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Museo de la memoria femenina Rosalba Salazar Uribe

Por: María Victoria Ramírez M.


«¡Las mujeres escriben la historia del mundo! ¡Debe haber un Museo de la Mujer en cada uno de los países del mundo!»

Shirin Ebadi, Premio Nobel de paz 2003


La memoria es una necesidad latente de los pueblos. Todos, desde las más antiguas civilizaciones hasta los más recientes países reconocidos por la ONU, necesitan donde albergar lo que son como nación, sociedad y cultura.


La función de la historia pareciera ser esa; mamotretos de libros relatan con detalle los acontecimientos históricos de los hombres y las mujeres en el transcurso de la vida, la poesía habla de nuestros héroes, y algunos poemas de las heroínas, la literatura nos ha pintado los frescos de épocas que no podríamos imaginarnos de no ser por la pluma magistral de un sinfín de escritores y escritoras que investigan a fondo cómo era el mundo del pasado, el cine intenta recrearnos una imagen fidedigna de cómo vivieron nuestros ancestros, los políticos, cuando les conviene, acuden a la historia para acomodar sus ideas y la desechan cuando esta nos ha dejado lecciones duras.


Sin embargo, todo esto no es suficiente, porque la historia como relato también miente, también oculta, también es cómplice y a la vez actor silencioso de aquello que el poder quiere mantener entre sombras y una de esas cosas que se quiere silenciar, desechar, olvidar es la historia de las mujeres en el mundo, su ser y acontecer, sus sufrimientos y sus logros, sus grandes aportes a la humanidad.


Los libros de historia no dan cuenta amplia de ello, algunos medianamente mencionan el papel de las mujeres en la historia política y cultural del mundo, y cuando su papel es imprescindible y sus aportes indiscutibles, las excepciones se cuentan como algo maravilloso, como si hubiera que extasiarse porque una mujer hace, hizo, lo que normalmente se piensa es de ámbito masculino.


Los museos, son entonces, apéndices de la historia de la cultura, que cuentan la historia ya no desde los mamotretos propios de la historiografía, el archivo, y la arqueología, sino desde la narrativa de los objetos que allí se exhiben; su valor radica en la reproducción vívida de un momento especial que marcó la vida de una nación, o una persona y que se considera, vale la pena mantener como legado.


También los museos educan, reúnen colecciones científicas, arqueológicas, militares, deportivas, tecnológicas, deportivas, literarias, etc. que dan cuenta de la necesidad de la humanidad de conocer, explorar, entender y preservar su cultura y su pasado.


Así pues, detonado por el bello libro El museo de la inocencia, del escritor Turco Orhan Pamuk, premio nobel de literatura en 2006, en el cual un hombre profundamente enamorado de una mujer con la que no puede casarse, decide albergar su recuerdo construyendo un museo con sus objetos personales, donde un pendiente, es la piedra angular de toda su obra, con este Museo de la Inocencia, el hombre de la historia quiere mantener vivo y vívido el recuerdo de Fusun y de su amor por ella.


Por esto, desde Consultoras S.A.S. y con el concurso y aporte de otras personas y organizaciones, hemos propuesto al departamento de Risaralda, la creación del museo de la memoria femenina, Rosalba Salazar Uribe, como un espacio para reconocer el aporte de las mujeres a la vida cultural, política, económica, científica, social, y en diferentes actividades, al departamento.


La necesidad de sistematizar la historia de la mujer risaraldense y del movimiento de mujeres en todas sus expresiones; nos motiva a pensar en un proceso innovador de memoria, que tiene que ver con la museología y la curaduría estética y artística, en un lugar que albergue el acontecer político, cotidiano, económico, cultural y en diversos campos de la mujer de este departamento; y que a la vez sirva como voz y espacio constante de resarcimiento y visibilización de su aporte a la construcción de sociedad.


Este aparte de la propuesta que hemos presentado al ente gubernamental departamental, expresa en esencia la razón por la que se concibe la idea de un museo de la memoria femenina.


Pues en Pereira, como en casi todo el país, la situación de las mujeres no dista mucho de ser diferente a lo que en otros años anteriores se ha evidenciado, sin embargo, el propósito diferenciador y poderoso de este museo, es romper con el mito de la mujer sorda, que cargan como lastre las mujeres de Pereira y que se representa también en todas las mujeres del departamento por asociación con la capital.


Este mito, está ligado además a una realidad social y económica que la sociedad risaraldense y pereirana se han demorado en superar, y que aún pervive en las estructuras más profundas de la ciudad y del departamento.


Según publicación de la OIM, más del 90% de las víctimas de trata de personas en Colombia son mujeres, en la modalidad de explotación sexual. La edad promedio de las víctimas está entre 23 a 27 años y los rangos van de 11 a 41 años. Aunque el desempleo y la falta de oportunidades son un factor de riesgo, el mayor número de víctimas no provienen de las zonas más deprimidas sino de las que han sido o son más prósperas. La mayoría de víctimas provienen del Eje Cafetero, siendo Risaralda el que aporta el porcentaje más alto. Las ciudades identificadas como generadoras de mayor número de víctimas son en su orden, Cali, Medellín y Pereira. Bogotá ocupa el quinto lugar.

Entonces no sólo se trata de derrumbar desde la cultura un mito que responde a una visión conservadora y estigmatizante de la mujer risaraldense y pereirana, sino de aportar desde el trabajo intelectual de un grupo importante de mujeres, formadas en diversas áreas del conocimiento e insertas en el movimiento feminista y femenino de la ciudad, senderos que ayuden a dar el salto cualitativo para dejar de lado esta problemática.


Los museos femeninos entonces no son un embeleco más del feminismo ni de las organizaciones de mujeres de la ciudad y el mundo, prueba de que no es un capricho, es la existencia de la asociación internacional de museos de mujeres, IAWM siglas en inglés, fundada en 2012 en Australia, organización que reúne y trabaja en red con otros museos de la mujer en el mundo, entre ellos el primer museo femenino abierto al público el de Bonn Alemania en 1981 seguido por el de las mujeres artistas de Washington inaugurado en 1987.


El listado oficial de la asociación internacional de museos de mujeres a 2019, da cuenta de 59 museos o casas de la memoria femenina en todo el mundo, distribuidas de la siguiente manera: cinco en África, 10 en Asia, 33 en Europa seis en Norteamérica, tres en Centroamérica , y tres de Sur América del cual solo se cuenta uno inscrito a la red en Colombia, La casa de la memoria y los derechos de las mujeres, ubicado en Barrancabermeja. Sin contar museos que no están relacionados como el de La Pola en Guaduas Cundinamarca y el de Evita Perón en Argentina, que tienen un carácter eminentemente histórico y político.


El museo de la memoria femenina Rosalba Salazar, es pues una idea que se conecta con una necesidad de reconocimiento mundial, que inicia en Alemania, y que se irriga en museos por todo el mundo, pasando por el museo de la mujer de México, El de Evita y el de la Mujer en Argentina, el de Guatemala, El de Costa Rica, entre otros.


Si narramos la historia de las mujeres de Risaralda, sus aportes intelectuales, culturales, educativos, científicos etc., no solo derrumbaremos el mito de la mujer sorda, sino que el museo será un punto de quiebre en la educación tradicional que sobre las mujeres se le proporciona a los chicos de Colombia, se aportará además a disminuir los índices de violencia de género, y a equiparar en condiciones de dignidad laboral, social, política y espiritual.

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