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A pesar de todo, la paloma quiere volar

Por: Ariel Ávila, subdirector – Pares


Aunque muchos lo nieguen la paz ha dado sus frutos: el desplazamiento forzado es el 10% de lo que fue en su peor año; el secuestro está a punto de desaparecer y seguramente en el 2018 la cifra estará en los 170 secuestros, en el peor año de la guerra hubo 3.300. Igualmente la desaparición forzada asociada al conflicto armado está en uno de los puntos más bajos. Son miles las vidas que se han salvado en estos años de postconflicto.

Sin embargo, hay dos problemas en medio del balance positivo. Por un lado, el homicidio detuvo su caída, en 2018 se presenta una tendencia marginal al aumento. En el 2012, cuando arrancaron las negociaciones de paz, se produjeron cerca de 16.000 homicidios; en 2017 la cifra cayó a cerca de 12.000. Sin embargo, para 2018 la tendencia indica que se presentaría un incremento leve. Igualmente, en el peor año de la guerra hubo 1229 personas afectadas por minas antipersonal, en el 2017 la cifra cayó a 56 personas y en 2018 si bien, es muy bajo, se presenta un aumento con respecto a 2017, la cifra está en poco más de 100 personas afectadas.

Todo esto indica que en algunas zonas del país el Estado no fue capaz de copar los territorios dejados por las FARC y el Estado. Además, desde la posesión presidencial del gobierno de Iván Duque todo quedó paralizado en las regiones en lo referente a la implementación. Más allá si esta situación es producto de una estrategia para sabotear la paz o se deriva de una curva de aprendizaje normal de los nuevos gobiernos, lo cierto es que cada día que pasa, la situación se complica más.

A veces, me pregunto por qué algunos sectores de derecha, que están en el gobierno, quieren revivir a las FARC y buscan sabotear todo el proceso para provocar el surgimiento de otra guerrilla. La pregunta es central debido a que esté era el enemigo número uno del uribismo y ¿ahora que está derrotado para qué revivirlos? Pueden existir dos respuestas:

La primera es que los gobiernos de corte neopopulistas siempre necesitan un enemigo para justificar sus desastres y entretener al pueblo. Las dos administraciones Uribe son el mejor ejemplo con las FARC, o lo que actualmente sucede en algunos países del norte con el fantasma de los migrantes. La otra respuesta es que algunos miembros del gobierno no saben a lo que están jugando y no están gobernando con principios de Estado sino con principios ideológicos.

En la vida real creo que es una mezcla de las dos, pero más allá de discutir sobre las causas de esto, lo que me parece complicado es que un puñado de burócratas inexpertos quieran mandar a Colombia nuevamente al abismo. Ahora que la popularidad del nuevo gobierno está por el piso, salidas de corte militar están a la orden del día: Una aventura militar en Venezuela, acabar el proceso de paz con el ELN, no continuar con el proceso de sometimiento a la justicia del Clan del Golfo o revivir a las FARC a punta de incumplimientos del Acuerdo, serían las opciones. O incluso una mezcla de todas estas. Mal haría Iván Duque en dejar como principal herencia un país incendiado.

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