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Una semana en Arauca

Por: Luis Eduardo Celis. Columnista Pares.

A la memoria de William Ospina -el médico- quien participó

Activamente de las luchas campesinas del Sarare en los sesenta y setenta

Y a quien las paranoias de la guerra le arrebataron la vida.


Le he tomado cariño a Arauca por su gente y sus historias y por que allí hay un conflicto profundo, una desconfianza arraigada con el estado colombiano y las élites que lo han liderado y la expresión mas extrema de esa desconfianza es el conflicto armado del que participa el ELN y los disidentes del acuerdo de paz de las FARC.


Desde 2019 no había tenido la oportunidad de regresar Arauca, esta semana que finaliza estuve allí y pude volver a tomarle el pulso a sus dinámicas y se evidencia nuevamente un deterioro en temas claves: respeto a la vida, a la libertad, a las garantías para la participación, situaciones muy difíciles se siguen viviendo en una sociedad que desafortunadamente lleva cuatro décadas en medio de una violencia que sube y baja.

Entre 2013 y 2016 hubo otro aire en Arauca, todas las dinámicas de violencia se redujeron y empecé a percibir un optimismo en sectores de la sociedad Araucana con el proceso de paz que se adelantaba con la FARC y expectativa ante un eventual proceso con el ELN, fueron años de otro clima, clima que hoy ha cambiado.


Para 2019 se presentaron 133 homicidios relacionados con el conflicto armado, treinta secuestros y un aumento del reclutamiento forzado, para 2020 fueron 73 asesinatos, 41 secuestrados, de los cuales 5 fueron asesinados en cautiverio y 3 se mantienen desaparecidos y para lo que va del año ya van 19 asesinatos y 9 desaparecidos.


A las anteriores cifras hay que sumar que se mantiene el sabotaje al oleoducto Caño Limón-Coveñas, que en promedio en los últimos cinco años sufre unos veinticinco ataques al año, lo cual aparte de los enormes daños ambientales le cuesta a los recursos de la nación unos cien mil millones al año, cifra nada despreciable en una sociedad con tantas carencias.


Hoy luego de cuatro décadas el ELN sigue siendo una organización con plena presencia en Arauca, es un poder que sigue con mucha atención dinámicas de la vida social y como lo dijo Human Rights Watch en su informe de 2020, es un factor de control sobre muchas comunidades, donde ejerce como policía, juez y agencia recaudadora de tributos.


Viajando de Arauquita a Saravena vi un pendón muy bien hecho del Frente Martin Villa de las FARC y el conductor me dijo que ha permanecido por varias semanas, lo cual es un simple detalle para constatar que esas estructuras armadas se vienen fortaleciendo en un territorio donde tienen raíces y son tan antiguas como el ELN, recordar que ambas organizaciones hicieron su aparición de manera pública en 1980.


Otro tema que ya conocía pero sobre el cual volví a tener noticias es la delicada situación que viven los lideres y lideresas sociales en este territorio, escuché una cifra de 19 lideres judicializados de 2019 a la fecha, muchos de ellos personas que han liderado luchas y procesos de concertación con los gobiernos nacionales desde hace más de dos décadas y con las empresas petroleras, como es el caso de José Murillo del Movimiento de Masas de Centro Oriente, quien hoy sigue detenido, acusado de rebelión, temas muy delicados que han causado zozobra sobre lideres que esperan en cualquier momento seguir el camino de cárcel que hoy viven sus compañeros, tema que debe ser tenido en cuenta en una democracia que supuestamente da garantías para la protesta social, tema que en Arauca nunca ha sido real.


Estando en Saravena me enteré que hay en proceso de instalación, una importante infraestructura petrolera, allí nunca ha existido pozos, si el oleoducto y una estación de bombeo, este es un tema muy delicado en un territorio donde hay tantas criticas a la industria petrolera, por sus impactos y el ser parte de un conflicto armado, allí hay un gran reto para las autoridades nacionales, regionales y municipales y para el mundo social organizado, y por supuesto para las empresas, en Saravena tienen el reto de mostrar que se puede hacer petróleo y que no es una amenaza para el campesinado, enorme reto.


Me vine más convencido de que hay grandes posibilidades para la economía campesina si logra mejorar sus procesos, contar con políticas que lo promuevan y allí hay un lugar destacado para las seis mil familias campesinas que están ligados al cacao, para construir paz y desarrollo.


Y por último me vine con el mensaje de que la vía de la soberanía: Pamplona-Saravena, tiene una importante intervención, espero que esa importante vía mejore, lo cual es muy importante para la sociedad Araucana.


La paz con el ELN pasa por Arauca, hay que tener mucha atención a este territorio.


Postdata: este viaje fue posible por el apoyo de WOLA, a quien les agradezco su apoyo.


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