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Venezuela solo tiene un camino viable: diálogos y negociaciones en la pluralidad

Por: Luis Eduardo Celis Analista de conflictos armados y de sus perspectivas de superación – Asesor de Pares 

El pasado viernes 13 de agosto, en la ciudad de México, se firmó el “Memorando de Entendimiento” entre el Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, representado por Jorge Rodríguez (actual presidente de la Asamblea Nacional y destacado militante del PSUV), y Gerardo Blyde Pérez, por la Plataforma Unitaria de Venezuela (colectivo de organizaciones políticas que representa a parte de la oposición al Gobierno de Nicolás Maduro). Para este importante paso, fue clave tanto el trabajo profesional y discreto del Gobierno de Noruega como la credibilidad de ambas partes en el Gobierno México (que tiene una larga tradición de trabajo en procesos de paz y una clara postura de no inmiscuirse en asuntos internos).

En Venezuela se vive una profunda y prolongada crisis social, económica y política, que tiene a nuestro vecino en una situación tremendamente preocupante. De allí han salido forma sistemática millones personas en los últimos diez años, y el número puede ser un poco superior al de la guerra en Siria: se calcula que hoy pueden haber más de cinco millones de venezolanas y venezolanos por fuera de su país a causa de la realidad crítica que se vive allí. La mayoría de estas personas se encuentra en Colombia, donde se calcula que pueden estar residiendo un millón y medio de migrantes de nacionalidad venezolana (eso sin contar los retornados colombianos y sus hijos e hijas). Resulta muy difícil establecer con mayor rigor estas cifras debido a las complicaciones logísticas, la incapacidad institucional y la desconfianza para suministrar la información; pero, sin duda, Colombia es el mayor receptor de la diáspora del vecino país.

El proceso de diálogos y negociaciones entre el Gobierno venezolano y un sector de la oposición es la evidencia de que ambas partes reconocen que la situación es tan delicada que, ante todo, hay que valorarla en términos humanitarios; han regresado a este camino de búsqueda de consensos que han tratado de recorrer en varias oportunidades sin que haya sido posible lograr resultados positivos.

El “Memorando de Entendimiento” firmado tiene dos temas centrales: asuntos electorales y de participación política, y asuntos relacionados con la economía nacional. De manera particular, hay puntos como el levantamiento de las sanciones, la restauración de derechos a activos, garantías para la competencia política y el cronograma electoral para elecciones observables. Estos últimos puntos, especialmente, son de interés de la oposición, mientras que lo relativo a las sanciones económicas es de interés del Gobierno. En medio de los dos temas centrales también está la reparación de las víctimas de la violencia: un asunto que, sin duda, les compete a las dos partes (porque en esta confrontación tanto Gobierno como oposición tienen responsabilidades por asumir).

El Gobierno de Nicolás Maduro va en su tercer año de seis que tiene. Las próximas elecciones presidenciales deberían ser en 2024 y, por el momento, es una incertidumbre si la oposición quiere adelantar el calendario electoral y si el Gobierno está dispuesto a ceder en este punto. Lo que es evidente es que ambas partes requieren transitar un camino de entendimiento ante una situación de la mayor gravedad, y que no será una negociación fácil, pero la única posibilidad viable es que entre el Gobierno y la oposición haya disposición para construir las salidas que la sociedad venezolana requiere con urgencia. De hecho, fue muy diciente el discurso de Gerardo Blayde, quien recalcó el “aquí y ahora” en varios momentos de su intervención en el acto protocolario de la firma del “Memorando de Entendimiento” (documento en el que quedaron consignados los principios que guían la negociación y la agenda ya señalada).

Se inicia este proceso, difícil sin duda, con acompañamiento internacional: junto a la facilitación de Noruega, hay un acompañamiento de Rusia y de los Países Bajos. Muy seguramente se integrarán otros países y las negociaciones deberán dar resultados positivos antes de fin de año. Esto, sobre todo, ante la urgencia de encontrar fórmulas para atender los temas más apremiantes relacionados a recursos financieros hoy congelados en el exterior debido a medidas unilaterales de sanción al Gobierno de Nicolás Maduro. Estos recursos se podrían utilizar en la consecución de alimentos y medicinas que hoy escasean en Venezuela. Además, este proceso de diálogo debería hacer posible el esbozo de un rumbo para la participación política y electoral que le dé señales a la oposición de que se están atendiendo sus preocupaciones.

Para quienes hemos insistido en que el único camino viable a la grave crisis que se vive en Venezuela es un entendimiento entre la propia sociedad de aquel país, el proceso que recién se inicia es una muy buena noticia. La próxima cita es del 3 al 6 de septiembre, muy seguramente, de nuevo, en México. Ya veremos la evolución de este importante proceso al cual hay que desearle los mejores logros y que, de momento, no se ve que tenga opositores de peso dentro del país ni, afortunadamente, en el contexto internacional.

* Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad de la persona a la que corresponde su autoría y no necesariamente representan la posición de la Fundación Paz & Reconciliación (Pares) al respecto.



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