Hace casi un mes, en Segovia, Antioquia, se intensificaron los combates entre grupos armados, provocando el desplazamiento de más de 300 personas. En medio de esta violencia, fue asesinado Carlos Mario Roldán, un destacado líder agrominero de la región. Tras su desplazamiento de la vereda Arenales, Roldán se encontraba en un refugio humanitario en la vereda Rancho Quemado. Sin embargo, un hombre armado llegó hasta allí y acabó con su vida, mientras compartía con el presidente de la junta de acción comunal de Arenales. Este asesinato se relaciona con el rearme y el avance de los paramilitares en la zona, y ocurrió poco después de una incursión de aproximadamente 200 hombres armados que afirmaron pertenecer a las AGC en la vereda Las Aguas.

La situación en la región es preocupante, y defensores de derechos humanos exigen al Gobierno y a los organismos de control que intervengan de manera urgente para abordar la creciente violencia y atender las denuncias de la comunidad. Sin embargo, algunos temen que la presencia del Estado no sea suficiente para garantizar la seguridad y estabilidad en la zona. La incertidumbre sobre el futuro y el riesgo inminente requieren una acción pronta y eficaz para proteger la vida y los derechos de quienes se encuentran en peligro debido a los enfrentamientos entre los grupos armados en esta área del nordeste antioqueño.