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EL ESTADO COLOMBIANO ES CULPABLE DE GENOCIDIO Y GRAVES CRIMENES.

Por: Luis Eduardo Celis


Bertrand Russel se opuso a la primera guerra y por su pacifismo terminó en la cárcel, cuando había recorrido una vida larga y visto los estragos de las dos guerras mundiales en Europa y otras latitudes y con 94 años de edad, tuvo la fuerza para convocar un tribunal ético para juzgar los crímenes cometidos por los Estados Unidos contra el pueblo de Vietnam, en esta actuación de decencia y dignidad lo acompañaron entre otros Jean Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Lázaro Cárdenas y Julio Cortázar, junto a intelectuales y juristas de África, Asia y de los mismos Estados Unidos.


En la inauguración del Tribunal que fue convocado en 1966 y sesionó en 1967 en Estocolmo y Copenhague, Russel dijo:


No representamos a ningún poder del Estado, no disponemos de medios para obligar a los responsables de la política que origina los crímenes cometidos contra el pueblo vietnamita a comparecer ante nosotros en el banco de los acusados… Nos es imposible dictar sentencias ejecutorias”, y en ese mismo discurso trazó una línea ética para levantar la voz ante el atropello y la injusticia: “Creo que tenemos derecho a concluir en la necesidad de reunir un Tribunal solemne, integrado por hombres eminentes, no por su poder, sino en virtud de su contribución intelectual y moral a lo que se ha convenido en llamar, de un modo optimista, civilización humana»

Russel murió en 1970 y ese gran ejemplo de fuerza ética se ha mantenido hasta nuestros días, juzgando dictaduras y regímenes totalitarios. Luego de Vietnam, el tribunal sesionó sobre las dictaduras del cono sur y es larga la lista de países que han pasado por este ejercicio de darle visibilidad y voz a quienes han sufrido atropello y ultraje, y Colombia no está fuera de esta lista, desafortunadamente.


Hermanado con este ejercicio de juzgar de manera real y simbólica, está el Tribunal Permanente de los Pueblos, fundado por el Jurista Italiano Lelio Basso, quien participó como juez en el tribunal que sesionó en 1967 y que en varias oportunidades ha sesionado en Colombia, por invitación del importante movimiento de derechos humanos colombiano, hoy agrupado en la Coordinación Colombia Europa Estados Unidos, la principal plataforma de exigencia y seguimiento a los temas de Derechos Humanos.


La última semana de marzo el Tribunal Permanente de los Pueblos sesionó en Colombia, juzgando al estado colombiano por genocidio político, crímenes contra la paz e impunidad, en el desarrollo del juicio, que sigue manteniendo su talante de referente ético y de levantar la voz ante hechos tan graves, los jurados entre los que se encontraba Michael Frost, quien fue relator de la ONU para la situación de los Defensores Humanos hasta el 2020 y tuvo la oportunidad de presentar informes sobre la delicada situación que viven en Colombia quienes trabajan por la protección y defensa de los derechos humanos, igualmente estuvo Daniel Feierstein, de nacionalidad Argentino y quien ha desarrollado una rigurosa reflexión sobre las dinámicas y formas que han tomado las prácticas de genocidio.


El grupo de jurados escuchó por tres días los casos documentados donde se muestra como en Colombia se han dado practicas sistemáticas de agresión a comunidades, a territorios, a identidades políticas, todo eso está en nuestra historia republicana, hubo genocidio contra los Gaitanistas, contra los maestros, contra los comunistas y su liderazgo en la Unión Patriótica, contra los indígenas, campesinos y ambientalistas, y hay en curso un genocidio contra los líderes sociales, contra los excombatientes de las FARC, que han firmado un acuerdo de paz, con toda esta documentación, con una realidad que nos ha golpeado duramente y nos sigue golpeando, el veredicto del grupo de jueces fue claro y contundente: el estado colombiano es culpable de genocidio.


Esta precaria democracia tiene muchos crímenes encima, y bien por quienes han liderado este tribunal, que nos recuerda con detalle, argumentos y documentación que hay muchos crímenes de estado por mantener en la memoria y juzgar así sea desde un referente ético a los responsables.


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