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Un país en una agitada transición política

Por: León Valencia, director – Pares


Muy apreciados miembros y amigos de la Fundación Paz y Reconciliación, 2019 ha sido un año especial por los cambios del país y por los avances de la Fundación. Mil y mil gracias por todo lo que han hecho por Colombia y por la organización. Mi enorme gratitud a todos los donantes. Este año fuimos la organización de la sociedad civil mejor calificada en el panel de opinión de Cifras y Conceptos. La Cruz Roja obtuvo el primer puesto entre las extranjeras. El reconocimiento es merecido, por los esfuerzos que hemos hecho en la investigación, en el debate y en la incidencia en la vida pública. Lo recibimos con alegría y buscaremos con tesón mantener este lugar en el año 2020.


Sombras y luces en la política colombiana


La vida política colombiana tuvo un viraje de 180 grados. El voto de opinión irrumpió con fuerza en la Colombia urbana. Un grupo de alcaldes y gobernadores recibió el apoyo de este voto de opinión, motivado, especialmente por la consulta anticorrupción. Recibió también el estímulo del acuerdo de paz que se firmó a finales de 2016. En Bogotá, Medellín, Cali, Cartagena, Bucaramanga, Cúcuta, Manizales, Villavicencio, Fusagasugá, Villavicencio y Santa Marta, se presentó claramente este fenómeno. También en el departamento del Magdalena.


Esta realidad contrasta de manera lamentable con el triunfo de los clanes políticos tradicionales en otros lugares del país, especialmente en la Colombia profunda. Los Char, son un ejemplo clave del gran poder que aún tienen los clanes políticos. Barrieron en Barranquilla y en el Atlántico y ganaron en alianzas en la mayoría de los departamentos de la costa caribe. Otro ejemplo es el Clan de Dilian Francisca Toro en el Valle del Cauca, la gobernación y la inmensa mayoría de las alcaldías del departamento quedaron en sus manos. En otros nueve departamentos ocurrió cosa parecida.


Las estructuras nacionales de los partidos sufrieron un duro golpe. Con excepción del Partido Verde, las élites políticas nacionales recibieron un castigo en las elecciones. Nominalmente registran votos y nombres en alcaldías, en gobernaciones, en concejos y asambleas, pero en realidad los elegidos obedecen a los clanes, no a los directorios nacionales de las colectividades. El libro Los Clanes Políticos Mandan en Colombia producto de nuestra investigación y editado por Planeta, que saldrá a librerías a finales de enero, da cuenta de esta situación.


La protesta social, una nueva realidad


Otra realidad nueva es la protesta social. Las clases medias y los jóvenes se tomaron las calles del país y obligaron al gobierno de Duque a abrir “Una conversación Nacional”. Hacía mucho tiempo que no se veía una protesta tan masiva y tan prolongada. El motivo, es, sin duda, la inconformidad con el gobierno nacional y detrás de esta inconformidad cada sector de la población esboza su demanda.

El comité nacional de paro tuvo la gran idea de convocar la protesta, pero, en realidad, no representa la diversidad y la profundidad de estas manifestaciones. En todo caso, le ha propuesto al gobierno un pliego de 13 puntos y le ha exigido una negociación nacional, en vez de una conversación nacional.


Los escenarios hacia el año entrante pueden ser los siguientes: 1. Optimista, la protesta continua con singular fuerza y el gobierno, el Comité Nacional de Paro y una variedad de actores sociales implicados en la protesta, llegan a un acuerdo nacional y el país entra en un camino de reformas liderado por Duque; muy poco probable, pero no descartable 2. Pesimista, la maniobra de la conversación nacional, sin negociación, le da resultado al gobierno y la protesta se apaga sin mayores cambios 3. Esperanzador, la protesta continúa sin acuerdo nacional y busca otros cauces para el cambio y las reformas, el gobierno entra en una profunda crisis y se habla incluso de la renuncia del presidente.


El Congreso y su papel protagonista


Otra situación inédita ha sido el protagonismo del Congreso en el año que termina. El régimen político colombiano, de gran concentración de poder en el presidente, ha relegado siempre al Congreso a un segundo lugar, en ocasiones es sólo un apéndice del ejecutivo. Pero la emergencia de una bancada de oposición de izquierdas con el 25% del Senado y la incapacidad del presidente Duque para armar una coalición estable con los liberales y Cambio Radical, han puesto al gobierno en minoría en discusiones claves en el Congreso. En algunos momentos ha habido un parlamentarismo de facto.


Duque tiene desaprobación cercana al setenta por ciento; se raja en la encuesta empresarial del diario La República, donde el presidente obtiene una calificación de 2.8 sobre 5 y la vicepresidenta 2.7; afronta divergencias en su propio partido; y no tiene una agenda de reformas y cambios para salir del hueco en que se encuentra. Parece un boxeador que esta recibiendo una paliza de su rival en una esquina del cuadrilátero y su manager le está dando cocotazos por detrás exigiéndole que reaccione.


La situación tiene un telón de fondo muy interesante. En realidad, estamos en el hundimiento del proyecto político del uribismo. Las segundas partes de grandes proyectos caudillistas en América Latina nunca han sido buenas. Esto es válido para la izquierda y la derecha. Maduro después de Chávez en Venezuela; Dilma Roussef después de Lula en Brasil; Lenin Moreno después de Rafael Correa en Ecuador; el segundo momento de Fujimori en Perú; el segundo gobierno de Piñera en Chile.


Es muy probable que eso sea lo que esta ocurriendo en Colombia con este segundo momento del uribismo encarnado en Iván Duque. El proceso de paz y la división de las élites políticas tradicionales en torno a este proceso, abrió las puertas a una nueva agenda para el país y al protagonismo de nuevas fuerzas políticas y sociales. De resultar cierta esta hipótesis, estaríamos en un momento de transición política hacia un nuevo proyecto político que ojalá sea profundamente democrático en lo político, decisivamente equitativo en lo social y ambiciosamente contemporáneo, incluyente, postmoderno y pacifista en lo cultural.


Resultados y desafíos de Pares


La Fundación Paz y Reconciliación debe contribuir a un desenlace de reformas y cambios en el país en esta coyuntura crítica. Aportar a una esperanzadora transición política. Su papel, desde luego, está en el debate público, contribuyendo en el diseño de una agenda de renovación de la política, de transformación social y de reconciliación del país. También puede contribuir a acercar las tres realidades: los alcaldes alternativos, la protesta social y las bancadas independientes y de oposición. La confluencia de estos tres factores conformaría un nuevo sujeto político nacional, capaz de liderar la transición, un proyecto más colectivo donde surjan nuevos liderazgos menos contaminados por el caudillismo.


Continuamos con el seguimiento al postconflicto y dimos cuenta de los esfuerzos del gobierno por limitar o acabar con el Sistema de Verdad, Justicia, Reparación y no Repetición; de su fracaso en las objeciones a la JEP; y de su pretensión de utilizar el caso de Jesús Santrich para deslegitimar a esta jurisdicción. Informamos, en exclusiva, sobre la decisión de Iván Márquez, Jesús Santrich y diez jefes de las extintas Farc de rearmarse.


Documentamos en detalle la situación de los territorios dejados por esta guerrilla en su proceso de desmovilización y desarme y el desafortunado crecimiento de las disidencias. Nuestro plus en este campo es el trabajo de terreno, el conocimiento de las regiones, la red de amigos que tenemos en diecisiete zonas del país. Debemos fortalecer esta relación con las regiones en 2020.


Mantuvimos el ojo puesto en la frontera con Venezuela y en las disputas entre el gobierno de Duque y el régimen de Nicolás Maduro. Denunciamos la grave torpeza del gobierno nacional al dedicar grandes esfuerzos a encabezar una coalición internacional para tumbar al gobierno del vecino país por la fuerza y por las presiones desde afuera.


Alertamos sobre las consecuencias negativas de esa actitud para los intereses de Colombia y para la tranquilidad de la larga línea de frontera que une a los dos países. Además de los informes sobre la situación de seguridad de la frontera, promovimos la conformación de una convergencia ciudadana entre Colombia y Venezuela para hacer oír la una voz que aboga por una salida pacífica a la crisis venezolana, por restablecer las relaciones entre los dos países y por un alivio humanitario para los migrantes. Esa convergencia está en acción.


Hicimos una intensa labor de investigación sobre el comportamiento de los clanes políticos en las elecciones locales, los candidatos cuestionados, la violencia electoral y las irregularidades en la campaña con una importante influencia en la opinión pública, algunos de los candidatos cuestionados salieron de la contienda o fueron derrotados después de nuestras denuncias. Ahora eso queda consignado en un libro que tendrán a mano los analistas y el público en general.


Concomitante con esta labor denunciamos graves hechos de corrupción pública que tuvieron una importante repercusión en los medios de comunicación y junto a notables investigadores de estos fenómenos conformamos una coalición anticorrupción que vio a la luz denunciando las irregularidades alrededor de la escogencia del Registrador Nacional del Estado Civil, Alexander Vega. Esta coalición se denomina FUERSA y dará mucho de que hablar en los próximos años.


En un esfuerzo por entregarles conocimientos sobre seguridad y convivencia a los candidatos a las alcaldías y gobernaciones, trajimos al país a expertos internacionales y organizamos, en alianza con otras fundaciones, seminarios en Bogotá, Medellín, Cali, Bucaramanga y Cartagena en los que participaron quinientos candidatos de todas las tendencias políticas. En esa labor forjamos un dossier con propuestas y herramientas para que los alcaldes y gobernadores elegidos puedan realizar buenas prácticas de seguridad y convivencia en sus ciudades y en sus regiones.


Continuamos la tarea de acompañamiento a once iniciativas económicas y culturales de organizaciones juveniles en todo el país y empezamos a poner en práctica la caja de herramientas construida con base en la investigación sobre jóvenes en riesgo. Esperamos continuar con esta labor con nuevas alianzas en el año 2020.


Con un abrazo de navidad y año nuevo

León Valencia

Director Fundación Paz y Reconciliación

Bogotá, diciembre de 2019

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