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«Este gobierno le está echando gasolina al fuego”

Por: Carlos Castelblanco Pinedo – Redacción Pares


«Yo sería feliz de saber que este, mi más reciente libro El regreso del uribismo, pueda ayudar a los lectores a comprender qué es lo que ocurre en la política colombiana. Hay una frase de Baruch Spinoza, el filósofo holandés, que dice no lamentarse, ni reír, sino entender. No tengo ninguna pretensión de influir en una dirección ideológica o en otra, sino que las personas entiendan la política del país.»


Pares habló con León Valencia Agudelo, quien es fundador y director de la Fundación Paz y Reconciliación –Pares, analista político sobre temas relacionados con el conflicto armado en Colombia. Ha participado como columnista de opinión en las revistas Semana, Diners y Credencial, así como para los diarios El Tiempo y El Colombiano.


El domingo 5 de mayo lanza en la feria del libro de Bogotá su libro El regreso del uribismo , que es, en detalle, la historia de la política colombiana: desde el momento en que rompieron Santos y Uribe, hasta el cómo y el porqué ganó la presidencia Iván Duque, y hacia dónde va este gobierno.

Su vida como escritor la ha dedicado a textos como: Adiós a la política, bienvenida la guerra (2002) y Miserias de la guerra, esperanza de la paz.


Autor de la novela Con el pucho de la vida (2004) y del libro testimonial Mis años de guerra (2008) donde cuenta sus experiencias de vida como exmilitante del ELN.


Pares: ¿Qué consecuencias para Colombia va a tener el regreso del uribismo?


León Valencia Agudelo: Yo estoy muy preocupado porque el gobierno de Iván Duque comenzó buscando una nueva agenda, dejando atrás la polarización y tratando de encontrar un nuevo camino. Él decía que era el presidente de todos los colombianos y no de una parte, pero todo eso muy pronto se perdió.


En noviembre del año pasado, cuando Duque no podía hacer una coalición, lo que hizo fue una fuga hacia atrás, y un retroceso hacia los postulados del uribismo en un país distinto. Uno puede regresar a temas si la realidad es la misma, pero él regresa otra vez a poner el tema de seguridad, el tema de la lucha contra las propuestas de paz, el tema de la militarización, el tema de la narcotización de la agenda política y de la agenda internacional, y volver a esos puntos en un país que ha avanzado, en un país que ha hecho un acuerdo de paz con las FARC, en un país que tenía una mesa de negociación con el ELN y que se rompió; es un error.


Duque retrocede mucho en esa agenda, y lo grave es que no tiene con qué hacerlo tranquilamente porque tampoco tiene una gran coalición política; hoy el uribismo es un gobierno minoritario frente a todos los partidos, es un gobierno minoritario frente a la opinión nacional.

«Es probable que en esa carrera hacia atrás, Duque se estrelle con la nueva realidad del país. Un sector importante de las élites que saborearon los réditos de la disminución de la violencia en Colombia, que se sentían cómodos con una política exterior más independiente y plural, no quieren acompañar a Duque en esa marcha hacia atrás.» Foto: Pares

Pares: El libro es un análisis político de los últimos 10 años que se va tejiendo a partir de unos personajes y unos hechos ¿quiénes son esos protagonistas y qué papel desempeñan en este relato?


L.V.A: Están todos los protagonistas de la política colombiana, los partidos, los personajes y líderes de esos partidos políticos de izquierda, de derecha y de centro; unos aparecen con mayor relieve y otros con menos, pero sin duda el protagonista principal es Duque, él es el centro porque es quien llegó a gobernar, y es alrededor de él que está construida toda la narrativa.


Junto a Duque están, principalmente, el expresidente Uribe y explico cuál es la relación entre Duque y Uribe, a eso le dedico bastante en este libro. También junto a ellos está Macías, el presidente del Senado, y el Centro Democrático, el Partido Conservador y las iglesias cristianas; a ellos les dedico una parte muy importante porque son la verdadera coalición de gobierno.


Por otro lado está la oposición, porque el personaje de la campaña electoral más importante, después de Duque, es Gustavo Petro; él logró llegar hasta segunda vuelta y amenazó a todo ese establecimiento con la posibilidad incluso de ganar las elecciones. Y al lado de Petro están otras fuerzas que fungieron y que compitieron por llegar a segunda vuelta, desde la izquierda, el Partido Verde, Claudia López es un personaje importante, Sergio Fajardo es un personaje clave en esa posición y Robledo y el Polo Democrático también son personajes que están muy caracterizados ahí.


Y moviéndose en la mitad de estas fuerzas de coalición de gobierno y de oposición está la vieja dirigencia política del país: Cambio Radical, el Partido de la U y el Partido Liberal que salieron de segunda vuelta porque sus candidatos no llegaron allí y entonces se movieron, se tuvieron que mover poniéndose al lado de Duque por el miedo a Petro y por el miedo a la izquierda y a la oposición de izquierda. Y eso fue lo que le dio 300 municipios más a Duque entre primera y segunda vuelta.

«El uribismo recogió en su acervo político el discurso de Laureano Gómez, el ala más dura del Partido Conservador; la tradición caudillista y militarista de la historia latinoamericana; la ofensiva de las iglesias evangélicas contra la intimidad, la diversidad cultural y los derechos sexuales y reproductivos; el nacionalismo; y amalgamó estas expresiones ideológicas con las tendencias populistas que recorren el mundo.» Foto: Pares

Cuando se posesiona Duque, estos partidos tienen que tomar posición y entonces se declaran, algunos como el Partido Liberal y Cambio Radical en una línea de independencia, y en esa línea de independencia lo que hacen es empezar a ubicarse como oposición en el espectro político porque no encuentran una agenda común con Duque, no encuentran una propuesta de coalición del gobierno.


Pares: Y en ese panorama ¿qué viene en el corto plazo para el gobierno?


L.V.A: En el mes de julio el Partido Liberal asume la presidencia del Senado y Cambio Radical la presidencia de la Cámara, entonces ahí vamos a ver qué hace Duque, si hace una oferta grande para una nueva coalición de gobierno para poder tener alguna posibilidad, o si se mantiene en la línea de una coalición pequeña, que es la que tiene ahora.


No sé cómo va a ser la gobernabilidad de Duque si él no alcanza una coalición con esas fuerzas que van a gobernar el Congreso. Me parece una situación muy difícil para el gobierno.


Pares: En este libro también relata encuentros y charlas que terminan teniendo relevancia sobre decisiones importantes para el país ¿qué pasó con César Gaviria y Sergio Fajardo?


L.V.A: El expresidente Gaviria me dijo que si Sergio Fajardo hubiera aceptado la alianza con el Partido Liberal no hubiera perdido la primera vuelta con Gustavo Petro, y hubiera podido ser presidente. Esa es la convicción de Gaviria; incluso utilizó una expresión muy fuerte diciendo que Fajardo es un mal político porque no había decidido hacer esa coalición.


Yo tuve la oportunidad de hablar con Fajardo y él tiene argumentos muy fuertes para decir que no podía alinearse con quienes no comparte temas centrales de la política.


Pares: ¿Y cómo fue el encuentro con Pablo Catatumbo en el Hotel Nacional de la Habana?


L.V.A: Yo le pregunté por qué las FARC habían decidido entrar a un Acuerdo de Paz, me inquietaba mucho saber cómo una organización como las FARC tomó la decisión de irse a la paz. Hay muchas interpretaciones políticas y seguramente todas tienen importancia, pero me llamó mucho la atención porque yo le pregunté en concreto ¿ustedes por qué decidieron dejar la guerra?


Y Catatumbo me dijo que ya no había posibilidad de ganarla, ¿y por qué no había posibilidad de ganarla?, entonces él me explicó que no había posibilidad porque podían resistir muchos años pero la desventaja militar frente al ejército y al Estado colombiano por el aire era definitiva; que si no tenían capacidad de defenderse de los ataques aéreos no era posible ganar la guerra, y estaban condenados a perderla.


Entonces ellos fueron a a pedirle a Chávez misiles tierra aire para poder confrontar al ejército por aire, y no fue posible porque Chávez les dijo que esos misiles están numerados, es decir las potencias saben dónde están y si nosotros les ayudamos a conseguirlos, les dijo Chávez, nos metemos en un problema grande con Estados Unidos y él no iba a arriesgar a Venezuela en esa aventura.


Es paradójico que no conseguir unas armas los haya llevado a decidirse por la paz. Las FARC fue una organización muy racional y pragmática en lo militar y valoraba mucho que pudieran ganar la guerra, es un poco la diferencia con el ELN, que es una organización más de resistencia. Pablo Catatumbo decía que podían resistir otros 50 años haciéndole daño al Estado, pero ya no era posible, en el mundo de hoy, ganar esa guerra.


Pares: En el libro, los gestos, los comportamientos protocolarios e incluso algunos sucesos emocionales de los protagonistas hacen parte esencial del análisis político ¿cómo se conjugan esos aspectos para entender la complejidad política?


Es que no sólo los hechos de la política son decisiones, medidas y discursos, sino también gestualidad, entornos, casualidades e incluso la pugnacidad y los sentimientos que están jugados en la política. Son emociones.


En el mundo de hoy hay escritores que hacen acercamientos sociológicos y en la vida pública y establecen el gran papel de las emociones en la marcha de la política. Para mí es muy importante y espero que esto tenga algún recibo, no es un adorno que yo le estoy poniendo al libro, es la esencia misma del libro porque la política son emociones.


Pares: ¿Nos puede dar algunos ejemplos?


L.V.A: El del momento en el que Duque da su discurso de triunfo y va nombrando gente, pero excluye otra, y eso le termina costando mucho en política. En el momento del triunfo cuando no se acuerda de los que lo habían apoyado: Gaviria, Germán Vargas Lleras, por ejemplo, es un gesto de olvido, una emoción.


A mí me llamó mucho la atención cuando Petro pasa a segunda vuelta y da un discurso donde olvida a Angela María Robledo, ella le tiene que decir aquí estoy, le tiene que jalar el saco y recordarle que ella estaba ahí.


Para mí son retratos políticos, por un lado está Petro, muy solitario, más en una relación directa con la población y no con los actores políticos que lo acompañaron y en el otro Duque, que excluye actores políticos porque quiere hablarle al núcleo de derecha, y hacer una coalición más de derechas y eso marca mucho su presidencia, la gran dificultad para armar coaliciones.


Eso tiene consecuencias políticas. El expresidente Gaviria me dijo que como Duque no lo mencionó en el discurso, la semana siguiente no le pasó al teléfono, Duque lo llamaba para hablar de la coalición y Gaviria no le respondía el llamado. Eso juega en la política de manera importante, esas decisiones que salen del alma en un debate, que salen de adentro en un escenario político.

«En noviembre, cuando Iván Duque cumplía 100 días de gobierno, salió a la luz una grave crisis de su mandato. Sus iniciativas en el Congreso naufragaban; las fuerzas políticas -incluido su propio partido- criticaban su marcha errática, su caminar sin rumbo; en los medios de comunicación se advertía su falta de liderazgo; y en las calles crecía la protesta estudiantil y la inconformidad social.» Foto: Pares

Pares: ¿En qué momento el país se dejó convencer del militarismo como solución al conflicto?


L.V.A: El momento más importante donde Uribe logra convencer al país fue en el 2002. Primero porque el Ejército estaba perdiendo la guerra y porque las FARC se habían crecido y estaban haciendo mucho daño a la sociedad en su conjunto y al Estado.


Ese enemigo tan tan fuerte y tan odiado por mucha gente, le sirvió a Uribe para instalar una narrativa de victoria militar y de fuerza militar pero también llegó en un momento clave donde había en el mundo instalada una lucha antiterrorista a raíz de lo que pasó con las Torres Gemelas de Nueva York y de la campaña antiterrorista de Bush, ese es un segundo factor.


Y el tercer factor es que en la sociedad colombiana, en lo profundo de la sociedad colombiana ha habido siempre una idea militarista de violencia para resolver las contradicciones políticas, y en esa idea de violencia navega muy bien el expresidente Uribe.


Ese momento dura un tiempo, y a él le duró el primero y el segundo mandato, incluso le alcanzó para hacer elegir a Santos, pero eso empezó perder poder también ante la opinión. Él salió con el 80% de la opinión en sus manos, y perdió ese favorable cuando llegó al plebiscito, en medio de las negociaciones de paz ya estaban el 50%. Ya ahí había perdido 30 puntos y estaba dividida la opinión.

Ahora ha perdido más, ya va en un poco más del 30%. Eso va declinando porque la sociedad cambia y la gente no es boba. ¿Cómo vamos a seguir hablando del enemigo de las FARC, si las FARC ya dejaron las armas?


Hay unas disidencias, pero no es ese enemigo que era tan fuerte. En muchas regiones que se ha reducido el homicidio, se han reducido los ataques a la infraestructura, se han reducido los desplazados. Hay fenómenos que son duros, como el narcotráfico, que persisten y hay todavía muchos fenómenos de violencia, pero la figura que yo utilizo en el libro es que hay un incendio que se está apagando, quedan unos leños prendidos, unas brasas apenas, y el presidente Duque debía decidir si le echaba agua o gasolina, y él y el uribismo le están regando gasolina.


Pares: ¿Qué le preguntaría a Álvaro Uribe si tuviera la oportunidad de reunirse con él?


L.V.A: Si él cree que su legado va a perdurar, o está viendo que se le está yendo de las manos, que se le está escurriendo de las manos como agua. Esa sería mi principal pregunta, porque la preocupación de Uribe es un legado, es decir, si él va a perdurar en la vida política colombiana como un gobernante que transformó a Colombia o que impuso una línea.


Yo creo que él aspiraría a ser como Perón en la política argentina, una figura que sigue gravitando en la política argentina después de muchos años de muerto. Yo creo que él, Uribe, hubiera querido responder como respondió Perón cuando le preguntaron por los partidos políticos en Argentina: hay muchos partidos, el Radical, los partidos socialistas, de izquierda, muchos, pero todos son peronistas, dijo.


Uribe quisiera que el país se hubiera mantenido en ese 80% de favorabilidad donde él tuvo una coalición de ocho partidos y sólo quedaban por fuera la guerrilla y la izquierda; en este momento ya ha perdido mucho de esos partidos que lo acompañaron y se ha ido reduciendo su tamaño frente a opinión y en la imagen que la gente tiene de él.


Pares: ¿Cree que Uribe va a a ser olvidado, como el patriarca en la novela de García Márquez?


L.V.A: La preocupación de él seguramente es el odio, no el olvido, porque no hay cosa más dura. De él no se van a olvidar, es una figura muy grande y ha dejado una huella en la vida colombiana, una huella de odio; no creo que vaya ser olvidado, pero puede ser odiado.

Yo creo que ese es su principal riesgo como ser humano, que termine demasiado odiado.


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