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Foto del escritorLeón Valencia

El nuevo mapa político colombiano

Por: León Valencia, director – Pares


Hay un nuevo marco jurídico, una realidad nueva y rostros distintos en la oposición política colombiana. En contraste hay una repetición, una triste repetición, en el gobierno nacional. El pulso está servido. Tendremos cuatro años muy movidos. Quizás el resultado final sea un fortalecimiento de la democracia colombiana y una alternación política novedosa, o puede resultar que se fortalezcan las peores tendencias del populismo.


El Estatuto de Oposición con su derecho a réplica y con algunas garantías especiales para los partidos independientes y de oposición, le ha dado una nueva dinámica a la política colombiana. Esto se vio claramente en la elección de las mesas directivas del Congreso y en el debate sobre las objeciones que el presidente Duque le hizo a la ley reglamentaria de la Justicia Especial para la Paz. La voz de la oposición está resonando con fuerza en el parlamento y en el país.


Se debe también a que hay una nueva realidad, una nueva relación de fuerzas. Las élites políticas tradicionales se han dividido en torno a la paz y a la nueva agenda de derechos de la sociedad contemporánea, y la izquierda ha saltado de la marginalidad al protagonismo con una votación de más de ocho millones en las elecciones presidenciales y la conquista de una gran bancada parlamentaria.


El uribismo recogió en su acervo político el discurso de Laureano Gómez, el a la más dura del Partido Conservador; la tradición caudillista y militarista de la historia latinoamericana; la ofensiva de las iglesias evangélicas contra la intimidad, la diversidad cultural y los derechos sexuales y reproductivos; el nacionalismo; y amalgamó estas expresiones ideológicas con las tendencias populistas que recorren el mundo.


La paz negociada, la reconciliación del país, la justicia transicional y algunas reformas políticas y sociales fueron la piedra de toque de la división de las élites políticas. Las tendencias liberales y progresistas que habían militado en los partidos liberal y conservador a lo largo del siglo pasado han empezado a tomar distancia de la derecha uribista. Es ese el huracán que sacude a todos los partidos colombianos. Ninguno se escapa de las controversias y las divisiones. En unos es mayor, en otros es casi imperceptible, pero en todos hay rupturas.


Las noticias de los últimos días son esas. El Partido de la U, que había decidido participar en la coalición del gobierno, tiene en su seno a influyentes parlamentarios que presionan el paso a la oposición; el Partido Liberal que había apoyado a Duque en la segunda vuelta presidencial se declaró independiente, pero sus mayorías se están comportando como una decidida fuerza de oposición, especialmente en la Cámara de Representantes; el Partido Cambio Radical, que en los temas de paz había manifestado muchas coincidencias con el uribismo, ahora está fracturado en dos tendencias que no encuentran una manera ordenada de tramitar sus diferencias; incluso en el Partido Conservador se presenta una dura disputa entre el sector de Marta Lucía Ramírez, que prepara la candidatura presidencial de la vicepresidenta y el sector político que acompañó a Santos a la largo de sus dos mandatos.


En la izquierda es el sector moderado, el Partido Verde, el que tiene la iniciativa en estos meses después de las elecciones presidenciales. Gustavo Petro y la Colombia Humana han afrontado graves dificultades por la injusta negativa a concederle la personería jurídica a su Partido y por escándalos que comprometen a Petro y a otros miembros de esa colectividad. Pero en su conjunto la oposición de izquierdas le ha creado enormes problemas al gobierno de Duque con sus debates en el Congreso y con su impulso a la movilización social.


Otra novedad política es el protagonismo de las mujeres, tanto en la coalición de gobierno como en la oposición. Los rostros son muchos, menciono algunos: Paloma Valencia y Marta Lucía Ramírez en el uribismo; Claudia López, Juanita Goebertus, María José Pizarro y Ángela María Robledo en la oposición.


La disputa en estos cuatro años va a ser tan interesante como dramática. El ascenso del populismo de derechas en el mundo favorece al uribismo y es probable que esta corriente política se logre consolidar en el poder y forjar una fuerza de largo aliento en la vida colombiana; pero también es posible que la oposición encuentre el camino para develar ante la sociedad colombiana la violencia, la exclusión social y el perverso nacionalismo que vienen de la mano del uribismo y con ese expediente conquiste una mayoría que le permita contener algunas medidas extremas del gobierno de Duque y ganar las elecciones en 2022.

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