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Veinte años sin Garzón y sin justicia

Por: Daniela Quintero. Redacción Pares


Este martes los colombianos y colombianas le rinden homenaje al periodista, humorista y activista Jaime Garzón. El 13 de agosto de 1999, el paramilitarismo, en connivencia con las fuerzas del Estado, le cegaron la vida al personaje mítico que lanzaba sátiras en televisión contra el poder político nacional, y a la vez mostraba la realidad del país a todas y todos los ciudadanos.


Garzón nació en la ciudad de Bogotá en 1960 y desde su infancia -cuentan sus familiares- fue una persona inquieta, que exploraba todo lo que se encontraba en su camino y así se mantuvo hasta el día de su muerte.


Según se rumora, y debido al contexto sociopolítico en el que se encontraba Colombia en los años 80, antes de convertirse en el personaje estrella de la sátira política, estuvo por un tiempo corto en las filas del Ejército de Liberación Nacional (ELN), pero se dio cuenta que esa tan anhelada paz social y justa no se lograba empuñando un arma.


En ese sentido, su activismo tomó más fuerza, y aunque sus estudios académicos iban a paso lento, se preocupó mucho más por el trabajo social y político con el fin de aportarle “algo” a la sociedad. Luego, ingresó a la campaña del entonces candidato a la Alcaldía por Bogotá, Andrés Pastrana, a quien no seguía los mismos ideales, sin embargo, consideró que desde adentro podría hacer mucho más por los ciudadanos.


En 1988, Pastrana fue secuestrado en la sede de campaña en una redada del Cartel de Medellín, lo cual catapultó a Garzón hacia la cima. En el momento de la retención, el futuro humorista lanzó un chiste a los secuestradores y a partir de ese momento se creó el mito sobre la buena impresión que le causó a Pastrana, que luego de su liberación lo nombró alcalde menor de Sumapaz.


La nueva etapa de Garzón


En su paso por Sumapáz tuvo que relacionarse con algunos jefes de los frentes de la exguerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia -Farc, que hacían presencia en la zona por ser el corredor estratégico hacia Bogotá-, para llegar a consensos sobre las decisiones de la localidad. Para ese momento las Farc controlaban ese sector y en ese sentido, cualquier movida política debía pasar por la autorización del grupo subversivo.


Dicho relacionamiento convirtió a Garzón como un enlace humanitario para algunos casos de secuestro por parte de las Farc en años posteriores; lo cual tuvo dos consecuencias: la primera que ayudó a varias familias víctimas de este tipo de delito cometido sobre todo por las guerrillas y le dio un estatus de facilitador de paz. La segunda, que dicho papel produjo una estigmatización sobre sus acciones y en ese sentido empezó a ser catalogado como “guerrillero” por parte de las fuerzas militares, grupos políticos de derecha y personalidades con mucho poder político.


Sin embargo, su paso por la televisión fue la que le permitió dar un salto político. Cuando protagonizó los programas Zoociedad Tv, Quac y la Lechuza de CM& fue cuando el rating aumentó, la sátira aumentó y lastimosamente las amenazas conta su humanidad.


La serie de pullas realizadas por Garzón contra los más poderosos durante dos años (1995-1999) en el programa Quac lo llevaron a sentirse hostigado por agentes estatales y paramilitares. Por lo tanto, las constantes críticas al gobierno, la relación estrictamente humanitaria con las Farc, y los rumores de su paso por el ELN, lo ubicaron como un personaje irreverente y una amenaza para el poder tradicional.


Mataron a Garzón


Antes del asesinato, declarado en el 2016 como un crimen de lesa humanidad, Garzón ya sabía que sus días estaban contados. Días previos al 13 de agosto intentó hablar con Carlos Castaño, pero no fue posible, entonces se reunió con Angel Custodio Gaitán exjefe paramilitar recluido en una cárcel de Bogotá, pero la orden ya estaba dada.


Mientras se dirigía a los estudios de Radionet, lugar de trabajo, fue interceptado por dos individuos en una moto, quienes finiquitaron la vida del humorista. El país lloró la pérdida de Garzón que se había atrevido a hablar de política de manera distinta, de presentar lo noticioso en otro formato y poner el dedo en la llaga a las estructuras de poder.


Luego de su muerte empezaron los procesos judiciales. El primer sindicado fue el excomandante paramilitar Carlos Castaño en 2002, pero dos años más adelante se perdió el rastro de Castaño, algunos dicen que sus lugartenientes lo asesinaron como solicitud de su hermano Vicente, pero no se sabe con exactidud.


Tras las pesquisas de la Fiscalía otros exparamilitares resultaron involucrados, pero luego se comprobó que se estaba intentado desviar la investigación acusándolos a ellos y fueron absueltos. El testimonio de alias “Don Berna” (exparamilitar del Bloque Cacique Nutibara) fue clave para esclarecer un poco más el crimen y en ese momento fueron señalados varios miembros de las fuerzas militares y del extinto Departamento Administrativo de Seguridad (DAS).


En 2018 el entonces director del DAS, José Miguel Narváez fue condenado a 38 años de prisión luego de nueve (9) años de proceso, pero en julio de este año el tribunal de Bogotá le redujo la pena a 26 años y 3 meses, por lo cual varias organizaciones y activistas rechazaron la nueva decisión.


Otros de los mencionados en las declaraciones dadas por “Don Berna” fueron el coronel Jorge Eliécer Plazas Acevedo, jefe de inteligencia de la XIII Brigada del Ejército que, en conjunto con su superior, el comandante Rito Alejo del Río, suministraron información a Castaño para presentarle información sobre la supuesta relación entre el humorista y la exguerrilla de las Farc.


Así las cosas, este caso no prescribe y los responsables podrán seguir siendo investigados y juzgados sin ninguna caducidad. Y aunque ya hay algunos condenados, para la familia y algunos activistas que han seguido las pesquisas del crimen, aún falta más justicia.

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