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ELN: un conflicto armado por superar, y aún estamos lejos

Por: Luis Eduardo Celis*


Hay un conflicto armado que se desarrolla en 120 municipios donde el ELN mantiene vínculos con comunidades, donde tiene solidaridad con algunas comunidades de vieja data, donde se impone sobre otras comunidades.


El ELN en medio de un conflicto de seis décadas, mantiene su esencia de lucha política mezclada con prácticas criminales que afectan comunidades. Es una acción compleja llena de grises: quienes digan que son solo altruismo revolucionario se equivocan, quienes afirman que son solo una banda criminal codiciosa y narcotraficante, también se equivocan.


Este conflicto armado solo se resolverá de manera definitiva en un proceso de diálogo y negociaciones, con la mayor participación social y ciudadana. Lo otro son fracasos y la continuidad de tristezas y sufrimientos para las comunidades y un lastre para esta precaria democracia que hay que transformar y ampliar. El Estado no puede controlar al ELN, mucho menos derrotarlo.


Este Gobierno, el del presidente Iván Duque, no tiene en su ADN político el interés de una negociación, no les interesa ni les conviene políticamente, ya vemos el sistemático incumplimiento con el acuerdo firmado con las FARC, en ese espejo se mira el ELN y no le gusta lo que ve y maximiza todas las dificultades para afirmarse en su convicción de que no hay posibilidad de avanzar con este Gobierno.


El ELN no tiene en su ADN, la variable opinión ciudadana. Vive ensimismado en su propio mundo, es rígido en su quehacer político, solo ve la confrontación con su contraparte y desconoce a la sociedad que anhela y trabaja por una paz con transformaciones que es el planteamiento del ELN.


Este grupo se podría sintonizar y ganar respaldo en la sociedad, desafortunadamente eso no lo ve y se mantiene en su proyecto de fuerza y resistencia lo cual lo aleja de una sociedad con la que podría trabajar por un proceso de paz, no ahora, pero sí con un gobierno interesado en resolver este conflicto armado, con transformaciones que son necesarias en los 120 municipios donde permanecen y extensivos a una Colombia que requiere nuevos acuerdos y derroteros de acción social y política.


El ELN termina un cese unilateral de 30 días, gesto importante que cae en el vacío de un gobierno que piensa más en el sometimiento que en la variable negociación.


Tres dificultades de un proceso de paz


Hay tres grandes dificultades a superar para un proceso de paz exitoso: un gobierno que tenga una oferta de negociación que pueda incluir al ELN, una dinámica de participación social, política y ciudadana que se involucre a fondo en la solución de este conflicto, con energía y propuestas y un ELN que se decida, con firmeza, por el camino negociado para salir de un proyecto de resistencia armada que no trae nada bueno para las comunidades donde permanece ni para el país, que debe seguir trabajando por transformaciones en una acción social y política sin violencia.


El ELN vuelve a su accionar armado y en los meses que vienen volveremos a ver un muerto aquí y otro muerto allá, una bomba aquí y otra bomba allá, un pequeño riachuelo de sangre que se puede tornar en ríos de sufrimiento. Hay un conflicto armado por superar y aún estamos lejos de ello.

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*Investigador en temas de paz y conflicto. Sociólogo de la Universidad Nacional.

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