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El contrato de la Corporación Escuela Galán

Por: León Valencia, director – Pares


No es divertido escribir esta columna. En varias oportunidades he exaltado actuaciones de Carlos Fernando Galán. Especialmente cuando, en las elecciones locales de 2011, en su calidad de representante legal del Partido Cambio Radical, le retiró el aval a varios candidatos de una lista de cuestionados que habíamos publicado. En otras oportunidades hemos compartido posiciones críticas sobre fenómenos de corrupción.


En estos días, para descalificar una columna de José Roberto Acosta, señaló que el autor tenía relación con la Fundación Pares cercana a la campaña de Claudia López. Es cierto la vinculación con José Roberto y es completamente cierta nuestra amistad con Claudia. De hecho, la candidata fue compañera de investigación durante muchos años. A ella le hemos colaborado con información pertinente para sus programas y eventos. También lo hemos hecho con candidatos de otras corrientes políticas, porque es parte de nuestro oficio.


Ahora, con tristeza, debo decir que no está bien que una Corporación Educativa que lleva como marca el apellido de Carlos Fernando y ha estado por mucho tiempo en cabeza de su tía Maruja Pachón de Galán, se haya hecho a un contrato de 10.921.000.000 de pesos para realizar una actividad directa con la ciudadanía bogotana en medio de una reñida campaña electoral en la que él es candidato.


Nos vemos en la obligación de publicar la información completa sobre la contratación de la Corporación Escuela Galán para el Desarrollo de la Democracia que encontrará en este portal.

El objeto del contrato es, desde luego, loable. Se trata de labores pedagógicas con los usuarios de Transmilenio para mejorar la convivencia y la seguridad. Además, estarán acompañados por una universidad. Pero tengo que advertir que es una inversión cuantiosa, con metas poco ambiciosas, a conseguir en un lapso corto de tiempo, con un despliegue de 400 personas en una relación estrecha con los usuarios. El emblema Galán será la sombrilla de ese despliegue. No hace falta malicia alguna para pensar que tendrá un impacto en la campaña política. El trabajo ha empezado precisamente en el momento más álgido de la controversia electoral.


Ahora bien, si se mira la historia de la contratación de la Escuela con el Distrito Capital se puede ver que este contrato es atípico, que la tradición era contratar montos mucho más pequeños para labores específicas y fáciles de medir. El salto en la contratación es enorme.


Otra razón por la que no es divertido escribir esta columna. En el medio está el nombre de Luis Carlos Galán Sarmiento, el líder más emblemático de la lucha contra la corrupción y el ventajismo en la política colombiana. Es completamente legítimo que exista una organización sin ánimo de lucro que lleve su nombre y que reciba recursos públicos y privados para realizar actividades que contribuyan al fortalecimiento de la democracia. Pero precisamente por eso es obligatorio que la familia cuide muy bien el tipo de contratación y la oportunidad de sus acciones.


También el alcalde Enrique Peñalosa estaba obligado a pensar en estas cosas al abrir la licitación y al asignar estos recursos en un momento en el que estaba en plena vigencia la ley de garantías electorales.


Carlos Fernando Galán tiene como leitmotiv de su campaña, la independencia. Este es un valor muy importante para los votantes bogotanos que se ve empañado por este contrato. Igualmente, la independencia del candidato es reciente. Se mantuvo en las filas de Cambio Radical en momentos en que estallaron los más grandes escándalos de parapolítica y corrupción que comprometieron a un gran número de parlamentarios y dirigentes regionales y locales de ese partido.


Llevo muchos años escribiendo columnas y haciendo libros sobre la necesidad de una renovación de la política colombiana y he tenido siempre la esperanza de un cambio en las costumbres políticas, por eso me entristece tener que llamar la atención sobre personas que tienen la obligación histórica de contribuir a esta transformación de la vida pública.

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