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«Revista Semana perdió 35 mil seguidores en 12 horas»

Por: Carlos Castelblanco Pinedo – Redacción Pares


«El despido de Daniel Coronell es una advertencia a la prensa y a los periodistas que tienen posiciones independientes y críticas. La mordaza funciona no solo para callar al censurado directamente, sino también para neutralizar posiciones distintas a las del establecimiento. Ese es uno de los mayores riesgos de estos hechos, especialmente si se tiene en cuenta que los mayores accionistas de los medios con más audiencias en Colombia son de los cuatro grupos económicos más poderosos. Esto pone en riesgo la construcción de opinión pública y va en contra del Estado Social de Derecho.»


Pares habló con Juan Carlos Amador Baquiro, postdoctorado en Ciencias Sociales, Doctor en Educación y Licenciado en Ciencias Sociales.


Es profesor titular de la Facultad de Ciencias y Educación de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas y coordinador de la línea de investigación de Comunicación- Educación en la Cultura en el Doctorado Interinstitucional en Educación y en la Maestría de Educación para la Paz.


Pares: ¿Qué piensa del postulado de que hay una crisis global de los medios de comunicación?


Juan Carlos Amador Baquiro: En términos globales estamos asistiendo a una transformación del modelo de información y del modelo de comunicación, e incluso del modelo de negocio de los grandes medios de comunicación masivos.


Esto tiene que ver con la situación que ha venido ocurriendo desde finales del siglo pasado, y es cómo se están desestimulando los medios impresos y cómo han empezado a emerger una serie de medios digitales que tratan de ofrecer otros contenidos y otras formas de acercamiento a los públicos.


Ese tránsito ha traído consigo una crisis de lo que hacía el modelo tradicional de la prensa, y buena parte de lo que está ocurriendo tiene que ver con ese modelo de negocio en el que grandes grupos económicos se han convertido en los propietarios de los grandes medios de comunicación.


En el caso colombiano es muy evidente lo que ha venido pasando, al menos con los grandes medios. Sin embargo, es muy interesante ver en medio de esta crisis que la respuesta a este fenómeno es el surgimiento de medios alternativos que ofrecen otras líneas editoriales, otros enfoques y cada vez hay más audiencias que están interesadas en conocerlos.


Pares: Ese fenómeno de grandes medios de comunicación en manos de grupos económicos ¿produce una consecuencia directa para el periodismo y la formación de opinión pública en nuestro país?


J.C.A.B: Yo creo que sí, que los grandes medios en manos de los grandes empresarios producen una línea editorial distinta. Si uno mira la historia de la prensa en Colombia, de los grandes medios, hubo una época en la que eran propiedad de los partidos políticos.


Pero el tema reciente es que son propiedad de grupos económicos y eso, por supuesto, trae consigo unas líneas editoriales muy claras que sin duda afectan la construcción de opinión pública que tiene una afectación muy grande.


En un Estado de Derecho uno esperaría que los medios de comunicación jueguen un papel importante para generar el debate público y la construcción de una opinión pública que esté basada en la información veraz y objetiva, en la capacidad de análisis que ofrezcan esos medios para entender la realidad social política cultural. Y esto no ha sido así.

«El papel que tienen los medios alternativos y los observatorios de medios toma cada vez más fuerza en la sociedad civil, son una forma de contrarrestar a los medios hegemónicos.» Foto: Pares

A mí me llama mucho la atención, por ejemplo, lo que le ha venido ocurriendo a la casa editorial El Tiempo especialmente desde que su socio mayoritario es Luis Carlos Sarmiento Angulo y el grupo Aval, porque, al menos en el seguimiento que le hemos venido haciendo al fenómeno de Odebrecht, uno puede ver muy claramente que en el cubrimiento noticioso, pero incluso en las columnas de opinión y las editoriales, hay un sesgo muy claro. Es posible que los periodistas tengan limitaciones para poder hacer unos análisis mucho más precisos y detallados.


Pares: En ese contexto ¿cómo analiza la decisión de la directiva de Revista Semana de despedir a Daniel Coronell, uno de sus mejores periodistas, por cuestionar el hecho de que la revista no publicó una información tan importante y sensible para el país como la probable reactivación de los ‘falsos positivos’?


J.C.A.B: Daniel Coronell cuestionó “la engavetada” de la investigación sobre el posible retorno de los falsos positivos, al parecer, luego de conversaciones directas entre el gobierno Duque y los accionistas de Semana López- Gilinski, por la vía de una cena en Palacio y/o por la injerencia del ex-secretario Eastman. Esta situación trajo consigo que el NYT publicara esa información tan delicada.


Yo considero que quedó claro que el periodismo independiente cada vez tiene menos posibilidades de existir en Colombia, frente a medios que se convirtieron en modelos de negocio que operan bajo la lógica de los grandes grupos económicos.


Se evidencia la censura al periodismo crítico, al parecer, porque predomina el derecho a la libre empresa por encima del derecho a la libertad de expresión. Medios como el NYT o el WP presentan claramente su línea editorial, pero dan garantías para que otras voces y puntos de vista coexistan y se expresen en el marco de la ética periodística, el pluralismo y el respeto por las libertades y derechos.


Los costos asumidos por la Revista Semana por esta decisión son altos. En estos días, un periodista de Blu Radio afirmaba que Coronell ‘pateó la lonchera’ con lo publicado el fin de semana.

Sin embargo, otros medios, como la Silla Vacía, muestran el problema desde otro foco. Los que ‘patearon la lonchera’ probablemente fueron los accionistas de Semana. Esto teniendo en cuenta que actualmente las audiencias son el mayor activo de los medios.


En este caso, la audiencia de Semana es fiel por la credibilidad del periodista. Coronell era parte de ese capital simbólico del medio que, infortunadamente, desecha en momentos críticos para los medios en Colombia. En menos de 12 horas, luego de que Daniel Coronell anunciara que su columna fue cancelada por el fundador y accionista de la Revista Semana, Felipe López, el medio perdió cerca de 35.000 seguidores en sus redes sociales, y probablemente un número significativo de suscriptores.


Pares: En este panorama ¿qué papel cumplen los medios de comunicación alternativos?


J.C.A.B: Es muy importante lo que ha venido ocurriendo en los últimos tiempos con el surgimiento de medios alternativos, que en muchas ocasiones han sido iniciativas de periodistas independientes o de organizaciones no gubernamentales, y creo que eso es muy positivo en el sentido en que se amplía el horizonte de la información.


Hoy, un ciudadano promedio tiene todas las posibilidades del corroborar, de contrastar información, de acercarse a un tema desde distintos lugares de enunciación y creo que eso ha sido una respuesta muy positiva a este fenómeno de los medios de comunicación hegemónicos que estamos viviendo.


Pares: ¿Cómo analiza el fenómeno de las noticias falsas o fake news?


J.C.A.B: Es un tema muy discutido, muy debatido y está enmarcado en unas transformaciones de orden comunicacional y tecnológico. Estamos asistiendo a algo que han llamado la cuarta revolución industrial que tiene varios elementos, uno de ellos son las nuevas formas de acumulación y concentración de capital que están relacionadas con las funciones que juegan las tecnologías digitales y los medios digitales.


Asimismo, se trata de un fenómeno, no solamente económico, sino también cultural que estimula mucho lo que algunos llaman el trabajo inmaterial que tiene que ver con el trabajo que se desarrolla con información y conocimiento.


Tenemos que el capitalismo cognitivo y las nuevas formas de acumulación de capital están ligadas a la economía de los afectos, de las emociones. A nosotros no nos venden un producto, nos están vendiendo un mundo y la gente quiere estar en ese mundo; la gente no quería salir de Game Of Thrones, y eso se relaciona con este tema porque parece ser que los desarrollos tecnológicos construidos con los algoritmos web están mostrando que las campañas políticas, las elecciones en muchos países cada vez están más ligadas a lo que es el trabajo con ese tema.


Para nadie es un secreto que la campaña de Donald Trump en Estados Unidos trabajó algoritmos con Cambridge Analytica, consiguieron bases de datos, como primera etapa del proceso, de personas que tienen una afinidad con ciertas ideas.

«La situación de los periodistas en Colombia en los medios es muy complicada para el oficio, sobre todo porque bajo estas líneas editoriales y esquemas de negocio las condiciones de contratación son muy precarias.» Foto: Pares

Por ejemplo, en Estados Unidos mucha gente que está en contra de la inmigración y están convencidos de que esas personas les están quitando el trabajo, fueron quienes recibieron noticias falsas que los llevaron a tomar la decisión de votar por Trump, que representaba ese discurso. Esas son personas que tienen ese perfil, y si esa base de datos se cruza con Facebook, que es donde la gente deja sus huellas ideológicas, eso hace que la campaña trabaje justamente con esos perfiles. Les envían noticias falsas. Es una estrategia muy personalizada.


Algunos dicen, desde una perspectiva sociocultural, que el algoritmo llegará a un momento en que nos puede llegar a conocer más a nosotros que nosotros mismos, es una cosa muy extraña, un algoritmo construyendo nuestra identidad.


Pares: ¿Las noticias falsas son una estrategia política en Colombia?


J.C.A.B: Claro, no es lo mismo una noticia falsa que yo me invente a que lo haga una senadora del Centro Democrático. Eso tiene unos efectos muy importantes sobre todo porque detrás de estos modelos se pretende estimular mucho dos cosas que han sido muy discutidos en temas de opinión pública: la desinformación por un lado y el fanatismo por el otro.


Cuando uno combina desinformación y fanatismo las posibilidades de manipulación son muy altas y aquí, efectivamente, muchos políticos las mezclan. Esa combinación, insisto, es peligrosa y muy grave para la democracia.


Y yo no podría decir que detrás de esto hay gente que no se ha formado, que no tiene niveles educativos altos; no, uno se da cuenta que dentro de sus seguidores y bases de datos quienes replican esas noticias falsas, en muchas ocasiones, tienen una formación universitaria, son profesionales.

Por lo tanto, esto no se resuelve únicamente con subir los niveles educativos, sino que nos cuestiona sobre cómo nosotros como universidad asumimos la formación ética y política de los estudiantes.

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