La deuda del país con Aracataca

Aracataca es un espejo roto del país. En sus calles polvorientas, bajo el azaroso calor  y el zumbido de los ventiladores, palpita una de las paradojas más tristes de nuestra nación: la tierra que parió a uno de los escritores más grandes del siglo XX , es, al mismo tiempo, el lugar del olvido y la desidia. Gabriel García Márquez convirtió ese olvido en literatura, y desde entonces, Macondo dejó de ser un lugar y se convirtió en un mito. Pero los mitos, como los sueños, también necesitan presupuesto.

Hoy, a las puertas del Festival Macondo, que se celebrará el 2 y 3 de agosto en Aracataca, nos preguntamos ¿Y si en vez de seguir condenando a este municipio a cien años de soledad, lo convertimos en un lugar de encuentro, de arte, de memoria y de esperanza?

Porque en medio del olvido estatal Aracataca tiene un enorme potencial. Sus habitantes son imaginativos y orgullosos. Lo pude sentir de golpe el día en que terminé sirviendo de jurado de un concurso infantil de cuento y poesía en su plaza principal y oí a viva voz a niños y niñas contarle y cantarle al pueblo sus creaciones, muchas de ellas un homenaje directo al más ilustre de sus hijos.

Aracataca tiene en una esquina la casa museo de Gabriel García Márquez y en otro la casa del telegrafista, lugares emblemáticos de este país que merece mejor suerte. Tiene, para mayor fortuna, mil setecientos kilómetros en la mítica Sierra Nevada y desde allí nos miran, no sin ansiedad, comunidades que tejieron nuestro pasado y ahora quieren que les ayudemos a tejer su porvenir.

El Festival Macondo no es una postal para turistas ni un acto de nostalgia. Es una apuesta política y cultural por reescribir el destino de la región Caribe, empezando por su ombligo. Es una alianza entre la imaginación y la dignidad, entre la palabra y el territorio. Reuniremos a artistas, escritores, músicos, cocineros, sabedores, periodistas, niños, ancianos y soñadores de todas las esquinas del país para decir en voz alta: “aquí está el corazón de Colombia, latiendo en Macondo”.

No ha sido fácil. Como todo lo valioso, este festival ha nacido de la terquedad. De insistir cuando el presupuesto no alcanza. De convocar cuando las instituciones dudan. De construir con las uñas, como se construye la cultura popular en este país. Pero también ha sido un ejercicio de belleza y convicción, cada persona que se suma, cada artista que dice “sí”, cada joven que pregunta cómo ayudar, nos recuerda que este país está lleno de ganas de reconciliarse con su origen.

Porque si algo nos enseñó Gabo, es que los pueblos olvidados solo necesitan una buena historia para volver a existir. Y esa historia ya empezó. Se llama Misión Aracataca. Se llama Festival Macondo. La Fundación Pares, con la ayuda y el protagonismo de la empresa privada, del municipio y sus comunidades, del departamento y del país, convertiremos a Aracataca en un lugar de atracción turística y cultural.

Tenemos el reto de mostrarle al mundo la realidad que simuló Netflix en su versión  de cien años de soledad; mostrarle a millones de televidentes que vieron en sus pantallas la  recreación de un pueblo, como es de verdad ese pueblo.

Existimos en el mundo gracias a Gabo. Llegó la hora de empezar a saldar la deuda a este pequeño pueblo de techos de zinc, arrasado por la United Fruit Company, por los clanes políticos de Magdalena, por la hojarasca del olvido, por nuestro propio racismo, el gozo de habernos dado al escritor en lengua castellana más importante desde Cervantes.

Esto sólo es el principio de una fiesta, la de los 100 años de García Márquez que se celebrará en marzo de 2027, en el único lugar posible, el pueblo donde nació. En Aracataca comenzó un relato que ahora va por el mundo suscitando alegrías y nostalgias y mil preguntas sobre América Latina.
 

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León Valencia Director

Director de la Fundación Pares, un centro de pensamiento especializado en investigaciones sobre los conflictos sociales y políticos colombianos. Ha sido columnista de la revista Semana y los diarios El Tiempo y El Colombiano. Dirigió la investigación académica sobre la parapolítica que condujo a uno de los mayores escándalos judiciales del país. Ha escrito diversos libros sobre la realidad nacional, entre los cuales están: «La parapolítica, la ruta de la expansión paramilitar y los acuerdos políticos; «Adiós a la política, bienvenida la guerra»; «Mis años de guerra»; «Con el pucho de la vida»; El regreso del uribismo; «Los clanes políticos que mandan en Colombia» y su más reciente novela «La sombra del presidente». Recibió el Premio Simón Bolívar de periodismo en 2008 en la modalidad “Mejor columna de opinión”.