Por: Laura Cano. Periodista Pares.
El 9 de septiembre, siendo el Día de los Derechos Humanos, se conoció que en la noche del día anterior había sido asesinado por miembros de la Policía Nacional, Javier Ordoñez, quien recibió varias descargas eléctricas por parte de uniformados con una pistola Teaser. Javier Ordoñez, de 44 años, era padre de dos hijos, uno de 15 años y otro de 11, además estaba a poco de recibir su diploma como abogado. Por él la rabia y el estallido se levantó en la noche del 9 de septiembre.
Las calles de zonas como Villa Luz, en Engativá; La Gaitana, en Suba; El Tintal, en Kennedy y el Verbenal, en Usaquén, fueron el escenario para mostrar la rabia no solo que produjo el asesinato de Javier, sino también de una serie de ataques por parte de la Fuerza Pública en distintas zonas del país, abusos de fuerza que, hasta ese momento, y solo durante el 2020, les había costado la vida a 10 personas.
Así la gente fue saliendo a las calles, porque, por lo menos en Bogotá, es a esa misma gente de los barrios populares a la que están asesinando, a la que criminalizan, y a su vez la que reclama, la que acompaña cuando las balas de la Policía dejan en esas mismas calles a personas asesinadas, o casi muriendo.
El 9 de septiembre en Bogotá el reclamo por las muertes que se han reportado en el país trajo más sangre. En la capital hubo 248 heridos, 58 por arma de fuego. Además, se han reportado ocho personas asesinadas (6 en la capital y 2 en Soacha. Este crítico y doloroso panorama muestra que en Bogotá hubo masacre.
En medio de estos hechos se conoce que fue asesinado un menor de edad, Jaider Fonseca, quien recibió, al menos, tres impactos de arma de fuego (Verbenal, Usaquén). Cristián Hernández, de 24 años, de quien, además, su cuerpo fue levantado casi dos horas después (Verbenal, Usaquén). Germán Smith Puentes, un domiciliario de 25 años, padre de un niño de siete años (Suba Rincón). Julieth Ramírez, una estudiante de psicología e inglés, de 19 años (Suba La Gaitana) y Christian Hurtado, de 27 años (Ciudad Verde, Soacha). Asimismo, entre los heridos está Fabián Peña, un joven que recibió un disparo en la cabeza cerca de la Biblioteca El Tintal por parte de uniformados, como se ha denunciado por parte de la comunidad, y quien permanece en delicado estado de salud.
“Además, es claro que el despliegue fue un desorden también: cojan las motos y salgan atropellar a manifestantes sin discriminar quién es vándalo y quién no. El ESMAD también falló porque eran muchos puntos los que debían atender y nadie en la policía tenía claro cuáles iban a terminar en vandalismo. La Fuerza Disponible estaba atemorizada también porque ni siquiera evitaron la vandalización del CAI Villa Luz y se notaba que tampoco querían. Todas las mediaciones que incluyeron la Mesa Distrital de Derechos Humanos fracasaron en el intento de calmar los ánimos. Anoche todo era anarquía pura”, afirmó Jaime Palma investigador de Pares.
Adicionalmente, hay que decir que 114 policías resultaron heridos, y aproximadamente se contabiliza que 53 instalaciones policiales fueron afectadas, al igual que 77 vehículos. Por otra parte, en la ciudad se realizaron, al menos, 26 protestas. Y según, Defender la Libertad, siendo cerca de las 12:30 a.m. 45 personas habían sido retenidas.
Las vidas afectadas, perdidas, son el foco del balance de la jornada del 9 de septiembre. Los gritos de auxilio, de temor, la angustia y el dolor están por encima de cualquier propiedad pública o privada afectada. En Bogotá hubo masacre y el llamado sigue siendo a una reforma urgente a la Policía, a no seguir por la vía de aumentar los organismos de represión bajo la premisa de mantener el orden, y también a frenar las acciones de esta institución cuando se debe hacer y cuando se está en poder de hacerlo.
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