top of page

Una crisis anunciada



Hace algunos días Bogotá amaneció con la imagen de decenas de habitantes de calle concentrados en un caño del centro de la ciudad, de hecho, en una madrugada varios de ellos fueron arrastrados por el agua luego de fuertes lluvias en ese sector de la ciudad. La información indicaba que habían salido de la zona de Bronx luego de la intervención institucional de hace algunas semas. También, la policía dio a conocer información según la cual algunos “Ganchos” o marcas de distribución de droga en la ciudad que operaban en el Bronx tenían la estrategia de regalar dosis de droga a habitantes de calle. Seguramente con el fin de mantenerlos agrupados y utilizarlos como escudos o para realizar disturbios ante nuevas operaciones de las autoridades.

Dicha situación habría podido mitigarse, pero la administración distrital no escuchó. La intervención realizada en el Bronx podía ser necesaria desde la perspectiva de combatir el crimen. Sin embargo, fue bastante limitada e incompleta. Por ejemplo, no hubo una estrategia para los territorios “colchón” o los que están aledaños al Bronx. Generalmente cuando se hace una intervención agresiva de este tipo, el mercado se desplaza hacia los alrededores del lugar de la intervención. A eso se le llama el “efecto bomba”, se aprieta en un lado y explota en el otro. Ese efecto es común, se encuentra sobre-diagnosticado y ocurre en todo los tipos de intervención sobre focos criminales.

Otro de los temas, es que la administración sigue creyendo en la vieja “teoría de la ventana rota”, es decir, que los desórdenes urbanísticos son los que provocan inseguridad y percepción negativa de la misma, por ello el tema es embellecer y mejorar el desarrollo urbanístico. Si bien, esto aplica para en determinadas circunstancias, los mercados ilegales no se combaten con intervenciones urbanísticas. Además, las intervenciones sobre focos de criminalidad deben tener un enfoque integral. Como la atención a la población drogo-dependiente. En la intervención del Bronx, el trabajo con esta población no estaba contemplado como prioridad de primer nivel, fue un tema secundario de atención básica, es decir, darles de comer, bañarlos o mejor ponerlos lindos y eso era todo. No hubo asistencia psicosocial. De ahí que hubiese estallado el problema.

Por ejemplo, cuando la administración Petro intervino el Bronx también se dio el fenómeno bomba, pero con grados o dimensiones menores. En gran parte la existencia de los CAMAD o Centros de Atención Medica a Drogadictos permitió controlar este fenómeno y generar espacio para promover la desintoxicación, al final el esfuerzo inicial se fue debilitando y el programa seria cancelado luego por la administración Peñalosa.

Ahora que la crisis ha estallado, y que los fenómenos de inseguridad se han disparado en las zonas aledañas al Bronx, donde en comercio se encuentra desesperado, se comienzan a escuchar ideas sobre cómo trabajar con las personas drogo-dependientes. Se ha oído la idea de instalar colonias a las afueras de la ciudad para estas personas, en donde vivan y comiencen un tratamiento para la desintoxicación. La administración lanzó esta idea de colonias como un mecanismo de traslado rápido de esta población. Es decir, la administración pretende crear guetos que al final serán focos de inseguridad y de aislamiento de población vulnerable. Este tipo de integración es la más peligrosa que se pueda utilizar. Los ejemplos de El Salvador con las Pandillas o los guetos de migrantes en Francia muestran lo peligroso de dicha idea.

En todo caso, la idea de estos guetos va acorde con la lógica de las políticas de la administración Peñalosa, en la cual de lo que se trata de embellecer la ciudad, sacar las imágenes “feas” y a quienes no se acoplen a esa idea de gran urbe moderna, pero esto no es integración, ni inclusión, ni soluciona las dinámicas criminales en la ciudad. El resultado del trabajo con esta población vulnerable no se da de un día para otro, habrá que entender esto y que se deben avanzar poco a poco.

Columna de opinión publicada en caracol.com


bottom of page