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El baile de los que sobran

Por: Luis EduardoCelis Analista de conflictos armados y de sus perspectivas de superación – Asesor de Pares  


Es otra noche más De caminar Es otro fin de mes Sin novedad Tus amigos se quedaron Igual que tú Este año se les acabaron Los juegos, los doce juegos Únete al baile De los que sobran Nadie nos va a echar de más Nadie nos quiso ayudar de verdad


En 1986 se estrenó la canción “El baile de los que sobran”, compuesta por Jorge González e interpretada por el grupo Los Prisioneros. Pronto se convirtió en un himno de la juventud excluida de todos los derechos, no solamente en el Chile de la dictadura de Pinochet, sino en toda Latinoamérica. Es de esas canciones que convocan e interpretan los sueños y frustraciones de las personas excluidas de ayer y de hoy.


Ya han pasado casi cuatro décadas desde que “El baile de los que sobran” dio su luz de vida, y sus mensajes de indignación y de denuncia de esa dura realidad que reflejan sus letras se mantienen igual de vigentes. Quizás hoy con más fuerza porque hay una generación de jóvenes que viven plenamente en una sociedad planetaria y ven con agudeza que la vulneración de derechos elementales es un tema de muchas latitudes, y que los causantes de estos desastres son los mismos en todas partes: las personas codiciosas de dinero que lo acumulan de manera desenfrenada. Aquí, allá y más allá se reproducen ciertas lógicas que nos tienen donde nos tienen: acumular y acumular. No importa a qué costo: se puede pasar por encima de la vida humana, devastar la naturaleza, aliarse desde el poder con criminales y déspotas. Todo ello se vive en los cinco continentes.


Atropellos siempre ha habido en la historia de la humanidad. Excluidos siempre, abusos siempre, pero contra todo ello cada generación ha luchado desde tiempos remotos. Cada generación ha tenido, por un lado, grupos establecidos en el poder y en el control de los recursos y, por otro, grupos excluidos de estos. Esa ha sido la historia de la humanidad, la cual ha luchado por construir mejores condiciones para vivir en comunidad. En el siglo XIX recuperó la idea de democracia de los griegos (que quedó excluida durante los regímenes esclavistas y feudalistas en Asia y Europa durante mas de quince siglos, y luego vino el desarrollo del capitalismo como forma predominante de organización económica con sus respectivas formas sociales y políticas); entonces resurgió la vieja idea de democracia y su paralelo de naciones y Estados nación. Y en esas llevamos fácilmente dos siglos largos desde la independencia de los Estados Unidos y la toma de la Bastilla (por colocar dos grandes referentes de la acción política), hitos históricos que promovieron la fuerte idea de democracia liberal que se impuso en buena parte del mundo hasta el presente.


“El baile de los que sobran” es una abierta crítica a ese orden social de exclusiones, donde no hay derechos sino mercancías: la educación, la alimentación, la vivienda, el vestirse, la salud, todo es mercancía a la que se puede acceder, en un abanico de posibilidades de menor a mayor calidad, si se tiene dinero para adquirir esos derechos vueltos mercancías. Esa ideología se propagó por el mundo desde finales de los años setenta del siglo pasado, y todo lo construido como estado de bienestar, luego de la segunda guerra mundial en Europa y Norteamérica, empezó a ser desmontado. En América Latina, donde el Estado ha sido precario y el bienestar una palabra para pocos, se presentó un ciclo de políticas en el que el énfasis estaba en el mercado y en la oferta de muchos derechos como mercancía. Entonces vino el esplendor de las políticas neoliberales con su mensaje de que había que crecer y crecer, y que luego vendrían los derechos; pero nada de eso fue realidad y América Latina se convirtió en la región más desigual del mundo, y Colombia en la más desigual entre los desiguales.


Hoy hay un proceso constituyente en Chile y las personas jóvenes que durante la dictadura aireaban su rebeldía en las calles de Santiago, Valparaíso, Viña del Mar o en el sur de los Mapuches han crecido y hoy están entre los cincuenta y los sesenta años. Hoy son parte de la Asamblea Constituyente que debe darle a esa sociedad un referente de derechos para la construcción de una realidad con ciudadanías de calidad. Si alguien sabe sobre lo que significa el nefasto neoliberalismo es la sociedad chilena, donde el crecimiento económico no se ha traducido en derechos universales ni en mejoras de la calidad de vida, sino todo lo contrario. Ya veremos qué resulta de este proceso constituyente y de una acción política que pugna por transformaciones.


En Colombia hemos vivido el baile de la juventud: marchas alegres y multitudinarias. La juventud no quiere seguir viviendo en la exclusión, quiere derechos y democracia de calidad, no esta farsa de democracia llena de sangre y de mafias. También por estas tierras, con un proceso constituyente de hace tres décadas, hay una constitución por hacer vigente y universal para el conjunto de la sociedad colombiana y garantizar, así, los derechos de todas las personas: aquí, como en Chile, hay una sociedad buscando transformaciones y democracia de mayor calidad.

Los que sobran en este orden capitalista se están rebelando al abuso del poder. “Los que sobran” es un libro de Juan Carlos Flores que expone, con evidencia y rigor, cómo se ejerce el poder de manera abusiva y excluyente en buena parte de este planeta que está amenazado por una forma de producir y de relacionarnos que nos tiene ante la posibilidad de un proceso de extinción como especie humana. Ante estos enormes desafíos hay y vendrán nuevas generaciones que luchen contra la exclusión. Esa ha sido la historia de la humanidad desde que vivíamos en cavernas: el incesante transcurrir de todas las sociedades, con sus enormes desafíos, a esta generación y a las que vienen. Mientras haya planeta para habitar nos corresponde seguir pensando y luchando por una vida buena y digna para todas y todos.

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