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Por: Ariel Ávila, subdirector de la Fundación Paz y Reconciliación -Pares


En algunos años, cuando llegue el momento de las preguntas y los interrogantes por el país que le hemos dejado a nuestros hijos, sobrinos y nietos, quiero poder mirarlos a los ojos y decirles, sin ninguna vergüenza, que hice todo lo que pude, hasta lo imposible para dejarles un mejor país. Un país, en el cual pensar diferente no sea un crimen, que a alguien no lo maten por discrepar en algunas ideas, un país donde las armas no sean un mecanismo más de competencia política, un país más equitativo y más transparente.

Por ello apoyé, por ejemplo, el acuerdo de paz de La Habana, porque dicho acuerdo contiene las reformas fundamentales para construir un mejor país. En total hay 143 medidas, como programas, proyectos, iniciativas legislativas. De ellas, 14 son para los actores que estuvieron en la guerra, como la JEP, o la Ley de Amnistía. Pero las otras 129 son para la sociedad: el Plan Nacional de Vías Terciarias, que es construir infraestructura vial para que los campesinos mejoren la competitividad de sus productos, o el Plan Nacional de Educación Rural, o la reforma política. Estas 129 medidas se hacen con la lógica de que Colombia no viva una nueva ola de violencia en el futuro, evitar una nueva guerra, que ha sido la historia de nuestro país en su vida republicana.

En el marco de las negociaciones se dijo que las causas estructurales de la guerra eran tres: uso y acceso a la tierra, participación política y economías ilegales. Esas 129 medidas están hechas para atacar estas causas estructurales. Es por esto que yo apoyo el proceso de paz, lo apoyo no por las Farc, sino porque no quiero más masacres, no quiero más Tumacos llenos de coca, no quiero ríos llenos de mercurio, quiero un país que supere la violencia, quiero un mejor país para mis hijos y nietos. Los réditos de la paz se verán en algunos años, eso no se ve inmediatamente. Yo no actúo de forma egoísta y en el hoy, actúo para las próximas generaciones y para el mañana.      

Con el tiempo he entendido que la guerra ha sido un instrumento necesario para la construcción de las élites nacionales y regionales. La guerra les ha servido como excusa para engañar a la sociedad colombiana, la idea es que la sociedad les perdona todo a cambio de que combatan supuestos enemigos. Es gracias a estas guerras que las élites se repartieron desde hace más de un siglo la administración del poder y sobre todo, crearon toda una estructura para desangrar la institucionalidad.La cosa es tan vergonzosa  que el pasado 27 de mayo el voto de opinión logró casi el 50 por ciento. La votación de Fajardo y Petro, más allá de sus diferencias ideológicas y políticas, representa una sociedad cansada de las maquinarias y la politiquería. El susto para las élites fue  tan grande, que salieron corriendo despavoridos para donde Iván Duque, allá llegó el Partido Conservador, el gavirismo, Cambio Radical y parte de La U, todos los políticos que se han aliado con criminales, que han desangrado a Colombia se arroparon en el uribismo. Allí llegaron los carteles de Odebrecht, del sida, de la hemofilia, los kikos Gómez, los ñoños, entre otros. Lo único que estos políticos piden es que no los toquen y al parecer Duque les garantizó eso.

En verdad estoy cansado, o como se dice popularmente, mamado, de que los mismos corruptos y politiqueros de siempre nos gobiernen. Me cansé de que la gente no tenga qué comer, me cansé de la corrupción, me cansé del arribismo político, me cansé de que maten jóvenes y los disfracen de guerrilleros, me cansé de la injusticia. Y eso es lo que quiero cambiar.

El próximo 17 de junio el voto es entre el cambio y el statu quo. Por ello votaré por la paz y el cambio. A las próximas generaciones les quiero decir que hice todo lo que estuvo a mi alcance para dejarles un país mejor, y eso me lleva a votar por la paz. Por eso voto por Gustavo Petro. Con Petro no comparto muchas cosas, habría preferido en segunda vuelta votar por Fajardo, pero no logró pasar. Por ello debo tomar partido entre las dos opciones que nos quedan y voy a votar por la paz y sin miedos.  

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