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El uribismo se instala en un pedestal moral falso

Por: Luis Eduardo Celis. Columnista Pares.

Colombia está incursa en un proceso de balance de responsabilidades frente a las múltiples violencias que hemos vivido por más de medio siglo y que desafortunadamente siguen presentes en nuestra realidad, con sus desastres cotidianos, que se cobran vidas, la sangre sigue corriendo ahondando las heridas en una sociedad que aún no logra encontrar un camino de democracia de calidad y paz.


Tenemos el más reciente referente para tramitar los derechos básicos de las víctimas y de la sociedad, que es el sistema de justicia, acordado en el acuerdo de paz firmado con las FARC, ese tribunal especial que es la Jurisdicción Especial de Paz, y al cual deben concurrir todos los que tengan responsabilidades en graves crímenes.


Las FARC van a ese tribunal, tienen el deber de concurrir a contar la verdad de sus crímenes y sus responsabilidades, pero para el uribismo eso no es suficiente, descalifican ese mecanismo de justicia y todo es insuficiente, exigen y exigen y se ubican en un pedestal de ética y moralidad, como si el uribismo fuera un actor sin responsabilidades en estas violencias, critican y critican y quieren pasar como los defensores de una democracia y unas instituciones que tiene responsabilidades en las múltiples barbaries, eso hay que señalarlo y discutirlo con serenidad y firmeza.


El uribismo no tiene ninguna autoridad para descalificar el actual proceso de justicia transicional que se vive en Colombia, como lo hace abiertamente todas las semanas y como lo ha hecho en estos días el presidente Duque al criticar la comparecencia de las FARC y sus dirigentes ante el tribunal de la JEP, no le compete descalificar o aprobar lo que ahora está en una instancia de justicia que no ha fallado, es un proceso en curso y al cual se le debe respeto.


El uribismo, tiene manchadas las manos de sangre, como las tiene las FARC, como las tienen muchos que quieren pasar de agache y no asumir responsabilidades, el Uribismo es el actor central y único de la parapolítica, proceso juzgado y donde más de ochenta parlamentarios han sido sancionados judicialmente por aliarse y trabajar políticamente con ese ciclo de paramilitarismo que controlo vía masacres y desplazamientos muchos territorios en la década de los noventa y aportó un tercio de la votación con la que Álvaro Uribe Vélez, fue electo presidente en el 2002, ahí están las raíces de los vínculos del uribismo con mafias y crímenes, procesos que hoy tienen a Álvaro Uribe en la condición de preso.


El uribismo tiene mucho que decir sobre el desplazamiento forzado en muchas regiones, sobre las formas en que muchas economías en el mundo rural se han expandido sobre el despojo de tierras, los casos de Urabá, Magdalena Medio, el Meta o los Montes de María, para señalar algunos están con la huella de economías que quieren pasar por muy legales y modernizantes, pero en sus raíces hay sangre de humildes familias campesinas, afros e indígenas, eso es lo que el país sigue debatiendo y a lo cual hay que responder en los estrados judiciales y en el debate político en curso.


En el Congreso hay antiguos delincuentes políticos que reconocen sus responsabilidades y han hecho un acuerdo de paz, que son las FARC y hay una fuerza política que es el Centro Democrático, con muchos nexos con ilegales que quiere dar todos los días lecciones de ética, sin tener ninguna autoridad para ello, su historia es tenebrosa y no solo su pasado, el presente es de irrespeto al estado de derecho, como lo hemos visto esta semana con la forma como desde el gobierno han respondido a los fallos de la Corte Suprema de Justicia, ante la forma en que tratan la protesta social y a las víctimas, esa es otra cara, de este ejercicio abusivo del poder.


Si queremos avanzar en democracia, hay que asumir responsabilidades y reconocimiento por parte de todos los que han participado y siguen participando de estas violencias y donde igualmente está el desempeño estatal y de las fuerzas políticas que lo han conducido y allí es protagonista de primera línea el Uribismo que en las dos últimas décadas ha tenido responsabilidades enormes en la conducción del estado y en oponerse a una paz que afortunadamente lideró el presidente Juan Manuel Santos y que cumple 4 años, con sus logros y sus retos, ante un gobierno que no cumple de manera cabal.


La sociedad colombiana, está incursa en una profunda confrontación entre quienes quieren conservar este orden antidemocrático, lo que incluye no responder por sus responsabilidades y los que anhelamos cerrar tanta violencia, con verdad, justicia y reconocimiento pleno de las víctimas, junto a las transformaciones que hagan posible una ciudadanía de calidad, sin violencias ni autoritarismos como los que seguimos viviendo.


El uribismo no tiene autoridad para criticar a las FARC, sin reconocer sus propias responsabilidades, ese debate está en curso hace ya varios años y aún no se cierra, hay nuevos capítulos por escribir y vivir.

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