
La imagen de un país soberanamente rico en recursos, pero extremadamente pobre en su realidad social ha sido el calificativo del Colombia durante mucho tiempo. Dentro de estas pobrezas no solo está la educativa, la económica o en temas de salud, sino también la escasez, intermitencia e incluso inexistencia de la energía en los territorios. Frente a este panorama, El Ministerio de Minas y Energía ha avanzado en la elaboración de un documento CONPES que apunta a la mitigación de uno de los problemas más persistentes y profundos del país: la pobreza energética. Esta iniciativa, respaldada por el Departamento Nacional de Planeación y el Banco Interamericano de Desarrollo, contempla una inversión cercana a los 8 billones de pesos para el desarrollo de más de 50 proyectos enfocados en ampliar el acceso a la energía en regiones históricamente excluidas como el Pacífico, la Amazonía, la Orinoquía y el Caribe. Aunque Colombia presume de una cobertura eléctrica superior al 97 %, esa cifra no refleja la desigualdad estructural entre las zonas urbanas y rurales, y el acceso no siempre es equivalente a disponibilidad continua, asequible o limpia.