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Riqueza natural mas no riqueza social: Río Quito

Por: Alejandro Jiménez, Línea de Conflictos Asociados al Desarrollo – Pares


En Chocó se vive la maldición de la abundancia: la riqueza producto de la explotación de recursos naturales no llega a la vida de quienes habitan el territorio sino de quienes lo explotan; fenómeno expresado desde la época de la colonia y que hoy, además, cuenta con manifestaciones ilícitas como la minería ilegal en las cuencas de los ríos. Una de las comunidades más afectadas por esta situación es el municipio de Río Quito.

Para llegar a Río Quito la forma más sencilla, o la única, es desde Quibdó, donde hay que tomar un bote o una panga (lancha rápida) a medio día para embarcarse Atrato arriba. Según como haya estado la lluvia durante los últimos dos o tres días, puede determinarse el tiempo de viaje que se va a tardar durante el trayecto, ya que la navegabilidad se hace más fácil en la medida en la que el afluente hídrico sea más abundante.

Sobre Río Quito se sabe que el 98% de los más de 9.300 habitantes vive con sus necesidades básicas insatisfechas, que fue nombrado municipio hace tan solo 18 años y que la repercusión en materia social y ambiental que ha dejado la minería ilegal es muy grande. 

Los métodos de extracción ilegal utilizan sustancias prohibidas por sus altos niveles de contaminación, como el mercurio. Durante el recorrido por Río Quito es notoria la gran transformación del medio ambiente debido a la escalonada e imparable actividad minera que se vale de dragas o dragones, máquinas rudimentarias construidas sobre estructuras similares a planchones. Estas dragas empiezan a ser visibles luego de avanzar durante más de veinte minutos, tras pasar el corregimiento de San Isidro. Sin embargo, muchas de ellas ya no están en funcionamiento por la acción estatal de las brigadas contra la minería ilegal, que no han logrado erradicar esta actividad del territorio y simplemente han hecho que cese por cortos períodos o se trasladen.

Además de la pesca y la agricultura, la minería artesanal era una de las principales actividades económicas por medio de la cual los pobladores solventaban sus necesidades básicas, hasta que llegó la primera maquinaria. Sobre este acontecimiento, la memoria colectiva de los pobladores no tiene una versión unánime de la fecha en la que inició a cambiarse el almocafre, el totumo, la batea, la pala y matracas por motobombas, ‘tapetes’ y las enunciadas dragas que trabajan día y noche extrayendo material de río y expulsando de sus fauces traseras los cascajos de ‘material lavado’; sobre esto es común escuchar que la primera máquina la trajo un argentino, posteriormente llegaron los dragueros brasileros y luego algunos del Bajo Cauca antioqueño. Su objetivo: aprovechar del gran potencial aurífero de esta región, lo cual resultó más óptimo a partir del dragado del fondo del río y del lavado de ese material para la extracción del tan codiciado oro.


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