Un buen ejemplo es el famoso pacto de los fusiles en Medellín, donde un arreglo entre organizaciones criminales ha permitido una reducción histórica del homicidio.

Lo anterior era un mensaje a los nuevos alcaldes y gobernadores del país, y llamaba la atención sobre la necesidad de crear nuevos indicadores para medir la presencia de organizaciones criminales. Desde el mes de enero y hasta marzo, los diferentes alcaldes deberán construir el plan de desarrollo del municipio y el PIS o Plan Integral de Seguridad. Es un momento clave, no solo para ir más allá del análisis de la tasa del homicidio, sino para planear un sistema de seguridad para dicho ente municipal que dé cuenta de la nueva realidad del país en su etapa de postconflicto.

Desde el momento en que se dio la directriz de que cada municipio debía contar con un PIS; los diferentes mandatarios han contratado consultores, la mayoría abogados, que elaboran documentos sin participación social, sin conocimiento en materia de seguridad y en general analizando los denominados indicadores de alto impacto, pero no van más allá. Estos son entregados a los alcaldes para que los muestren cada vez que acuden miembros del ministerio del interior o la alta consejería de seguridad, a su vez la policía cuanta con un PIS para el mismo ente territorial, el cual no cuenta con la aprobación y participación de la alcaldía, y mucho menos participación social.

Por ejemplo, durante el periodo pasado de gobierno, varios municipios del Huila contrataron a un mismo consultor para la elaboración del PIS, y era similar en estos municipios, solo cambiaba el nombre, de hecho en algunos párrafos se mencionaban dos o tres municipios. Ahora, se debe garantizar por parte de los alcaldes entrantes, así como por parte del gobierno nacional que esta situación no se repita, no solo porque el tema de seguridad ciudadana es la principal necesidad que expresan los ciudadanos, sino también porque es hora de ver la seguridad desde otro foco, ya que entramos en una etapa de postconflicto.

Los alcaldes deben entender que seguridad no solo son chalecos, gasolina y motos para la policía

Tres recomendaciones son importantes a la hora de hacer los PIS. La primera es que los alcaldes deben entender que seguridad no solo son chalecos, gasolina y motos para la policía, la seguridad es más que policía. Igualmente el presupuesto del municipio debe ir más allá de la gasolina para las motos, las cámaras perimetrales y debe contemplar las zonas rurales, no solo las zonas urbanas. Esto significa que debe crearse una concepción integral de seguridad ciudadana, donde la prevención tenga un papel importante.

Una segunda recomendación es que los nuevos mandatarios deben distinguir entre los conceptos de seguridad y defensa. Por ejemplo ver policías en cada cuadra, o soldados que levantan el dedo al paso del carro no es seguridad eso es defensa. La seguridad se produce en el momento que no se necesita tanta policía en la calle o cuando no es necesario tener ejército en cada carretera. Los PIS deben estar planeados en etapas y temas y deben ir llevando de un modelo de defensa a uno de seguridad.

La tercera recomendación, al menos aplicables a las grandes ciudades que cuentan con presupuestos importantes, es que se deben crear instrumentos de medición y control propios de las alcaldías, fortalecer los observatorios de seguridad, crear mecanismos de seguimientos bajo la modalidad de Metas – impacto a las diferentes políticas públicas. Estas evaluaciones de impacto son fundamentales para fortalecer la política pública y sobre todo para ejercer veeduría sobre la policía, hoy día los observatorios son pieza fundamental de una política pública de seguridad.

Columna de opinión publicada en www.las2orillas.co


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