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¿Vigilancia o privacidad? Desafíos de las aplicaciones móviles

Por: Catalina Miranda Aguirre. Especial para Pares.


La tecnología ha sido una herramienta fundamental durante esta pandemia. En el caso particular de los aplicativos móviles (App), estos han contribuido significativamente a mantener a la ciudadanía informada y, en muchos casos, disminuir la movilización de individuos a centros hospitalarios ante síntomas respiratorios que no necesariamente implican estar contagiados. Sin lugar a duda, el papel de las TICs ha contribuido a reducir el pánico producido por una creciente situación de incertidumbre, apoyando la gestión de los gobiernos (nacionales y locales), y las organizaciones internacionales que han abanderado el tratamiento de esta crisis sanitaria (como la OMS).


Las experiencias internacionales en esta materia son variadas. En Alemania, por ejemplo, Deutsche Telekom ha desarrollado una plataforma por medio de la cual se transfieren los flujos de movimientos de sus usuarios al Instituto Robert-Koch, agencia estatal responsable del control y prevención de enfermedades.


Por su parte, la Comisión Europea se encuentra coordinando estrategias con ocho operadores de telecomunicaciones, para obtener datos de geolocalización que permitan generar medidas capaces de rastrear anónimamente el avance de la Covid-19 entre sus usuarios.


Apple y Google también se han unido a estas iniciativas cuando, el 10 de abril, anunciaron una alianza con la finalidad de desarrollar un sistema conjunto que permitiera alertar a las personas, desde sus celulares, si estuvieron en contacto con otros individuos que hubiesen dado positivo al virus. Ambas multinacionales aseguraron que respetarán la privacidad de los usuarios que decidan descargar esta App, cuyo uso será completamente voluntario, además de anónimo.


Lo anterior implica que no habrá registro de la localización de las personas vía GPS, ni un uso indebido de información personal. Este tipo de herramientas ya están siendo implementadas, con éxito, en Singapur, Israel, Corea del Sur y Polonia.


Ahora bien, el carácter voluntario de estas aplicaciones puede cambiar su naturaleza, especialmente con la re-apertura de fronteras y las políticas que decidan adoptar los gobiernos frente a viajeros externos.


De acuerdo con Privacy International, en Tailandia, SIM cards y aplicativos móviles fueron destinados a población extranjera, mientras que en Hong Kong es obligatorio usar brazaletes para aquellas personas que se encuentran en cuarentena obligatoria. Ambas iniciativas tienen la finalidad de registrar la localización de los individuos, además de emitirles mensajes del gobierno de manera reiterativa e inmediata.


En Colombia, el gobierno nacional lanzó el aplicativo CoronApp. A grandes rasgos, esta herramienta permite visualizar las cifras para el país sobre el estado del contagio, consejos esenciales en materia de cuidado en casa, plataformas educativas y alternativas económicas durante el Coronavirus, y líneas de atención relacionadas con la emergencia sanitaria.


Víctor Muñoz, Consejero Económico y de Transformación Digital, aseguró que el uso extensivo de esta aplicación móvil permitirá al Instituto Nacional de Salud (INS) actuar de una manera mucho más asertiva. Además de ser otro canal de comunicación oficial para brindar medidas y recomendaciones de prevención, así como reportes del estado y comportamiento de este nuevo coronavirus en el país.


Entre sus muchas otras ventajas, esta App ha permitido construir mapas de información y de calor que facilitan la toma de decisión del gobierno, y sus correspondientes instituciones de salud.


Las ventajas


Las prácticas internacionales han demostrado que el uso de estos aplicativos podría favorecer la flexibilización de las medidas de confinamiento y aislamiento obligatorio. En caso de que sean interoperables y capaces de usarse en diferentes países del mundo, también promoverán la disminución de las restricciones fronterizas, reestableciendo paulatinamente las dinámicas internacionales de movilidad.


Así mismo, la información recolectada a través de estas plataformas digitales, permitirá detectar poblaciones vulnerables, y entender el impacto que en éstas puedan tener las políticas relacionadas con el distanciamiento social y el confinamiento.


Las desventajas


Si bien las TICs han sido un aliado estratégico para entender el estado del virus, prevenir los contagios, y mantener informada a la población, también es importante distinguir los riesgos asociados al uso extensivo de estas herramientas que, en su momento, podrían afectar la intimidad y privacidad de los individuos.


Uno de los mayores peligros es que en regímenes poco democráticos y/o con legislaciones ambiguas en materia de libertades personales, estas Apps podrían incrementar el poder de los gobiernos para explotar los datos personales con propósitos que no están necesariamente relacionados con la mitigación del virus, inclusive cuando termine esta situación sanitaria.


En India, por ejemplo, las violaciones a la privacidad que suponen un riesgo para la seguridad material de las personas, ya se empiezan a notar. En el Estado de Karnataka, fue publicado un listado con los detalles personales de todos los individuos en cuarentena. El objetivo de esta acción es favorecer la geolocalización de estas personas por parte de los cuerpos policiales, a través de sistemas GPS, drones, entre otros.


En casos donde la claridad en la protección de los datos de los usuarios no sea extensiva, se incrementará significativamente la violación a derechos fundamentales como el derecho a ser informados sobre los fines del procesamiento de los datos y los usuarios a los que se comparten esos datos, muchos de los cuales son sensibles para los individuos.


Estos asuntos también están altamente condicionados por los parámetros de seguridad cibernética de las aplicaciones. No debe olvidarse que plataformas como Google, YouTube, Apple y Amazon han sido blancos para el robo de información sobre sus usuarios a través del phishing, ampliamente utilizado por estafadores cibernéticos para robar información personal y financiera; o el reciente escándalo de Facebook, en el que esta red social vendió datos personales a grandes empresas para incidir en el comportamiento y preferencias de los usuarios.


Puntos de equilibrio y algunas recomendaciones


Los riesgos asociados al uso extensivo de aplicaciones para controlar la movilidad de las personas, podrá afectar significativamente la privacidad de los seres humanos, más aún si juegan como organizaciones rectoras en la administración de estas herramientas, actores públicos y privados que, en algunos casos, no han tenido comportamientos precisamente respetuosos de estos derechos. Sin embargo, este temor no debe impedir el uso de la tecnología para mejorar las condiciones de vida de la humanidad, especialmente en la época crítica que estamos enfrentando.


Para mitigar esos riesgos, algunas aplicaciones como TraceTogether en Singapur pueden ser referencias de buenas prácticas en la materia. Esta App tiene varias garantías de seguridad para sus usuarios, como el no recolectar datos espaciales de las personas. Por su parte la Pan-European App, además de encriptar la información personal, asegura el anonimato de las personas y los datos de los individuos. En ese sentido, COVID-19 app (desarrollada por el Instituto Noruego de Salud Pública), solamente guarda la información de la localización durante 30 días.


Ahora bien, el éxito de estas aplicaciones también depende de la cantidad de personas que tengan acceso a estas tecnologías, su voluntad de hacer parte de las mismas, y el número de pruebas que se hagan para reportar al sistema si se está, o no, contagiado. Hasta la fecha (6 de mayo del 2020), CoronApp ha sido descargada 4’905.841 veces, una cifra importante pero que, al compararse con los casi 50 millones de personas que habitan en Colombia, podría ser poco representativa.


A lo anterior se suma que este tipo de tecnologías en un país como Colombia, son un privilegio. De acuerdo con el Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, en el país, más de la mitad de su población no tiene acceso a internet (23,8 millones de personas), situación que se concentra en las zonas más apartadas, o en los estratos 1 y 2 de las ciudades.


Asimismo, la amplia diversidad étnica del país y su población etaria, hace indispensable que el uso de estas tecnologías para el control del virus, sea complementado con otros medios de comunicación, como emisoras comunitarias.


La transparencia entre desarrolladores y usuarios, la transferencia de información, y las alianzas público-privadas en el desarrollo de aplicativos, será fundamental a la hora de reactivar movilidad nacional e internacional, toda vez que se proteja la vida de las personas y la sostenibilidad de los sistemas de salud.


Por último, es importante que las múltiples iniciativas en los ámbitos locales, nacionales internacionales e, inclusive, privadas, sean interoperables o, por lo menos, lo suficientemente coordinadas para manejar un mismo canal de comunicación que no incremente la desinformación y el pánico, y que prevenga la filtración de información maliciosa o falsa.

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