
El próximo 28 de julio se leerá la sentencia que caerá sobre Álvaro Uribe Vélez. Sea cual sea el veredicto, esto se va a alargar porque tanto la defensa del expresidente como la Fiscalía van a apelar. Este drama judicial tiene fecha de vencimiento. Si no hay un resultado claro, precluirá el próximo 8 de octubre. Hay que recordar que Uribe está siendo acusado del delito de manipulación de testigos, pero la almendra de esta acusación tiene que ver es con los señalamientos hechos por Juan Guillermo Monsalve, reconocido como el “Testigo estrella” de este caso. Monsalve en 2009 habló por primera vez con Iván Cepeda y le presentó su inquietud: había un plan para asesinarlo porque él sabía demasiado sobre los hermanos Uribe Vélez.
Según su versión, él llegó a la Hacienda Guacharacas en 1986 junto con su familia. En 1995, un comandante del ELN, conocido como Darío Gigante, llegó al corazón de esta finca, reunió a los trabajadores y les advirtió que, si no se iban, los matarían a todos. Había entrado en una confrontación con Santiago Uribe Vélez por el asunto de unas tierras y lo iban a zanjar a punta de bala. Guacharacas, ubicado en San Roque, en Antioquia, había tenido a comienzos de los años ochenta una historia de muerte y sangre cuando fue asesinado el papá de los Uribe Vélez, Alberto Uribe Sierra. Así que, durante un año, Monsalve y su familia se fueron de la hacienda. Regresaron en 1995. Según está en su versión, a los Uribe Vélez se les unieron otros hermanos, los Gallón Henao —que en ese momento ya habían asesinado al futbolista colombiano Andrés Escobar— y los Villegas. Álvaro Uribe ya era gobernador de Antioquia y le había sacado lustre a un decreto expedido en los años en los que César Gaviria era presidente, el de crear cooperativas privada de vigilancia. Ellos tuvieron la iniciativa de traer treinta hombres que integraban las Autodefensas Unidas de Córdoba y Urabá. Con ellos hicieron la cooperativa El Cóndor.
Eso sí, el exparamilitar ha afirmado que al que vio en acción en Guacharacas fue a Santiago Uribe Vélez y que a su hermano Álvaro Uribe, jamás lo vio en esa hacienda.
Monsalve formó parte de esa estructura armada y recibía órdenes de un comandante llamado Beto. Su misión consistía en recorrer toda esa zona de San Roque, llegar incluso hasta Providencia y Yarumal, y observar y señalar a posibles miembros de la columna López Arroyabe del ELN, que estaba empezando a convertirse en un verdadero dolor de cabeza para los ganaderos y terratenientes duros de la región. Una vez robaron cientos de cabezas de ganados de varias fincas y vendieron las carnes de las reses a matarifes locales. La arremetida del grupo armado, que supuestamente pastaba en Guacharacas, fue tan brutal que alcanzó incluso para ordenar el asesinato de los carniceros locales que habían comprado esa carne. La respuesta del ELN fue quemar buena parte de la hacienda Guacharacas. Entonces, en 1998, estos ganaderos deciden crear el Bloque Metro de las AUC para repeler a los guerrilleros.
Esta, al menos, es la versión que le contó Monsalve a Cepeda. Una vez se hace pública esa colaboración, Monsalve fue víctima de dos atentados: uno en Cómbita, donde es apuñalado por dos individuos que le dejaron claro cuál era el motivo del ataque: “por sapo”, le dijeron, y otro por envenenamiento en La Picota, en 2013. Desde ese año, él mismo es quien cocina y prepara sus alimentos.
La defensa de Uribe, encabezada por Jaime Granados, ha emprendido desde ese momento una cruzada para enlodar el nombre de Monsalve y también el de Cepeda, afirmando incluso que este último le había ofrecido plata a alias Guacharaco, como era conocido en sus años de guerra, para hacer esas afirmaciones sobre Uribe. Incluso el expresidente denunció ante la Corte Suprema a Iván Cepeda por supuesta manipulación de testigos, pero al final todo le resultó en contra.
El juicio contra Uribe, este que va a concluir, es sobre manipulación de testigos, pero está prohibido olvidar las otras acusaciones, acaso más graves, que pesan sobre el expresidente.