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El Ejército de Nicacio le debe explicaciones al país

Por: Sergio Saavedra. Redacción Pares


Tal y como lo advirtió hace casi un mes la Fundación Paz & Reconciliación— Pares, los nueve (9) meses que ya completa Nicacio de Jesús Martínez Espinel como comandante del Ejército Nacional, lo han ubicado en el ojo del huracán tras las constantes revelaciones sobre prácticas irregulares dentro de las Fuerzas Militares. De esta forma, los pasos del comandante continúan oscilando entre la exigencia de su salida inmediata por parte de un grueso sector de la sociedad civil, y el respaldo incondicional que ha gozado por parte del gobierno nacional.


Los silencios pesan cada vez más sobre los ‘Cuatro Soles’ de Martínez Espinel, mientras la opinión pública aguarda a que —lejos de que discursivamente el comandante del Ejército señale que se esté “cumpliendo lo que la Constitución nos dice con total y absoluto respeto por los Derechos Humanos”—; se tomen decisiones y acciones que terminen con los casos que, en la práctica, están amenazando y violando los Derechos Humanos.


Versiones apresuradas


El último evento que salpica al Ejército fue el asesinato de Rafael Caro, un joven de 16 años a manos de uniformados en la base militar de La Lizama (Santander). Tras el asesinato del menor, la versión entregada por Martínez Espinel está presentado contradicciones. Mientras la versión oficial dice que “cuando una persona vulnera la seguridad de una base militar, pues alguien se siente herido, se siente indefenso y acciona su arma. Por fortuna para nosotros es un arma que se acciona al piso”, los vídeos que se conocen del asesinato en la base militar de La Lizama dicen otra cosa.


Al parecer, la ráfaga de seis (6) disparos, la frase “¡Ay mi cabo! pégueselo cabo, pégueselo” fueron elementos que el general del Ejército de Colombia, Nicacio Martínez Espinel, no advirtió cuando decidió señalar que se trató de una esquirla accidental la que acabó con la vida del menor de edad, Rafael Caro de 16 años.


Las dudas no se han hecho esperar, debido a que Martínez Espinel salió ante la opinión Pública con la “versión oficial”. En micrófonos de prensa calificó la razón de la muerte, de manera categórica, como producto de un rebote. El general agregó: “esa bala, impacta desafortunadamente a este joven, quien resulta herido y que desafortunadamente, posteriormente, fallece”.


Micrófonos, anuncios y respaldos


El Gobierno Nacional ha enviado erróneos mensajes de respaldo a estas condenables prácticas. Muestra de de esto es el mensaje que la vicepresidenta de la República, Marta Lucía Ramírez, escribió, tras conocerse los hechos que provocaron la muerte del menor en la base militar, en su cuenta de Twitter: “Los rufianes que tratan así a la fuerza pública deben saber que los soldados y policías no están solos y deben hacer valer su autoridad y hacer respetar el uniforme que portan. Colombia no quiere ver a sus soldados intimidados por rufianes armados de piedras exigiendo derechos”.


Después de conocerse la postura del comandante del Ejército, se sumó a la versión el ministro de Defensa, Guillermo Botero, y la del fiscal encargado Fabio Espitia. Es decir, a dos bandas, tanto el jefe de la cartera ministerial de Defensa como el fiscal (e); trataron de despejar las dudas que dejó el suceso en la base militar de La Lizama. De hecho, mientras Botero insistió en que Rafael Caro traspasó los límites de una base militar y, que un cabo que estaba al servicio del Batallón de Campaña No. 2 de a la Quinta Brigada del Ejército; “disparó contra el piso, no le disparó a la persona”.


Por su parte, pero en la misma sintonía, el fiscal (e) Espitia sentenció que “no existió homicidio doloso. La Fiscalía constata lo que sucede con base en los dictámenes de balística y esto nos demuestra fundamentalmente que no existió un disparo que iba no dirigido contra una persona, pero en principio apunta a un homicidio culposo”.


Como si tratara de un flashback; a la sociedad civil le vuelven a la memoria casos como el de Dimar Torres que, para esa situación, las declaraciones que empezaron señalando un accidente y resultó una ejecución extrajudicial.


Denuncias y abusos desatendidos


Sergio Martínez, hermano de la víctima del asesinato en La Lizama, señaló que: «Mi hermano era atacado a cada rato por ellos, recibía amenazas, agresiones, ya no se aguantaba más, ya estaba al borde de desesperación. Han logrado maquillar la noticia, hay un video que demuestra que ya llega aporreado, primero hay una golpiza el viernes julio 27, se retaron, y mi hermano ni corto ni perezoso, ingresó al batallón, hubo muchos tiros, fueron ráfagas, ya lo querían matar «, dijo el familiar.


Asimismo, el familiar se ha referido con ahínco que existieron presiones previas al ingreso de su hermano a la base militar. Ramírez señaló que, previo al altercado que está registrado en videos y a la ráfaga de disparos; uniformados le dijeron que “Tú eres el del problema, venga a la base y verá lo que te pasa. Cuando venía de regreso, los dos soldados lo estaban esperando con machete. Fue ahí que lo golpearon, le ocasionaron una herida en la oreja, le partieron un diente y le rompieron el labio”, denuncia el hermano.


Además, el diario El Tiempo, presentó unos audios que muestran las amenazas de los uniformados contra los jóvenes. En uno de ellos, se escucha se escucha al que sería el soldado diciendo «tenemos orden de matar a todo el que se venga acá dentro. Vénganse pa’ acá’, vamos a arrastrar con todos ustedes».


Además de los disparos…


El hermano de la victima ha señalado un aspecto que parece inadvertido por la prensa y que sería de vital importancia para la investigación. Posterior a los disparos, lejos de brindar ayuda si era de tratarse de un accidente, tal como lo dice Ramírez: “no lo auxiliaron ellos teniendo médicos, lo dejaron ahí tirado como un perro”.


En vez de atender al menor de 16 años, uno de los vídeos que se han venido conociendo en los últimos días muestra cómo un uniformado ante el auxilio pedido le dice de forma indolente “Ah, ¿Ahora si ayúdeme?”. Después se ve cómo un uniformado trata de tapar la herida para evitar que se desangre y en el afán de tener una reacción para salvar la vida de Rafael, un civil ingresa a la base para ayudar al menor y la respuesta de un uniformado fue “no se puede meter o lo cogemos a plomo”. Segundos después dejan entrar a un civil para que se lleve al menor para ser atendido, sin tener ningún tipo de auxilio por parte del Ejército.


La sociedad civil espera esclarecimiento de los distintos hechos que han salpicado al Ejército desde la llegada de Martínez Espinel. Hay expectativa de conocer la investigación de la Fiscalía General de la Nación y de la Justicia Penal Militar. Además, se espera que en ese proceso se tenga en cuenta las versiones de la comunidad y de la familia.


Con el agua al cuello


Producto de los polémicos hechos que ha protagonizado el Ejército en 2019, ya desde la prensa se empieza a hablar de unos posibles nuevos cambios al interior del Ejército. Según como lo dio a conocer Caracol Radio, hay al menos comprometidos las hojas de vida de siete (7) generales activos del Ejército colombiano.


Una de las fuentes de Caracol Radio, señaló que “la situación del general Nicacio Martínez nos tiene preocupados porque las tropas no se pueden concentrar en la operatividad como debe ser por estar atendiendo las noticias que giran a su alrededor”. Situación que no habla muy bien del estado al interior del Ejército y la percepción de los uniformados.


Las ejecuciones extrajudiciales, el hostigamiento a los uniformados que informan de las prácticas al interior del Ejército, el caso de Dimar Torres, entre otras razones parecen ser la gota que colmó el vaso. El pasado y el presente tienen en «capilla» a : Juan Carlos Ramírez Trujillo (comandante de la Séptima División), el general Diego Luis Villegas Muñoz, (el comandante de la Fuerza de Tarea Aquiles) Edgar Alberto Rodríguez Sánchez, (el comandante del Comando de Transformación del Ejército del Futuro) Adolfo León Hernández Martínez, (el jefe de la Jefatura de Estado Mayor de Planeación y Políticas) Raúl Antonio Rodríguez Arévalo, Jorge Enrique Navarrete Jadeth, (jefe de generador de fuerza) y general Miguel Eduardo David Bastidas.

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