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"Las movilizaciones son una prueba impactante del Acuerdo de Paz."

Por: Carlos Castelblanco Pinedo – Redacción Pares


«La conquista de los derechos humanos jamás ha sido fácil y no lo será nunca, pero el hecho de que sea difícil no significa que sea imposible ya que no hay un solo derecho que exista que no se haya luchado. Por eso, no es suficiente con que haya leyes, tratados o declaraciones; es necesario movilizar esos tratados y esas leyes para que sean una realidad, y esa es una tarea permanente de las sociedades y los pueblos.»


Pares habló con Luz Marina Monzón Cifuentes , directora de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas – UBPD. Ha trabajado en la defensa de derechos humanos durante más de veinte años representando a víctimas colombianas ante instancias judiciales internas y el sistema interamericano de derechos humanos. A partir de la experiencia y del conocimiento de las expectativas de las víctimas ha desarrollado investigaciones sobre el derecho a la verdad y la justicia.

Se graduó en 1988 como abogada de la Universidad La Gran Colombia y tiene una especialización en ciencias penales y criminológicas de la Universidad Externado, otra en derechos humanos de la Escuela Superior de Administración Pública, y una maestría en Derecho de la Universidad Nacional.

Entre 1997 y 2009 fue parte del equipo de abogados de la Comisión Colombiana de Juristas y tuvo a su cargo expedientes como la desaparición de 19 comerciantes en el Magdalena Medio en 1987, la masacre de Pueblo Bello en 1988, el crimen de Jesús María Valle en 1998, el magnicidio de Jaime Garzón en 1999 y el exterminio de la Unión Patriótica desde 1985 al presente, entre otros.


Pares: ¿Por qué es importante celebrar el Día de los Derechos Humanos este 10 de diciembre?


Luz Marina Monzón Cifuentes: Es muy importante celebrarlo porque tenemos que ser conscientes de que la lucha por los derechos humanos y su garantía es un desafío permanente, no es algo que se concluya y que se haya ganado, sino que siempre lo que conquistas de manera tan difícil y larga, a veces con costos muy altos, son conquistas que están en riesgo.


Entonces, por un lado es importante celebrar este día porque es fundamental reconocer que los derechos humanos son producto de procesos sociales que han movilizado avances jurídicos y normativos internacionales que amparan y amplían los derechos de las personas en el mundo. A la vez, también hay que hacer énfasis en que estas conquistas están en riesgo permanente por parte del ejercicio del poder, por contextos adversos, por políticas económicas e incluso de seguridad que llevan a que regularmente se revisen los contenidos de las conquistas de esos derechos y sus garantías.

«Según el Centro Nacional de Memoria Histórica hay 80.000 personas desaparecidas forzosamente y eso es muy grave; es una realidad alarmante y dramática porque representa un enorme desprecio por la vida humana.» Foto: Pares

Pares: Se tiene la percepción que la comunidad internacional y los sistemas regionales y universales de protección de derechos humanos están muy atentos a lo que ocurre en el país con relación a la situación de derechos humanos. ¿Qué papel juegan y qué impacto tienen el Sistema Interamericano y el sistema universal de derechos humanos en Colombia?


L.M.M: Desde mi punto de vista han sido sumamente importantes porque Colombia respeta estos sistemas internacionales. El Estado nunca ha dicho que se deslinda de ese mecanismo o de ese sistema, y aunque puede ser difícil que cumpla lo que los mecanismos nos ordenan, nunca el país ha dicho que lo va a dejar de cumplir. Ese respeto se refleja en la existencia y presencia de los mecanismos y la comunidad internacional en el país.


Tenemos un mandato de la oficina del Alto Comisionado de la ONU que fue difícilmente prorrogado porque el gobierno estaba tratando de bajarle el alcance, pero finalmente se prorrogó. Aunque el gobierno esté molesto con la comunidad internacional o con los mecanismos internacionales, Colombia los atiende.


Por otra parte, el Sistema Interamericano ha jugado un papel importante ya que a través de su competencia en la promoción de derechos humanos ha establecido ciertas lecturas muy oportunas del contexto colombiano y por lo tanto ha realizado recomendaciones al Estado que nos han ayudado, a quienes hemos defendido los derechos humanos, a tener herramientas de argumentación para para poder hacer nuestro trabajo.


A través de su competencia, el Sistema Interamericano ha venido develando y poniéndole punto final a discusiones sobre hechos que han ocurrido en el país sobre los que había una obstinación en aceptar: por ejemplo, el origen del paramilitarismo dentro del propio Estado a través de un marco jurídico que le dio lugar.


En relación con los órganos de Naciones Unidas, creo que es un sistema que ha fortalecido y visibilizado la situación de derechos humanos del país. Luego están los mecanismos de comités que redactan informes sobre situaciones como la violencia contra la mujer o las desapariciones forzadas y que a mi parecer han ayudado a darle herramientas a los Estados y a Colombia para poder implementar acciones o mecanismos que ayudan a la mayor garantía de los derechos humanos.

«Estamos frente a un desafío en materia de derechos humanos y es en relación con la práctica, porque una cosa es el marco normativo y otra cosa es la aplicación; en ese sentido yo veo que algunas manifestaciones públicas que ha habido en estos días preocupan, al sentir que hay retrocesos en la aplicación de derechos humanos por partes de algunas autoridades.» Foto: Pares

Pares: ¿Cuál es su evaluación sobre el delito de desaparición forzada en Colombia y cómo la UBPD puede hacer un aporte importante al fortalecimiento de los derechos humanos con respecto a ese delito que afecta a varios de estos derechos?


L.M.M: Espero que la Unidad, con la tarea humanitaria y extrajudicial que tiene de buscar a las personas desaparecidas y de contribuir a la verdad en la búsqueda de esos desaparecidos, pueda sacar de la incertidumbre y del desconocimiento sobre qué es la desaparición y qué ha sido la desaparición forzada en Colombia. La Unidad va a contar quiénes son los desaparecidos, cuándo fueron desaparecidos y a dónde fueron llevados.


Yo creo que esto es una verdad que ayudaría cualitativamente a pasar de la cifra al contenido sustantivo de qué significa y qué ha sido la desaparición en Colombia. Yo esperaría que esto ayudara a que esa verdad permita, no solamente a la sociedad civil a conocer lo sucedido, sino sobre todo al Estado a implementar políticas públicas que apunten a algo tan fundamental que es la no repetición. Es muy dramático y muy doloroso que hoy sigan desapareciendo a las personas; entonces, yo esperaría que la Unidad ayude a generar condiciones de no repetición.


Una víctima me decía en estos días que aunque no encontremos a su ser querido desaparecido, ella quiere que se hable de los desaparecidos, que se hable de quiénes son los desaparecidos porque son seres humanos. Parece sencilla la frase pero es muy potente, y es eso lo que perdemos con la desaparición, ya que los perpetradores lo que quieren es que de esa persona no quede rastro. Además, la dinámica de la impunidad y la falta de aclaración sobre lo que pasó llevan a que toda la sociedad asuma que las personas desaparecidos no han existido. Tenemos que hacernos cargo y ayudaría a que seamos conscientes de que hay 80.000 o más personas, seres humanos como nosotros, de los cuales no se sabe qué pasó.


Pares: El anterior Gobierno y las FARC-EP lograron un acuerdo de paz que le puso fin a más de 50 años de conflicto armado. Uno siente que el país no puede bajar la guardia ante el sufrimiento de las víctimas y las heridas que aún quedan por sanar. ¿Hay diferencias hoy en la situación de derechos humanos de Colombia a raíz del Acuerdo de Paz, o la situación es la misma?


L.M.M: Yo creo que es muy pronto para evaluarlo. Uno podría decir que hay un incremento o que hay una profundización de la violencia y efectivamente hay hechos que lo están demostrando: los asesinatos de líderes y de personas que quieren acceder al ejercicio del poder. Sin embargo, creo que no estamos en condiciones de hacer ese balance aún. La paz es una construcción que significa que en Colombia deberíamos hablar de una deconstrucción: es decir, si estamos construyendo paz para deconstruir la guerra y el conflicto de más de 50 años, pues la tarea de deconstrucción es bastante desafiante, y aspirar a que la paz va a dar resultados inmediatos porque ya se firmaron los acuerdos es demasiado ingenuo.


Yo creo que es un proceso lento y complejo este de construcción de paz. Por ejemplo los asesinatos de los líderes, las amenazas, los ataques a las personas que entregaron sus armas, los asesinatos de las personas que aspiraron en las últimas elecciones a cargos de elección pública, son la muestra de que el escenario sobre el que tenemos que construir paz es violento y no ha cambiado, pero es la realidad con la que tenemos que trabajar.


Hoy en día el escenario de violencia es el mismo, pero mi objetivo es distinto; si yo antes no tenía claro que mi objetivo era la paz, hoy el acuerdo de paz me pone en esa perspectiva. Es decir, puede haber violencia, puede haber iniciativas legislativas en contra de la paz, puede haber discursos polarizantes, pero mi horizonte es la paz. Entonces, ese contexto adverso tiene que servirnos para poner los pies en la tierra, pero también para retarnos en mantenernos en el objetivo y el horizonte que es la paz. La construcción de paz, por naturaleza, tiene que desmotivar la guerra, y en eso tenemos que estar de acuerdo.


Por otro lado toda esta violencia nos muestra que la guerra ha generado beneficios de control territorial, beneficios de concentración de poder, beneficios de hegemonías políticas territoriales y nacionales, entonces un acuerdo de paz pone en cuestionamiento esos privilegios. La guerra mantuvo un orden de poder en este país; el acuerdo lo que hace es cuestionarlo. El acuerdo de paz significa que el poder se tiene que distribuir, entonces tiene que haber otras representaciones políticas, tiene que haber una distribución de la tierra y eso no se acepta fácilmente.


Pares: Acerca de esa reflexión de que el Acuerdo de Paz nos enruta como sociedad hacia un solo objetivo que es precisamente la construcción de paz, las movilizaciones y protestas pacíficas que se están llevando a cabo en el país y que ya completan casi tres semanas, ¿se pueden catalogar como consecuencia de ese acuerdo de paz?


L.M.M: Las movilizaciones son la demostración más impactante del acuerdo de paz, no solamente por la manifestación que es en sí misma muy importante en términos de perspectiva democrática, sino porque hay una agenda en esas manifestaciones de reivindicaciones que coincide con lo que dice el acuerdo. Me parece hermosísimo que esto se exprese de esta manera pacífica y diversa. Estas marchas son un clamor ciudadano que dice que tenemos derecho a la paz y eso es lo que la gente está reivindicando con estas movilizaciones.


Yo creo que la gente cuando ha salido a la calle y a las plazas no se ha sentido sola, y no se siente sola porque hay algo en lo que apoyarse: el Acuerdo de Paz. No es una movilización porque las Farc o el narcotráfico les ordenó salir a marchar, no, es un acuerdo que es público y es de toda la sociedad y yo estoy hablando de ese acuerdo que me acompaña a donde vaya.

«Mi lucha ha sido por la defensa de los derechos de las personas y esa fue la razón por la que decidí estudiar derecho. Ha sido mi motor y sigue siendo parte de lo que hago: defender los derechos de las personas que necesitan saber qué pasó con sus seres queridos y determinar dónde están o qué pasó con ellos. Me asumo como defensora de esas víctimas en la búsqueda de sus seres queridos.» Foto: Pares

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