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El diagnóstico de la frontera entre Colombia y Venezuela

Por: Ariel Ávila, subdirector – Pares


Algo que parecía muy lejano, e incluso estúpido, ahora parece más cercano que nunca. En la última semana, varios de los factores necesarios para una confrontación militar entre Colombia y Venezuela se han juntado. Por un lado, el Gobierno colombiano ha diseñado una estrategia militar en caso de alguna confrontación. De hecho, en el presupuesto nacional se ha contemplado un aumento de recursos para el sector defensa con el fin de adquirir baterías antiaéreas. También, el embajador colombiano en Estados Unidos ha dicho que no se descarta una salida militar. La oposición venezolana en Colombia no hace más que presionar para que se haga una intervención. El Gobierno venezolano está ávido de una crisis con Colombia para aliviar sus problemas internos, también tienen planes militares avanzados. Para cerrar este círculo, los más de 2.000 kilómetros de frontera entre ambos países están ocupados por diferentes organizaciones criminales y grupos armados ilegales, a los que les interesa el desgobierno. Cualquier acción suya podría prender la mecha. El balance de la frontera es el siguiente.

En primer lugar, en la frontera entre Colombia y Venezuela se viene presentando un proceso que se podría llamar de desinstitucionalización. Del lado colombiano, varios de los departamentos fronterizos han sido administrados por el crimen organizado. Por ejemplo, Francisco Gómez Cerchar, exgobernador de La Guajira, fue condenado por múltiples homicidios y se le investiga por otros tantos, además de por relaciones con narcotraficantes. En ese departamento, centenares de niños han muerto por hambre y sed en los últimos años. También los paramilitares, en su momento, eligieron al gobernador del César, Hernando Molina. Ramiro Suárez, exalcalde de la ciudad fronteriza de Cúcuta, está preso por presuntas relaciones con criminales. En Arauca el panorama es parecido. Del lado venezolano, ni qué decir, sencillamente el Estado no funciona. La policía de Maracaibo es de las más corruptas del mundo. La Guardia Nacional está involucrada en el contrabando de alimentos y tráfico de drogas. En las alcaldías no hay dinero y no se tienen las mínimas condiciones para administrar la frontera.

En segundo lugar, actualmente por la frontera entre Colombia y Venezuela sale, por lo menos, el 15% del total de la cocaína que produce el país. En la frontera operan organizaciones criminales colombianas, el cartel de Sinaloa, Jalisco Nueva Generación, varias estructuras celulares que quedaron de Los Zetas, dos carteles dominicanos y al menos tres carteles venezolanos, todos ellos involucran agentes institucionales. Del lado colombiano, la zona de Arauca y el sur de Norte de Santander, es dominado por el Ejército de Liberación Nacional (ELN), al igual que la región del Catatumbo. Por su parte, el Clan del Golfo domina el área metropolitana de Cúcuta, algunas zonas del Cesar y La Guajira. Además, en La Guajira opera la denominada Oficina del Caribe. Todos ellos trabajan a sus anchas en la frontera.

En tercer lugar, la frontera no es administrada por criminales únicamente por el narcotráfico. De hecho, la situación es más compleja. Se cree que mensualmente pasan de Venezuela a Colombia miles de galones de gasolina de contrabando. Hay municipios enteros que viven del contrabando. En Venezuela un galón de gasolina se paga con monedas y en Colombia cuesta aproximadamente tres dólares. También, como derivada de la migración, se han creado redes de trata de personas: camiones y buses que salen todos los días con venezolanos con destino a Perú o Ecuador. Pero tal vez el principal mercado que ha crecido de forma vertiginosa es el contrabando de alimentos. Hasta en Bogotá se consiguen productos venezolanos. Todo este contrabando es administrado por agentes estatales venezolanos.

Una confrontación militar es algo realmente estúpido, no traería nada positivo, la situación humanitaria empeoraría, al igual que la situación de seguridad. Pero claro, también se debe decir, que se habla mucho de una “intervención” en Venezuela, pero poco se ha discutido sobre el significado práctico de esa palabra.

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