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Más desigualdad y violencia contra las mujeres en la pandemia

Por: Laura Cano. Periodista Pares.


Recientemente la Línea de Seguridad Urbana y Crimen Organizado de la Fundación Paz y Reconciliación presentó el informe «Un balance de la seguridad ciudadana en Colombia», a partir de este se plantea un panorama de lo que fue el 2020 en materia de indicadores de seguridad ciudadana y convivencia, un año atravesado por las medidas y restricción decretadas con motivo a la pandemia Covid19, lo que, entre otras cosas, afectó las dinámicas sociales propias de un periodo de normalidad.


Así, se evidencian reducciones en cuanto a algunos hechos, las cuales deben ser leídas a la luz de los condicionamientos de este periodo. Siguiendo esto vale la pena iniciar mencionando algunos de los casos donde la tasa nacional fue inferior a la de 2019:


  • El hurto a personas pasaron de un total de 306.847 en 2019 a 203.532 en 2020, lo que implica una reducción del 34%.

  • Las denuncias de hurto a comercio registradas en el SIEDCO se redujeron un total del 32% entre 2019 y 2020, pasando de un total de 61.650 casos a 41.619 en el último año.

  • Las denuncias de hurto a residencias se redujeron el año pasado un 30%, pasando de 46.465 a 32.324 en 2020.

  • El hurto de automotores son los que registran la menor reducción; es decir, la Policía Nacional registró un 14% menos de denuncias, pasando de 10.499 casos en 2019, a 9.002 en 2020.

  • En 2020, se registraron 9.772 denuncias menos sobre hurto de bicicletas, esto en comparación con las 35.713 para el año 2019.

  • Hubo una reducción del 31% durante el 2020 en las denuncias de lesiones personales. En 2020 se registraron 82.507, frente a 119.302 para el total nacional de 2019.

  • Siguiendo esto, las capturas se redujeron un 26%; mientras en 2019 la Policía registró 234.481, las del año pasado alcanzan el total de 172.900.

Hay que mencionar que esto tuvo mucho que ver con las restricciones de movilidad, puesto que en muchos de los casos mencionados las principales reducciones tuvieron lugar durante los primeros meses de aislamiento preventivo obligatorio, mientras que luego, con la flexibilidad de algunas medidas, algunos porcentajes aumentaron, sobre todo relacionados con las denuncias recibidas. Asimismo, hay que señalar que este panorama tuvo variaciones en las ciudades, esto en concordancia con las restricciones que se implementaron por el Covid-19 por cada gobierno local y departamental, como también por las dinámicas de presencia de criminalidad y estructuras ilegales.

Por ejemplo, siguiendo lo anterior, a través del informe se logró establecer que, por ejemplo, en Bogotá se identifica que en la frontera de Bogotá con Soacha (Ciudad Bolívar-Cazucá) tienen presencia estructuras como el Frente 10 de las disidencias, el ELN como células y sin control territorial y grupos delincuenciales como el GDO ‘Los Paisas’, así como de las llamadas ‘Águilas Negras Bloque Capital’. Mientras que otras localidades de la capital hay presencia de ‘Los Paisas’ y ‘Los costeños’, las AGC y ‘La empresa’.


Mientras que en Cali, otra de las principales ciudades del país, se menciona la presencia del Frente José María Becerra (ELN), disidencias de las FARC y el EPL, además del Clan del Golfo, quienes, entre otras cosas, intentan controlar el tráfico de drogas que va desde y hacia el Pacífico. Por otro lado, en parte del Valle de Aburrá se alerta de la injerencia actores como ‘Pachelly’, ‘Niquía Camacol’, ‘El Mirador’, ‘El Mesa’ (con vínculos con AGC), ‘Los Chatas’ (con ‘La Camila’, ‘Las Vegas’, ‘Fuentidueño’, ‘Los Peludos’), así como de ‘Los Triana’, ‘La Oficina del Doce’ y ‘San Pablo’ de Medellín.


Además de esto, otro de los hallazgos informados a través del trabajo de investigación fue uno sobre los que más advertencias y acciones se han pedido durante la emergencia sanitaria: la violencia intrafamiliar, violencia feminicida y sexual. Y es que justamente desde iniciadas las medidas de aislamiento, desde diversos sectores se pidieron atención para lo que podía suceder con las mujeres en términos de violencia.


Violencia intrafamiliar y sexual: dos escenarios para poner atención


Vale la pena iniciar trayendo a colación que el en 2019, el SIEDCO registró un total de 12.656 homicidios, para el 2020 los registros alcanzaron la sumatoria de 12.056 para el total nacional lo que implica una reducción del 5%. Mientras que en los casos de feminicidio, sí hubo un aumento de casos, por ejemplo, en Bucaramanga y Cali registran incrementos a lo largo del año de acuerdo con las cifras de Medicina Legal. Mientras que a nivel nacional el Observatorio de Feminicidios Colombia da información sobre 630 casos en 2020 y 571 en 2019.


En concordancia con lo anterior los departamentos donde se cometieron más de estas victimizaciones fueron Antioquia, Valle del Cauca y Cauca, mientras que Bogotá también entra dentro de las zonas con un mayor índice de estos hechos. Además, siguiendo el reconocimiento de las dinámicas del primer semestre de 2020, vale la pena mencionar que desde agosto (mes en el que comenzaron a flexibilizarse las medidas) hubo una tendencia ascendente del registro de estos hechos, siendo septiembre el mes más cítrico con 85 feminicidios, e igualmente desde el octavo mes del año hasta 2020 los hechos se mantuvieron en alrededor de 60 por mes.


Adicionalmente, la alerta sobre la vida de las mujeres también ha estado sobre lo que ha significado la violencia intrafamiliar durante el aislamiento preventivo obligatorio. Hoy se ve que ninguna de las advertencias fue en vano.


Según el informe de la Línea de Seguridad Urbano y Crimen Organizado de Pares, “para 2020, el SIEDCO reportó un total de 113.567 denuncias por violencia intrafamiliar frente a 116.534 casos en 2019, lo que corresponde a una reducción del 3%. En mayo, mes y medio después de que iniciaran las medidas de confinamiento, las denuncias recepcionadas por la Policía Nacional de casos de Violencia Intrafamiliar fueron casi mil”.


Lo anterior tiene varias formas de verse; por un lado, en ese mes las denuncias fueron un 5% mayores a las de mayo de 2019, además en varias ciudades desde ese periodo del 2020 empezó a haber un mayor número de denuncias, lo que podría responder a que en ese momento hubo un mayor relajamiento de las medidas de distanciamiento y tránsito en las calles lo que habría permitido mayores denuncias. Adicionalmente, ante lo grave de la situación, para ese momento se venían realizando varias campañas de promoción de estrategias de denuncia y prevención de violencias basadas en género durante el confinamiento.


A pesar de esto no se puede pasar por alto que todo este contexto supone a su vez un incremento en el subregistro de este tipo de hechos; basta con mencionar que por ejemplo, mientras el Observatorio de Feminicidios Colombia registra 630 posibles casos de feminicidio, Medicina Legal tan solo reporta 83 casos durante el 2020. Igualmente, mientras la Policía admite que durante marzo y abril atendieron muy pocos casos de violencia intrafamiliar, para ese momento la línea 155 mostraba incrementos en las llamadas por estos hechos, las cuales casi que duplicaban los de los meses anteriores, incluso finalizando el año se informó que el porcentaje de aumento de estas atenciones a través de este canal fue 169,75%, solo en Bogotá.


“Desde mayo de 2019, el total de denuncias empezó acercarse a las 10.000 denuncias mensuales, lo que explica los incrementos del 56% y 57% en enero y febrero de 2020. El hecho de que las denuncias conserven reducciones menores al 25% entre julio y diciembre, podría indicar el incremento del subregistro (que de por sí es alto para los casos de violencia intrafamiliar en situaciones de normalidad) y la pérdida de avances en estrategias de promoción de la denuncia que se venían implementando desde 2019, pero que no estaban pensadas para el contexto de pandemia”, se agrega en el informe.


Hay un punto importante de mencionar, y es que en comparación con lo indicado al principio de este texto la reducción de denuncias por violencia intrafamiliar en las grandes ciudades es bastante inferior, en comparación con las disminuciones que se registran en otros delitos.

No obstante, en Riohacha y Valledupar, a diferencia del panorama general, hubo mayores incrementos en denuncias, 68% y 48% respectivamente. Por su parte, capitales como Bucaramanga, Armenia, y Quibdó registran incrementos inferiores al 30% para el total anual.

La desocupación de las mujeres en Latinoamérica y alcanzó un 22,2% en 2020, lo que representó una variación de 12,6 puntos porcentuales de variación interanual. Por su parte, se indicó un reporte de un aumento del desempleo de 10,4 puntos porcentuales, también respecto al 2019. Esto ha llevado, entre otras cosas, a que la cantidad de mujeres latinoamericanas en situación de pobreza sean cerca de 118 millones. Imagen: Pares.

Desglosando esto con la información de algunas ciudades, los casos de violencia intrafamiliar tuvieron el siguiente comportamiento; haciendo la claridad que este panorama responde también al subregistro más arriba nombrado, que además se ve atravesado por un sistema en el que muchas víctimas han perdido la confianza y prefieren no denunciar, al evidenciar que muchas veces son pocos los pasos dados. Adicional, señalando que si bien las cifras develan lo grave de la situación, esta es solo una forma de evidenciarlo.


En Bogotá para el 2019 hubo 36.181 y en 2020 35.924. En Medellín en el 2019 hubo un total de 10.111 y 9.462 en 2020. En Cartagena para el primer año fue de 2.396 y para el segundo de 2.105. Mientras que en Valledupar hubo 595 en 2019 y 878 en 2020. En Bucaramanga 1.592 y 1.886 en 2020. Mientras tanto en la capital del Meta el registro para el 2019 fue de 2.142 y 2.029 en 2020. En Riohacha hubo 177 y el siguiente año 298. En Armenia hubo 384 en 2019 y 494 denuncias en 2020. En Quibdó las cifras fueron de 133 y 168, respectivamente. En San José del Guaviare se reportaron 126 denuncias en 2019 y 139 en 2020 y en Inírida se informó sobre 89 denuncias en 2019 y 79 en 2020.


Violencia sexual, otra crítica realidad


No hay que olvidar que todo este panorama también obedece a unas rutas jurídicas que muchas mujeres prefieren evitar en vista de que el sistema jurídico pareciera estar hecho para beneficiar siempre al victimario, poniendo una y otra traba para poder interponer una denuncia, donde además la revictimizacion pareciera ser la manera de actuar por muchos de los funcionarios administradores de justicia; hay que recordar que para poner una denuncia por algún tipo de violencia sexual muchas veces son solicitadas pruebas complejas de conseguir, mientras el cuestionamiento a la víctima y el hacerle repetir una y otra vez lo que pasó son las primeras respuestas.


Así que hablar de un confinamiento era profundizar mucho más esta problemática. Eso quedó evidenciado en que si de por sí los niveles de denuncia son bajos, en 2020 la reducción fue de un 25% más; en 2020 este tipo de denuncias fueron 28.626, y en 2019 el total fue 38.294.


Esto, como se establece en el informe, puede obedecer también a que, “en primer lugar, una porción de los delitos sexuales que ocurren al interior del hogar estaría siendo subregistrada por la dificultad de denunciar los hechos que también han impuesto los confinamientos sobre este delito, operando una lógica similar a la de los casos de violencia intrafamiliar. En segundo lugar, porque dado que la mayor parte de estos delitos ocurren en el espacio público y la presencia de personas en estos lugares también se redujo por las restricciones, menor probabilidad de ocurrencia”.

Igualmente, se analiza que con datos a octubre de 2020, se pudo establecer que las denuncias de delitos sexuales en internet incrementaron en Manizales, Cartagena, Ibagué, Bogotá, Bucaramanga y Medellín. Lo que tiene mucho que ver con las dinámicas de virtualidad que debieron ser mayores a causas de las restricciones de movilidad. Asimismo, la investigación permite ver que “el comportamiento de las denuncias en las capitales no es homogéneo. En las grandes ciudades, la tendencia a la reducción de casos después del mes de marzo se mantiene en proporciones significativas, pero Medellín presenta la menor reducción por incrementos considerables en los primeros meses del año. Ciudades más pequeñas, sin embargo, presentan incrementos de las denuncias en uno o más meses después del aislamiento”.



Todo esto, además se profundiza con los retrocesos en materia de equidad de género que ha dejado esta crisis, que si bien se han manifestado en niveles de violencia y subregistros que preocupan, también ha quedado en evidencia que las políticas se están quedando cortas, por ejemplo, en lo laboral y trayendo a colación lo dicho por la economista Cecilia López a Pares hace algunos días, vale la pena cuestionarse ¿fueron las mujeres las primeras en quedarse sin ingresos y sin trabajo durante la pandemia?


Y es que justamente ese factor es uno de los que urge se ponga atención, pues si bien en principio el temor a la denuncia estaba determinado por la necesidad de contar con un lugar para resguardarse del virus, en la reapertura está determinada por la crisis económica, pues hay que recordar que hace poco más de una semana la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), informó que “ fuerte contracción económica está afectando negativamente la ocupación y aumentando la precarización de las condiciones laborales en la región, lo que en el caso de las mujeres representa un retroceso de más de diez años en su participación en el mercado laboral”.

Esto significa que la desocupación de las mujeres en Latinoamérica y alcanzó un 22,2% en 2020, lo que representó una variación de 12,6 puntos porcentuales de variación interanual. Por su parte, se indicó un reporte de un aumento del desempleo de 10,4 puntos porcentuales, también respecto al 2019. Esto ha llevado, entre otras cosas, a que la cantidad de mujeres latinoamericanas en situación de pobreza sean cerca de 118 millones.


Así que no es desatinado mencionar que el escenario social en el que estuvieron las mujeres durante el confinamiento, y ahora, solo evidencia una estructura donde se han normalizado las desigualdades, las violencias, y donde todo pareciera estar siendo funcional a un sistema patriarcal, en el que muy poca atención se ha puesto, y el que ha permitido que las mujeres estén atravesadas por un sinnúmero de vulneraciones.


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