Por: Carlos Castelblanco Pinedo – Redacción Pares
«Nosotras, las mujeres trans, haremos la revolución desde el amor que nos negaron hasta nuestras propias familias, que no nos aceptaron desde chiquitas. Entonces mi lucha no es solamente por reformas legales, sino por un cambio social, y si hay incoherencia no hay cambio social.»
Pares habló con Matilda González, abogada de la Universidad de Los Andes; magíster en derecho internacional de los derechos humanos en American University y consultora de Ilga, red de organizaciones LGBTI que trabaja ante la ONU y el Sistema Interamericano.
Además, venía desarrollando un proyecto audiovisual con El Espectador llamado «La Prohibida», pero por diversas diferencias en la formalización del contrato laboral con el diario, el proyecto se canceló y actualmente existen reclamaciones sobre los derechos de autor de dicha obra.
«Por el derecho a escoger tu propio proyecto de vida»
En Colombia, la Corte Constitucional señaló en Sentencia T-291-16 que a lo largo de la historia, las personas LGBTI han tenido que sobrellevar la privación de sus derechos, la exposición constante a episodios de violencia que ponen en riesgo su integridad física y el derecho a la vida.
El Tribunal también indica la dificultad que esta población tiene para acceder a servicios básicos como salud, educación y justicia, en pie de igualdad con el resto de ciudadanos, entre otra serie de situaciones que han sido reconocidas por la jurisprudencia constitucional, y ha determinado a las personas LGBTI como sujetos de especial protección.
La Comisión Interamericana y su Relatoría Especial para la Libertad de Expresión consideran que es de particular importancia que los Estados adopten acciones para garantizar el ejercicio del derecho a la libertad de expresión de las personas LGBTI y que empoderen a las personas afectadas e invisibilizadas por el discurso de odio.
Según ha observado la Relatoría Especial sobre Libertad de Expresión, “al discurso que ofende por la intrínseca falsedad de los contenidos racistas y discriminatorios es necesario refutarlo, no silenciarlo: quienes promueven esas visiones necesitan ser persuadidos de su error en el debate público.»
La Comisión y la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión insisten en que para combatir efectivamente el discurso de odio, se requiere un enfoque comprensivo y sostenido que vaya más allá de las medidas legales y que incluya la adopción de mecanismos preventivos y educativos.
El Día Internacional de la Visibilidad Transgénero es una conmemoración anual que tiene lugar el 31 de marzo, dedicada a la celebración de las personas trans y la sensibilización en contra de su discriminación en todo el mundo.
Pares: ¿Quién es Matilda González?
Matilda González: Soy abogada de la Universidad de Los Andes; me gané una beca para estudiar una maestría en derecho internacional de los derechos humanos en American University y luego trabajé en la Comisión Interamericana en la Relatoría de Derechos de personas LGBTI. Después regresé a Colombia y trabajé con mujeres trans del barrio Santafé. Trabajé en Colombia Diversa, que es una organización de derechos de personas LGBTI.
Ahora soy consultora de Ilga, una red de organizaciones LGBT que trabaja ante la ONU y el sistema interamericano. Hicimos el capítulo de América con unas variables sobre derechos de personas trans, y este año habrá un capítulo sobre criminalización de personas trans.
El Relator Especial de Naciones Unidas ha indicado que los medios deben jugar un rol positivo en la lucha contra la discriminación, los estereotipos, los prejuicios y los sesgos, abordando asuntos de preocupación para grupos sometidos a discriminación histórica (incluyendo personas LGBTI) y ofreciendo a los miembros de estos grupos una oportunidad para hablar y ser escuchados. Foto: Pares
He hecho colaboraciones con mujeres trans del barrio Santafé, específicamente con la red comunitaria trans, y próximamente vamos a escribir, para el informe de ILGA, un apartado sobre criminalización de personas trans.
Esta colaboración empezó desde que no me había graduado por medio del círculo lgbt uniandino. Cuando volví a la universidad, ya como profesora de un curso de educación continuada, logramos conseguir becas para personas trans de todo el país, por ejemplo, trans víctimas del conflicto.
Pares: ¿Cuál es su lucha como activista?
M.G: Durante mucho tiempo mi lucha fue defender los derechos de las personas LGTBI, pero últimamente en realidad he dejado de creer en esa forma de militancia, creo que lo que tengo que hacer es defender mis derechos, mis sueños, mi trabajo. El discurso a veces de las ong y los medios de comunicación tiene algunas fallas, y por eso ahora lucho más en mi esquina.
Mi lucha ha sido por la coherencia. Antes era desde el movimiento de derechos humanos y siento que ahora es en el sentido de enfocarse en lo privado, en la casa: en lo que me pasa con mi papá, mi tío, los medios de comunicación dirigidos por hombres en su mayoría.
Siendo abogada, siento que el derecho es una herramienta limitada para el cambio social, es una herramienta más pero no la única. Tenemos muy buenas leyes en Colombia, pero lejanas a la realidad.
Hay que hacer reformas legales pero también cambio social a través del arte, de la escritura, de las calles.
Pares: ¿Se puede hacer un balance de los derechos de la población trans en América Latina y en Colombia?
M.G: En el último informe de Ilga vimos temas de cambio de sexo en documentos de identidad, analizamos qué tan sencillo o no era el trámite.
Los países que definen sexo como algo biológico ponían muchas trabas para cambios de sexo en los documentos, se requería cambio físico. Por otro lado, hay países como Argentina donde está estipulado que el sexo no es biológico, sino autodeterminación, entonces el trámite es fácil y no judicial.
Colombia está un poco atrás; hay un decreto que permite cambio sin prueba médica, sin embargo hay una diferencia porque acá se puede cambiar de F a M o F a M pero sigue siendo binario. En Ecuador, por ejemplo, sí se permite cambiar el género pero no sale sexo F sino una letra diferente, como una ‘letra escarlata’, muy raro.
Pares: ¿Cómo es la situación de niños, niñas y adolescentes trans en nuestro país?
M.G: En Colombia existe un protocolo para interrupción voluntaria del embarazo y eutanasia, decisiones que los menores pueden tomar a partir de los 14 años. Sin embargo, el cambio de sexo solamente puede hacerse a partir de los 17 años, lo cual carece de sentido.
Hay una Opinión Consultiva de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que indica que para el cambio de sexo en el documento de identidad no se pueden pedir certificados médicos, pues los procesos deben basarse en auto reconocimiento.
Para los menores, la Comisión dice que hay que adaptar las normas al bien superior del menor pero sin restringir sus derechos; todas las normas de cambio de sexo para adultos aplican para los NNA por igual.
Sin embargo, la última sentencia de la Corte Constitucional da un paso atrás gigante: ordena a Supernotariado y Registro sacar una circular para reglamentar el cambiar el sexo en los documentos de identidad de los menores de edad, pero indica que se requiere autorización de los padres y una revisión de la historia clínica.
Es un retroceso porque generalmente las familias no están de acuerdo, lo cual es un problema, y vuelve el tema médico, tratando el asunto como una enfermedad.
Pares: ¿Qué es ¨la furia trans¨de la que ha hablado en sus videos y columnas de opinión?
M.G: Hay palabras que se han utilizado o entendido como insulto, por ejemplo travesti, que se asocia con características negativas, con personas peligrosas. No vamos a renunciar a esa palabra, la vamos a resignificar, como hicieron los movimientos Queer en Estados Unidos.
Se empieza hablar de lo travesti o lo trans como una identidad de lo cual no hay que avergonzarse. Martin Luther King también habla de la rabia y la impaciencia y que las emociones también son importantes en la lucha social, y reconocer que eres víctima te tiene que dar rabia, es natural y está bien sentirlo.
«La revolución se hará desde el amor que nos negaron¨ es una frase que retrata nuestra situación. El amor que el mundo nos ha negado va a ser nuestra herramienta. El lugar donde tú aprendes del amor es la casa, y de la casa te excluyen por ser lo que tú eres.
Vamos a canalizar la rabia políticamente, transformándola, entonces vamos a acudir al derecho, al arte, a escribir. Vamos a apostarle a una lucha creativa y diferente. ¿Cómo canalizar esa rabia? Transformándola, exigiendo justicia, no venganza ni resignación.
He pensado también en los límites de la lealtad: debe haber lealtad entre dos partes que están haciendo algo juntos, pero uno debe saber reconocer cuándo poner el límite, cuándo una situación es negativa ¿me sacrifico por otra persona, por una idea?
Pares: ¿Hay políticas de protección, por parte de este gobierno, en relación con las personas LGBT?
M.G: Creo que hay que comenzar por hacer un análisis previo a la llegada de este gobierno: es necesario entender qué es la violencia por prejuicio en lugar de hablar siempre de crimen de odio, como pasa con la violencia ejercida contra personas LGBTI.
Hay un contexto social que genera un prejuicio y hace que una persona sienta que su violencia o su rechazo son legítimos. En estos contextos, los cuerpos de las personas LGBTI se utilizan como panfletos políticos para mandar un mensaje: en la violencia por prejuicio ejercida contra una mujer trans, por ejemplo, todo lo femenino se quita, se ataca. Al hacerlo, ella deja de existir.
Siento que ese es el contexto político actualmente. Hemos sido los peones en las negociaciones políticas y eso nos convierte en panfletos políticos. Le explico, cuando borraron la mención a las personas LGBTI del Plan Nacional de Desarrollo, literalmente nos eliminaron. Luego nos metieron a todos ¨los raros¨ en un párrafo y listo.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos se encuentra preocupada por los altos índices de violencia que se registran contra personas lesbianas, gay, bisexuales, trans e intersex (LGBTI), o aquellas personas percibidas como tales, en el continente americano, y la ausencia de una respuesta estatal eficiente frente a dicha problemática. Foto: Pares
Al hacerlo, el mensaje que enviaron sobrepasó el documento legal, el mensaje para la sociedad es que hay que borrar a las personas LGBTI, que no existen.
Esto no sucede solamente en Colombia, es un contexto global: en Estados Unidos también pasa con el actual gobierno, por ejemplo. En Chechenia ya se está hablando de campos de concentración para personas lesbianas. Y eso viene para acá, Bolsonaro ganó.
En Argentina, la marcha más reciente rechazó lo que llamaron un genocidio de las personas trans. Por eso creo que hay que alarmarnos más, porque está ganando terreno la idea de eliminar a las personas LGBT como se hacía con los judíos en la época nazi.
Ahora el enemigo somos los gays, las lesbianas, las personas trans. Entonces, sobre su pregunta: claro, este gobierno hoy en Colombia nos elimina, como lo hizo su partido cuando pidió sacarnos del Acuerdo de Paz.
El encargado hasta hace un par de semanas de la política de derechos humanos en el Ministerio de Interior se oponía abiertamente a los derechos de las personas LGBTI; salió de su cargo y fue reemplazado por otro peor.
En política exterior el gobierno puso a Alejandro Ordóñez en la OEA y a Viviane Morales embajadora en Francia y sostiene encuentros con representantes de la Unesco. Es decir, es una política de Estado en la cual los funcionarios tienen agendas para borrar, eliminar de la existencia, del lenguaje, de la ley y de la historia a las personas LGBTI.
¿Cómo hacemos para encarar estos nuevos populismos que se apropian de la realidad y de la historia, que cambian hechos del pasado y niegan que existimos desde chiquitas? Tenemos que dar la pelea ahora desde el lenguaje y es fundamental empezar a hablar de niños y niñas trans.
Le cuento, hay altas cifras de intentos de suicidio de menores de edad trans y es un tema al que no se le presta atención.
Pares: ¿Esas políticas empiezan a ¨bajar¨, a llegar a la gente, a la calle y a los territorios?
M.G: Claro. Hay estudios de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que indican que una de las formas para reducir la violencia y el rechazo contra personas LGBT es que haya funcionarios públicos hablando de ellas y a favor de sus derechos.
Cuando aumenta el discurso de odio también aumenta la violencia por prejuicio, aumenta la sangre sobre este tipo de violencia; si el discurso de odio o de desconocimiento viene de un funcionario público, es todavía más grave.
Pares: ¿En qué momento se aceptó y se reivindicó como una mujer trans?
M.G: En eso tuvo mucho que ver la independencia económica, para comenzar. Obtuve becas de excelencia académica que me permitieron salir de mi casa. Cuando me gané la beca para ir a estudiar a Estados Unidos se me fue el miedo a la aceptación de familiares y personas cercanas.
Es muy bueno llegar a en un mundo donde nadie te conoce, donde no le debes explicaciones a nadie. En ese momento me sentí más valiente y empoderada, pero todavía había vergüenza.
Estar en Estados Unidos, en Washington, en una universidad progresista me ayudó mucho. Empecé a aceptarme; creo que eso tiene mucho que ver con la belleza, con sentirme bella.
Sentirnos bellas no es fácil porque hay un discurso público sobre las personas trans en donde nos dicen que somos feas, que tenemos cara de hombre y otras cosas. Pero es una dualidad, porque a la vez resultamos sexualmente atractivas para muchas personas y las cifras de búsqueda de porno trans son altísimas.
«Nosotras, las mujeres trans, haremos la revolución desde el amor que nos negaron hasta nuestras propias familias, que no nos aceptaron desde chiquitas.» Foto: Pares
Logré sentirme bella a pesar de ese discurso público de varias maneras: me ayudó el feminismo para encontrarme conmigo misma; eliminé de mi vida a gente tóxica, logré la independencia.
En el lenguaje y el contexto familiar y de algunas amistades te importa mucho lo que piensen de ti. Me daba pena ocupar un lugar en el mundo porque sentía que el mundo era de otra gente, que yo no cabía, pero ya no.
Ahora reclamo mi lugar en el mundo y nadie me va a callar.
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Según la CIDH, la violencia contra las personas trans, particularmente las mujeres trans, es el resultado de la combinación de varios factores: exclusión, discriminación y violencia en el ámbito de la familia, de la educación y de la sociedad en general; falta de reconocimiento de su identidad de género; involucramiento en ocupaciones que las ponen en un riesgo más alto de violencia, y finalmente, alta criminalización.
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