
El 20 de julio el presidente se tuvo que partir en dos. En la mañana viajó a Santa Marta en donde estuvo al frente del tradicional desfile militar que esta vez se hizo en el lugar donde murió Simón Bolívar para remarcar que este es un ejército bolivariano, hecho para garantizar la voz del pueblo. Después regresó a Bogotá en donde instaló las nuevas cesiones del Congreso. Allí se escogió al nuevo presidente del senado, el liberal Lidio García, y el nuevo presidente de la cámara, Nestor Leonor Rico, de Cambio Radical.
Hasta los enemigos más encarnizados del presidente aplaudieron un discurso de dos horas en donde demostró su capacidad oratoria al alternar con eficacia el telepronter con la improvisación. El resultado fue un repaso histórico de lo que ha sucedido en Colombia en este último siglo. En junio del 2004, mientras el presidente era Alvaro Uribe, tres comandantes de las Autodefensas Unidas de Colombia, Ernesto Báez, Salvatore Mancuso y Ramón Isaza, fueron aplaudidos como héroes en el salón elíptico por un congreso que había sido elegido en un 35% por este grupo armado.
Todo hay que reconocerlo fue el propio Petro, en su rol como senador, quien demostró en sus debates lo que después se conocería como La parapolítica, el peor escándalo que ha sufrido la democracia en Colombia. En su discurso de instalación Petro recordó los años en los que, mientras de noche se legislaba los congresistas en el día “iban a las bases de los paramilitares y se hacían listas de personas que serían asesinadas”. Gracias al estudio que hizo en su momento la fundación Arcoiris se demostró que los paras pactaron con cerca de la mitad del congreso en el año 2002, de ellos el 35% de los congresistas fueron a parar a la cárcel después de recibir sus respectivas condenas.
En su discurso el presidente hizo memoria y comparó los años en los que el congreso tenía las manos untadas de sangre y la de ahora, en donde lo que se debate son las reformas que ayudarían a cerrar la brecha entre ricos y pobres. Petro fue autocrítico con su gestión y reconoció los problemas que ha venido teniendo La Paz Total, bandera de su gobierno. “A pesar de las enormes dificultades históricas, seguimos apostando por la paz. Es un tema de seguridad que merece nuestra atención, porque obviamente, este Gobierno no ha logrado aún la paz total”. En este 20 de julio, a pesar de algunas críticas muy duras, el ministro de justicia, Eduardo Montealegre, presentó un proyecto que plantea un principio para que se justifique jurídicamente La Paz Total.
Eso si, reconoció que este gobierno “No ha alcanzado la paz total”. Desde este 7 de agosto al presidente sólo le quedaría un año para acabar su mandato. Su discurso de instalación de congreso era vital para marcar la línea que manejará en esta, la recta final.