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Cero Generación Perdida, una iniciativa que siembra esperanza

Por: Sergio Saavedra. Redacción Pares


En Urabá hay una iniciativa que dialoga con el medio ambiente; de hecho, el director de Cero Generación Perdida, Edinson Carrillo, considera que el espacio busca disputarse los imaginarios de violencia que tienen los jóvenes con otro tipo de representaciones más visibles.


“Eso se ha podido ver en la historia que han contado los jóvenes con los árboles que han sembrado, es otra narrativa que llega a la región, una que articula a la comunidad y resignifica la memoria histórica de la región”, señala.


La iniciativa germina con el trabajo popular de los habitantes de Turbo, quienes parece que tuvieran como lema el verso del poeta colombiano, Darío Samper, “la flor del aire es un ardiente golpe de sangre en nuestro raudo pulso”; pues siembran trabajo comunitario bajo la idea de vincular la apuesta social con una reconexión con la naturaleza y la resistencia del territorio.


Responsabilidad social ambiental


Sin lugar a duda, la fortaleza de esta iniciativa se encuentra en la parte del medio ambiente, con lo que tiene que ver con la responsabilidad social ambiental.

Sobre este enfoque, Edinson cuenta que con el proyecto “Mejor Árboles Naciendo, que Jóvenes Muriendo”, ganaron un premio nacional de medio ambiente que fue patrocinado por ‘Seguros la Equidad’.


Dicho proyecto, continúa Edinson, consta de sembrar árboles y conservar los viveros existentes en la región. Este trabajo se fue consolidado gracias a lo que llama Edinson; una especie de sinergia con los estudiantes, los jóvenes, las instituciones educativas, con docentes, rectores y demás actores de la comunidad como lo son los padres y los habitantes.


“De esta forma es que nos tomábamos los territorios, sembrando mensajes de paz, de esperanza, amor para conseguir resolución de conflictos y trabajar por la garantía de derechos entre las comunidades”, agrega Edinson.


Otro de los retos que explica Edinson tiene que ver con el abandono estatal que se refleja en la vulneración de los derechos básicos, falta de acceso al agua, a la educación y al empleo. Desde esta perspectivas se han planteado las líneas de trabajo de Cero Generación Perdida.


Una labor educativa para los jóvenes


Por otra parte, Edinson cuenta sobre los talleres y los foros de Cero Generación Perdida, los cuales estaban pensados para trabajar desde las instituciones educativas.


Allí lo que se plantea es un trabajo de motivación en el que a partir de las historias y testimonios de niños, niñas y jóvenes que con el tiempo se volvieron referentes en la comunidad de Turbo o de la región de Urabá.


Edinson explica que en ese espacio de escucha sobre dichas historias, se generaba un espacio de reflexión entorno a cómo esas personas que hoy son referentes, trabajaron con la comunidad.

Esto, para hacer hincapié en las alternativas de vida que hay en la región, alternativas que son susceptibles a los lenguajes artísticos, deportivos y culturales.


Otra línea importante que hay dentro del proyecto Cero Generación Perdida, tiene que ver con la línea ‘Explórate Joven’, que se creó articulada con una bolsa de empleo —Comfenalco—, para poder llevar las distintas instituciones como escuelas, colegios, universidades; en el que pudimos trabajar de fondo un curso de Excel avanzado, contabilidad, finanzas; como también diplomados focalizados al sector público.

Hay otra línea que se llama ‘Cultura-Barrio’, en el que iban a los parques, a las casas hablando con los niños para que ellos sirvieran de puente con sus padres para poder vincularlos y a sus familias, porque dentro del proceso de la iniciativa nos hemos dado cuenta de que los niños tienen una capacidad de movilidad sobre su circulo familiar; bastante importante.


De esta forma, en el proceso de sembrado fue muy efectivo esa movilidad para que los familiares hicieran parte del espacio, con lo que también logramos un poder de reconocimiento de la comunidad en el marco de la siembra de árboles.


Cómo nació el proyecto


Edinson cuenta que la iniciativa nació en unas mesas concertadas entre amigos y profesionales de distintas áreas, cuando empezaron a pensarse unas alternativas dirigidas especialmente a jóvenes en riesgo en la región de Urabá.


Las zonas que la iniciativa ha priorizado son las que concentran dinámicas de conflicto en el municipio de Turbo, como es el caso del corregimiento del Tres y se han hecho acercamientos a los municipios de Apartadó y Necoclí.


La idea de la iniciativa, durante estos años, es plantarle cara a problemáticas como la vinculación de jóvenes a pandillas, grupos armados ilegales, consumo de sustancias de uso ilícito; para poder iniciar un trabajo largo que elimine—desde las iniciativas que ofrece Cero Generación Perdida— dichas dificultades.

El recibimiento por parte de la comunidad ha sido positivo y Edinson considera que eso tiene que ver con que la gente ha visto que este trabajo se ha realizado de manera voluntaria, que se ha podido hacer sin las administraciones municipales, lo que significa que no tiene un tinte político y así genera más confianza para la comunidad.


Muchos de los jóvenes que trabajan en la iniciativa son víctimas de desplazamiento forzado, víctima de distintas violencias. “Este reconocimiento de realidades es la que permite fortalecer las actividades pensadas en clave medioambiental, para hacerle frente a actividades de violencia ofreciendo actividades vinculadas al sector rural.»


De esta forma, los jóvenes también resignifican el territorio y descubren posibilidades desde el quehacer”, señala Edinson.


Sacar a los jóvenes del conflicto


En este sentido, lo que buscan es sacar del área de conflicto a los jóvenes y buscar que no sean objeto de vinculación para grupos armados o para trabajos en economías ilegales. Con la sensibilidad a la que le apostamos con la siembra, las reflexiones logradas en las charlas y en las iniciativas de capacitación; le muestran a los jóvenes la bajara de posibilidades que hay más allá de la violencia.

Edinson considera que la clave estará en perpetuar en el tiempo la iniciativa para que, en este sentido, los jóvenes puedan hacer uso del espacio y que tenga incidencia.


Sobre las edades con las que trabajan, Edinson señala que son jóvenes de los grados noveno, décimo y once, es decir, desde los 14 años hasta los 20 años de edad.

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