Oposición se la pone fácil a Petro

La oposición se la puso fácil a Gustavo Petro en la instalación de la cuarta y última legislatura del cuatrienio. El presidente se adueñó del micrófono por cerca de dos horas y media y fue desgranando una a una las cifras que favorecían su mandato comparando los datos con los de su antecesor Iván Duque. La oposición presentó cuatro voceros o, mejor, tres voceras y un vocero que, en cincuenta minutos, cada uno por su lado, se dedicaron a resaltar los errores del gobierno sin pararse en las cifras enunciadas por el mandatario. 

Petro fue diciendo que el país registraba una inflación de 4.82%; el Producto Interno Bruto un crecimiento del 2.7%; el desempleo se podía medir con un digito y estaba ahora un 8.8%; la agricultura era el sector que había jalonado el crecimiento del PIB registrando un crecimiento del 7.1%; y la industria también estaba al alza; el turismo de extranjeros había crecido en forma especial; por otro lado, el dólar se mostraba estable y tranquilo y las exportaciones tenían un buen comportamiento.
 

Insistía Petro que estas cifras eran realmente buenas y se detenía en señalar que Duque había dejado la inflación y el desempleo por encima del 10% y la agricultura hacía muchos años no registraba un saldo tan positivo y a eso se agregaba el repunte de la actividad industrial.

La oposición quien tuvo en Lina M. Garrido, representante a la cámara por Cambio Radical, la vocera más vehemente y la más aplaudida, dijo que después de tres años, Petro “No tenía un solo logro que mostrar” y a renglón seguido dedicó su tiempo a señalar la corrupción cierta de funcionarios del gobierno y los graves problemas de violencia a inseguridad que acosaban a las regiones.

La idea de que Petro tenía las manos vacías de realizaciones fue un punto común del que también hablaron Marelen Castillo, de la Liga de Gobernantes Anticorrupción, Paloma Valencia del Centro Democrático y Daniel Carvalho del Partido Verde Oxigeno; Valencia señaló agresiones a las instituciones democráticas y terminó con esta frase “Usted, presidente, está hundiendo a su gobierno, pero no va a hundir a Colombia”.
 
La política es así. Al gobierno le corresponde exaltar las cosas que le favorecen e ignorar o minimizar los errores y las cosas que lo perjudican; y la oposición está en su legítimo derecho de exaltar los errores y los factores negativos y al tiempo ignorar los aciertos y las cosas que por acción o por suerte están saliendo bien.

Pero en esa confrontación siempre hay que guardar cierto rigor para hacer creíble el mensaje. La exageración no es buena consejera. El discurso tremendista de que Colombia se está hundiendo no tiene respaldo en las cifras del DANE que al fin y al cabo es la institución a la que recurren todos los gobiernos y los analistas cuando de examinar cifras se trata.
 

Hace dos o tres meses estuve en una animada tertulia, de sábado en la tarde, en las manos de un gran anfitrión que nos atendía con deliciosas viandas y licores; concurrían allí empresarios, lideres gremiales, periodistas de renombre, algunos intelectuales y altos mandos de la Fuerza Pública; la reunión transcurría en un ambiente de gran preocupación por el futuro de Colombia y algunos de los asistentes pintaban un país que había entrado en un azaroso y oscuro túnel; hasta que tomó la palabra Juan Daniel Oviedo, quien está abriéndose paso como candidato presidencial, después de haber sido director del DANE en los tiempos de Iván Duque; les dijo Oviedo que con ese discurso tremendista no se podía enfrentar a Petro y a la izquierda, que muchas de las cifras económicas y sociales favorecían al gobierno; que Petro tenía, eso sí, un grave Talón de Aquiles en el déficit fiscal, en el crecimiento de la deuda externa y en la incapacidad para concertar sus ambiciosas reformas sociales.

Petro aprovechó bien las debilidades argumentales de la oposición en el Congreso; también la tradición y la estatura de sus contrincantes; es cierto que tanto Valencia, como Garrido, Carvalho y Castillo, tienen dotes parlamentarias; pero distan mucho de Álvaro Uribe, Germán Vargas Lleras, Humberto de la Calle y Rodolfo Hernández, quienes fungen o fungían como jefes de sus agrupamientos políticos. Esta vez le tocó fácil a Petro.
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León Valencia Director

Director de la Fundación Pares, un centro de pensamiento especializado en investigaciones sobre los conflictos sociales y políticos colombianos. Ha sido columnista de la revista Semana y los diarios El Tiempo y El Colombiano. Dirigió la investigación académica sobre la parapolítica que condujo a uno de los mayores escándalos judiciales del país. Ha escrito diversos libros sobre la realidad nacional, entre los cuales están: «La parapolítica, la ruta de la expansión paramilitar y los acuerdos políticos; «Adiós a la política, bienvenida la guerra»; «Mis años de guerra»; «Con el pucho de la vida»; El regreso del uribismo; «Los clanes políticos que mandan en Colombia» y su más reciente novela «La sombra del presidente». Recibió el Premio Simón Bolívar de periodismo en 2008 en la modalidad “Mejor columna de opinión”.