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La firma de la paz es el inicio de un nuevo camino



Alrededor de 50 años el Estado colombiano ha enfrentado a la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Faro), sin lograr la victoria final o la rendición del grupo armado por cuenta de la presión militar. Así mismo diferentes gobiernos intentaron solucionar el enfrentamiento por la vía del diálogo, sin lograr mayores éxitos. Hoy, con la presidencia de Juan Manuel Santos, luego de cuatro años de diálogos entre el Gobierno Nacional y las Farc, la violencia en Colombia que ha dejado miles de muertos, desaparecidos, secuestros y personas víctimas de minas antipersonas, comienza a ceder, con la desaparición de las Farc como grupo armado ilegal y su inicio como movimiento político legal y el regreso a la vida sin armas de sus integrantes. «En esta guerra no hay vencedores ni vencidos, nuestros adversarios se han visto obligados a reconocer nuestros derechos políticos», dijo el actual líder de las Farc Rodrigo Londoño Echeverri, quien hasta el momento ha sido reconocido bajo los alias de Timochenko, durante la instalación de la Décima Conferencia, evento que define los lineamientos del partido político bajo el cual se han de arropar, que desde luego tendrá lineamientos ideología de izquierda. Las palabras del líder de las Farc son el claro reconocimiento de que ni el hasta ahora grupo guerrillero lograría tomarse el poder por las armas, ni el Estado las iba a derrotar por la vía militar. Que era necesario buscar una salida por la vía del diálogo que permitiera solucionar el enfrentamiento armado y la posterior reducción de los índices de violencias en municipios y veredas. Nuestro país no puede continuar por la vía de ser una especie de maquina productora de víctimas. Es necesario detener la violencia que durante décadas ha padecido y que ha sido una de las causas por las cuales diferentes territorios en Colombia, hoy se encuentran en el olvido estatal. Es por esto que la firma de un acuerdo entre el Gobierno Nacional y las Farc partirá en dos la historia de la nación de manera positiva, porque en adelante el Estado y quienes llegan de la ilegalidad, deben velar porque una paz estable y duradera sea un hecho en el largo plazo. La firma de la paz no significa que al día siguiente Colombia se convierta en un paraíso terrenal, porque los problemas que hoy padecen nuestro territorio en diferentes áreas, no van a desaparecer de forma inmediata. La firma de la paz es el inicio de un nuevo camino, en el que las personas que un día decidieron tomar las armas para ejercer una oposición armada, ayudarán desde la legalidad a reconstruir el país por la vía de la democracia. En el informe de la Fundación Paz y Reconciliación “Lo que hemos ganado”, se describe 281 municipios donde han estado las FARC y el ELN en los últimos 30 años clasificándolos con indicadores de presencia de economías ilegales, pobreza, ausencia de Estado y limitaciones en sus vías de comunicación. Lo anterior se hizo con la idea de identificar cuántos y cuáles de estos presentaban un riesgo extremo, o un riesgo alto, o un riesgo medio, de caer en nuevas violencias después de la desmovilización y el desarme de las guerrillas, indagando por las tareas que a corto, mediano y largo plazo tiene el Estado en esos lugares. De esta manera fue posible establecer que 87 municipios están en riesgo extremo, 85 en alto y 104 en medio. Sobre todos, sin duda, hay que trazar un plan de postconflicto que abarque por lo menos diez años. Pero, en los primeros 12 meses, después de la firma de los acuerdos, hay que concentrar la acción en los de riesgo extremo y riesgo alto. Es lo que algunos llaman plan de choque y lo que la Fundación Paz y Reconciliación llama victorias tempranas de la paz. Los desafíos son complejas, sin embargo se espera que en un tiempo no muy lejano, colombianos de distintos matices comiencen a saborear de inmediato algunos frutos de la paz. Unas horas más de luz eléctrica en su vereda, una vía de comunicación anhelada por años, una escuela, un hospital. También debe vislumbrar que, donde predominaban los negocios ilegales de las drogas, las minerías y el contrabando, surjan emprendimientos legales y alternativas económicas para mejorar la vida de las comunidades.

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