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Duque arrancó mal

Por: León Valencia, director – Pares


El incendio se estaba apagando, no estaba apagado del todo, pero se estaba apagando. Duque ha estado soplando sobre los leños aún prendidos y el fuego se está avivando. No es inteligente, ni es bueno para el país y no creo que al final del mandato resulte un buen balance. En los primeros cien días, el periodo de gracia no ha sido tan agraciado.

Las FARC habían entregado sus armas y todos los factores de violencia, con excepción del narcotráfico y la extorsión, habían disminuido: los homicidios en un poco más de cuatro mil por año, los secuestros en un setenta por ciento, los desplazamientos forzados también, los afectos por minas antipersonal estaban casi en ceros. Ahora, lentamente, en proporciones aún bajas, estos indicadores empiezan a cambiar en algunas regiones del país. Mala cosa. La reestructuración unilateral del acuerdo de paz y las dificultades y contradicciones internas de las FARC han golpeado el proceso de reconciliación. La detención con fines de extradición de Jesús Santrich ha servido de acicate de la división de esta guerrilla convertida en partido político y la amenaza de retorno a la guerra de una parte de sus dirigentes está latente.

Había una mesa de negociación con el ELN, nada fácil, aún sin la certeza plena de terminar en la firma de un pacto de paz, pero en todo caso espacio de diálogo, de acuerdos parciales, como el cese bilateral y temporal que se había llevado a cabo a finales del año pasado y principios de este, como la liberación de algunos secuestrados, como la disminución de los ataques a la infraestructura energética del país y una mayor tranquilidad en algunas zonas. Esa negociación se está muriendo y las acciones menudas pero insistentes de los frentes del ELN están tomando vuelo.

Tampoco se sabe nada del sometimiento a la justicia del llamado Clan del Golfo, del cual se había hablado a principios del año, lo que sí se sabe es que los carteles mexicanos de la droga están ampliando su presencia en Colombia y en algunas regiones, especialmente en todo el pacífico, en la frontera con Venezuela y en Antioquia, estas organizaciones están encontrando importantes aliados internos.

Con Venezuela las cosas ya no estaban bien. El agravamiento de la crisis política y social en el vecino país y las tensiones de la campaña electoral en Colombia habían llevado al gobierno de Santos a tomar distancia cada vez mayor del gobierno venezolano. Pero nunca se hablaba de intervención militar, de salida militar a esa crisis y menos que nuestro país tuviera algo que ver en ello. Pues eso cambió y el tema se ha ventilado en esferas oficiales y se ha filtrado a la prensa y se conversa en Washington en nuestra embajada como si nada, como si fuera un juego de niños.

Ante el fracaso rotundo de la política antidrogas después de miles y miles de muertos y de la inversión cuantiosa de recursos y de las perversas consecuencias para la democracia, se estaba buscando un nuevo camino centrado en la sustitución social y voluntaria de cultivos, en la despenalización de la dosis mínima, en la lucha concertada entre los diversos países contra el crimen transnacional. Ahora estamos retornando paso a paso a la vía represiva, a la erradicación forzada como prioridad, a las fumigaciones aéreas, a la persecución a los consumidores y estamos llegando poco a poco en un duro enfrentamiento con los campesinos cocaleros y alentando nuevos factores de violencia en las zonas cocaleras.

El frente social no es menos explosivo. Se están juntando las protestas de los estudiantes y las de los maestros en el reclamo por un salto de la inversión en la educación pública y el ambiente no es de concertación sino de confrontación y en las calles se empiezan a caldear los ánimos. La cosa se puede poner más tensa si aprueban el IVA a la canasta familiar y si dejan hundir los principales proyectos anticorrupción y entonces los casi doce millones de personas que votaron la consulta se sentirán más que engañadas.

Desde el gobierno y los partidos que lo acompañan se dice que son problemas heredados del gobierno anterior y que la tolerancia del señor Santos los agravó. Desde sectores de la izquierda se dice que Duque busca avivar el incendio porque en ese ambiente se siente más cómodo y puede conquistar mayores réditos en la opinión con su discurso desafiante y su mano dura.  No creo que sea muy inteligente incendiar para después apagar.

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