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100 días de Duque analizados por el expresidente Samper

Por: Carol Sánchez.


Se cumplen 100 días del gobierno Duque y, hasta ahora, lo que parece claro es la poca coordinación entre el presidente, su partido y su gabinete. Mientras el Ministerio de Hacienda anuncia IVA para la canasta familiar, el Centro Democrático dice que no apoyará esta medida y, al tiempo que el presidente Iván Duque dice que su gobierno no es belicista, el embajador Francisco Santos habla de posibles intervenciones militares en Venezuela. El discurso de gobierno se torna difuso.

Respecto al tema, Pares habló con el expresidente Ernesto Samper, quién hizo un análisis sobre estos primeros 100 días, los retrocesos a los que ya se ha enfrentado el país y otros temas relevantes en materia económica, política y de paz.

¿Cuál es el balance que usted hace de estos tres meses?

Yo creo que hay un cambio importante en la forma de gobierno, pero no me atrevería a hacer un juicio sobre el fondo. Es un Gobierno más convocante, más abierto, más comunicativo, más propositivo si se quiere; pero en cuanto al fondo, no creo que haya unos avances fundamentales en temas de indudable importancia como la recomposición de la paz, el diálogo con el ELN y todo lo que tiene que ver con el manejo del postconflicto.

¿Un gobierno más abierto comparado con el de Santos?

En general me parecen virtudes, no comparadas, sino vistas desde este Gobierno. Creo que el presidente Duque está dando una imagen de una persona fresca, convocante, que, de alguna manera, ha despolarizado la situación que existía antes en el país. Sin embargo, lamento que esta actitud no coincida con cambios de fondo en estos 90 días.

¿Usted cree que existe una articulación entre el gabinete ministerial y el presidente?

Bueno, es difícil, yo creo que este es un gabinete gremial, corporativo. En ese sentido, corresponde a los intereses que el Gobierno dice estar defendiendo. Sin embargo, se puede anotar como punto a favor que hay más perfiles técnicos. Es muy temprano para saber si están, algunos de ellos, realmente al servicio o no de unos intereses privados.

Al comienzo, los gobiernos toman un tiempo para articularse mientras se consolidan los equipos y se hacen reuniones de Conpes y Consejos de Ministros. Por eso existe la cifra mágica de los 100 días, durante los cuales se supone que el gobierno logra darle coherencia a un programa y actuar mancomunadamente a través de sus ministros. Esperamos que, de aquí a final de año, eso esté funcionando de una manera más armónica. Hasta el momento sí se ven ciertos niveles de descoordinación que, inclusive, pueden llegar a ser peligrosos, como el tema de Venezuela o la lucha contra el narcotráfico.

¿Existe articulación entre lo que propone el presidente y lo que propone su partido?

No. Sin duda no existe. Hay una descoordinación total. El Centro Democrático se quedó en la forma de hacer política del pasado y no ha entendido que su papel ya no es estar en la oposición sino ser partido de gobierno. En este sentido, es claro que en aspectos de fondo, como el del IVA, el de las propuestas que ha hecho el Centro Democrático en materia de tierras o el hecho de no acompañar la Consulta Anticorrupción, demuestran que, sin duda, hay unos cortos circuitos entre el partido y el Gobierno que están comenzando a hacer daño.

Algunos análisis indican que esto se debe a un juego de roles que siempre ha tenido el uribismo: mostrar a Uribe como un héroe y a algunas fichas claves como contradictores. ¿Usted cree que este es el caso, que se trata de mostrar a Duque como el malo para perpetuar la posición de héroe de Uribe?

No. Yo creo que en el uribismo no caben las posiciones estratégicas, más bien se puede hablar de tácticas. De tal manera que no creo que haya una estrategia detrás de esto. Lo que hay es una gran descoordinación y una gran relevancia de una figura que actúa caudillistamente como el expresidente Uribe que, de alguna manera, opaca al presidente de la República.

¿Qué contradicciones encuentra usted en el discurso de la campaña y el discurso de mandatario de Duque?

Hasta el momento yo no veo diferencias entre el discurso de la campaña y el discurso de gobierno. No porque esté haciendo lo que dijo que iba a hacer, sino porque sigue anunciando que va a hacer lo que dijo que iba a hacer en la campaña.

En el caso del IVA a la canasta familiar, ¿no cree que hay contradicción?

Creo que todos han cometido ese error. Inclusive yo me culpo. Y es que en campaña se prometen muchas cosas que no se cumplen después y una de esas es, precisamente, el tema de los ajustes tributarios.

Varios sectores políticos han llegado a decir que Duque va a sufrir una crisis de gobernabilidad muy pronto, a usted, ¿qué opinión le merece esta posición?

Yo espero que no, porque aquí las crisis de gobernabilidad se pagan con muertos. Aquí no son crisis pasajeras ni mediáticas, son crisis que se convierten en situaciones de orden público, en problemas de enfrentamiento con los actores armados. Espero que no tenga crisis de gobernabilidad como las que hubo en el pasado, que se transformaban en problemas que afectaban especialmente a regiones abandonadas.

¿Usted cuál cree que va a ser la posición de Duque para cumplir los Acuerdos de Paz?

Después de firmados los Acuerdos es muy poco lo que se puede hacer en el tema estructural. Donde hay muchísimo que hacer es en el tema de implementación, en la reparación de las víctimas, en los proyectos productivos, o en la sustitución social de cultivos. En ese sentido, creo que el gobierno ha asumido causas como la reincorporación, lo cual está bien. Espero que asuma con eficacia el tema de los proyectos productivos que es fundamental y que, de alguna manera, rectifique el tema de la sustitución social de cultivos porque, si no, vamos a echar a la gente otra vez a la guerra.

Espero que siga adelante con las negociaciones con el ELN. El mayor error que podría cometer en este momento el gobierno, independientemente de las condiciones que quiera fijar para que continúen los diálogos, sería una ruptura con el ELN, porque esto sí precipitaría un realineamiento de las fuerzas irregulares. En este sentido le quedaría muy difícil al presidente mantener el orden público.

¿En qué aspectos cree que el país ha tenido un retroceso?

Una es de política internacional, porque realmente en este tema se volvió 20 o 30 años: volvimos a la agenda narcotizada, volvimos a los conflictos con Venezuela, volvimos a una política absolutamente obsecuente con Estados Unidos, desperdiciando el espacio que teníamos en materia paz.

Salirse de los organismos de integración que fueron creados, precisamente, para que hubiese una solidaridad regional es un acto de autismo internacional que va a tener muy importantes costos para Colombia. El país consiguió llegar a los Acuerdos de Paz porque convocó a la solidaridad regional para que lo acompañarán en todas las discusiones. Y, ahora, simplemente por una cuestión de política local, como es el extrañamiento de relaciones con Venezuela, se retira de los organismos de integración regional. Esa es una posición absolutamente obsoleta respecto a lo que habíamos avanzado.

También en el tema de drogas. Cosas como el de la dosis mínima y el incumplimiento de los acuerdos en materia de sustitución de cultivos son equivocaciones fundamentales e inconsistentes.Lo de la dosis mínima es un retroceso en términos de libertades fundamentales que va en contravía de lo que se está haciendo en todos los países del mundo, que es un política de descriminalización para sacar los eslabones débiles de la lucha contra el narcotráfico y tener una mayor incidencia sobre los eslabones fuertes, es decir las organizaciones criminales. Creo que ese es un claro y definitivo retroceso.

En otros temas claves como el de la política económica, lo que queda claro es el intento, no de financiar el déficit social del Estado, sino de rebajar impuestos a las empresas; esto parte de una propuesta populista de derecha, que está de moda en el mundo.

¿Usted cree que este Gobierno ha sido populista?

Sí, en dos aspectos. En el aspecto fiscal lo estamos viendo, simplemente rebajar impuestos por cuenta de los pobres: ponerle impuestos a la clase media para rebajarle a los ricos se llama populismo fiscal. También en el aspecto de penas, aquí todo se arregla, según el Gobierno, incrementando las penas sin hacer ningún esfuerzo por buscar los orígenes del comportamiento delictivo. Esto es una forma de populismo de derecha que se llama populismo punitivo.

Respecto a la relación con Venezuela, ¿usted cree que este gobierno tiene la capacidad de adoptar tácticas diplomáticas con el vecino país y abandonar la confrontación?

Estos temas de política internacional los fija directamente el presidente. Yo le creo al presidente cuando dice que actitud de su gobierno no es una actitud belicista. Es decir, que, de alguna manera, desautoriza cualquier posibilidad de que se llegue a legitimar una intervención militar en Venezuela. Sin embargo, el presidente tiene que dar línea, como lo está empezando a hacer el Canciller, con sus funcionarios. No puede ser que el presidente hable de una actitud y tenga funcionarios que se estén despachando con actitudes contrarias. En estos temas no puede haber ningún tipo de fisura.

¿Usted le cree a Duque cuando dice que no ha dado ‘mermelada’?

Le creo cuando dice que no ha dado. No estoy seguro de que no la haya quitado. Por lo menos, lo que se ve hacia fuera, es que no hay una negociación a partir de dar cosas.

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