Por: León Valencia, director – Pares
Desde Washington han dicho que el 23 de febrero se iniciará la entrada a Venezuela de la ayuda humanitaria desde Colombia, Brasil y otro lugar que mantienen en reserva los coordinadores de estas actividades. Desde Caracas, el gobierno de Nicolás Maduro, ha insistido en que no permitirá que entren a territorio venezolano las toneladas de alimentos y medicinas que han dispuesto varios países para aliviar la situación de algunos sectores de la población del vecino país.
No se sabe en qué va a terminar este pulso entre Maduro y los países y las fuerzas que lo quieren tumbar, pero la situación no pinta bien. Podría ser que, a última hora, el gobierno de Caracas decida colaborar de alguna manera con la operación y esta sería la mejor salida para que la confrontación no se escale. Pero es improbable que esto ocurra. Es más probable que se produzca una violación del territorio de Venezuela y que se desaten incidentes violentos en la frontera.
La ayuda desde luego no tiene un carácter exclusivamente humanitario. Es una operación de alto calado político y así lo ha advertido la Cruz Roja Internacional que se negó a participar en estas operaciones. Para empezar, Estados Unidos, Colombia y Canadá, que están a la cabeza de esta ayuda, eligieron como interlocutor a Juan Guaidó a quien le han reconocido la condición de presidente legítimo de los venezolanos.
En las semanas previas a esta ayuda se produjo el bloqueo económico que agudizó la grave crisis humanitaria de Venezuela con el colapso económico, el desabastecimiento de los mercados, el cierre de los hospitales, el hambre a lo largo y ancho del país. El mismo Maduro ha reconocido la difícil situación que viven los venezolanos y ha señalado que primero les quitan el pan y luego les ofrecen limosnas.
El columnista de El diario el Tiempo, Gabriel Silva Luján, en su columna del lunes 14 de enero, señala que el desenlace de esta crisis tiene tres posibles escenarios a corto o mediano plazo: una implosión del régimen por efecto de las divisiones en sus filas, la acción de la oposición y una decisión de las Fuerzas Armadas para apartar a Maduro del poder; una intervención militar extranjera; o una negociación auspiciada por uno o varios países de confianza entre las partes. Dice que la más probable y la más deseable es la negociación.
Sobre estos escenarios ha habido mucha discusión en las últimas semanas. Extrañamante la mayoría de los expertos dice que no hay ambiente en Estados Unidos para una intervención militar, pero la pregunta sobre esta opción es la primera en todas las entrevistas y la que más tiempo consume en los debates. Lo cierto es que las otras dos opciones no aparecen con fuerza hasta el momento.
Es verdad que el gobierno ha perdido apoyo social y la desesperanza es el signo en las calles y en los campos venezolanos, pero quienes conocemos un poco la vida política del vecino país sabemos que el “Chavismo” aún tiene mucho arraigo en sectores de la Venezuela profunda y sabemos también que no es fácil hacer virar a las fuerzas armadas hacia el lado de la oposición. Una implosión interna puede demorar largo rato y una negociación supondría que las partes aceptan la conformación de un gobierno de transición compartido para citar a unas elecciones debidamente monitoreadas por la comunidad internacional.
Maduro y su grupo más cercano han dado señales de que podrían aceptar este tipo de negociaciones, pero esto significaría que Juan Guaidó y el gobierno de los Estados Unidos declinan la posición de una salida sin el chavismo. Esta opción en todo caso se ha fortalecido en los últimos días con la conformación del Grupo de Contacto Internacional integrado por la Unión Europea y varios países latinoamericanos.
El 23 de febrero será quizás un día clave para el futuro inmediato de Venezuela. No conocemos los secretos de esta operación, pero el despliegue mediático ha sido intenso y el activismo del gobierno colombiano y de los funcionarios de los Estados Unidos ha sido impresionante. ¿Será que estamos ante una avanzada de la intervención militar? ¿O será apenas una medida de aceite para ver cómo reacciona el gobierno venezolano?
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