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Una pandemia que cerró el mundo

Por: Redacción Pares. Con información de ONU.


Nadie ha salido indemne de 2020. Por un motivo u otro, todos los ciudadanos del mundo hemos resultado afectados por un nuevo virus que nos llevó, en el mejor de los casos, a estar encerrados en nuestras casas y, en el peor, al duelo de la pérdida de seres queridos. Intentar abarcar todos los aspectos en los que el COVID-19 ha marcado nuestra vida es imposible, por ese motivo en este resumen nos centramos solo en seis: la desigualdad, la economía, la educación, la migración y la lucha científica contra el coronavirus.

Intentar abarcar todos los aspectos en los que el COVID-19 ha marcado nuestra vida cotidiana es una tarea casi imposible de abarcar, por ese motivo en Noticias ONU hemos querido centrarnos solo en seis a la hora de resumir el año:

Pese a todo lo que ha tocado el COVID-19 hay algo que continúa su curso con independencia del virus: el cambio climático, por lo que también incluimos en este resumen las noticias más destacadas de este año sobre el calentamiento global que continúa su curso, aunque aún estamos a tiempo de revertirlo y evitar que sea inexorable.


Pobreza


La pandemia ha hecho retroceder los esfuerzos para crear sociedades más equitativas. La desigualdad entre ricos y pobres empeoró durante la crisis del COVID-19 y aumentó la pobreza, por primera vez en décadas.


El mundo de 2020 se caracteriza por una enorme desigualdad, con la mitad de la riqueza mundial “concentrada en un grupo de personas que podría caber alrededor de una mesa de conferencias”, según palabras del líder de la ONU, António Guterres, quien prevé que para 2030 habrá todavía unos 500 millones de personas en la pobreza extrema.


En los últimos doce meses, el COVID-19 ha profundizado esas desigualdades, una realidad que destaca la agencia de la ONU encargada de los asuntos laborales, la Organización Internacional del Trabajo, que afirma que 2000 millones de trabajadores del sector informal son especialmente vulnerables.


A lo largo del año, la Organización Internacional del Trabajo publicó una serie de proyecciones que alertaban de que millones de personas perderían su trabajo o quedarían subempleadas.


“Esto ya no es sólo una crisis de salud mundial, también es una crisis mayúscula económica y del mercado laboral que tiene un gran impacto en las personas”, dijo el director general de la OIT, Guy Ryder. El organismo entonces emitió recomendaciones para mitigar el daño a los medios de vida, como la protección de los empleados en el lugar de trabajo, programas de estímulo económico y laboral y apoyo a los ingresos y al empleo.


En abril, la magnitud del sufrimiento mundial quedó patente en un informe de la ONU que mostró que la pobreza y el hambre estaban empeorando y que los países ya afectados por crisis alimentarias eran muy vulnerables a la pandemia. “Debemos mantener en funcionamiento las cadenas de suministro de alimentos para que las personas tengan acceso a la comida que les permita vivir”, señaló el estudio, que también enfatizó la urgencia de continuar la entrega de asistencia humanitaria “para que las personas en crisis estén alimentadas y vivas”.


Para hacer frente a las restricciones de circulación impuestas por el COVID-19, las sociedades encontraron formas innovadoras de alimentar a los más pobres y vulnerables, valiéndose lo mismo de transporte público, que de formas tradicionales de entrega a domicilio y de mercados móviles.


Esto habla de cómo las ciudades de América Latina se han unido para apoyar a sus poblaciones y, además, refleja las advertencias de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) del alto riesgo para la salud de muchos habitantes de los centros urbanos durante la pandemia, especialmente de los 1200 millones que viven en favelas y otros asentamientos informales.


Uno de cada seis niños sufre pobreza


El progreso hacia la reducción de la pobreza infantil también sufrió un revés este año. El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia y el Banco Mundial informaron en octubre que unos 365 millones de niños vivían en la pobreza antes de que comenzara la pandemia y estimaron que esas cifras se incrementarían considerablemente como resultado de la crisis.


La pobreza extrema priva a cientos de millones de niños de la oportunidad de alcanzar su potencial en términos de desarrollo físico y cognitivo y amenaza su capacidad para conseguir buenos trabajos en la edad adulta.


Las mujeres llevan la carga más pesada


“Las mujeres son las más afectadas por la crisis del COVID-19, ya que tienen más probabilidades de perder su fuente de ingresos y menos probabilidades de estar cubiertas por medidas de protección social”, aseveró Achim Steiner, titular del Programa de la ONU para el Desarrollo (PNUD), quien explicó el efecto de la pandemia en las mujeres y subrayó los datos divulgados en septiembre.


Esos números revelaron que la tasa de pobreza entre las mujeres aumentó más de un 9%, lo que equivale a unos 47 millones de mujeres. El dato representa un retroceso de décadas de avance hacia la erradicación de la pobreza extrema.


Phumzile Mlambo-Ngcuka, directora ejecutiva de ONU Mujeres, apuntó que el aumento de la pobreza extrema de las mujeres es una “acusación grave de fallas profundas” en la estructura social y económica.


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