Por: Redacción Pares
Fotos tomadas de: Vanguardia, Ambito Jurídico y El Colombiano
En los últimos años la acuciosa periodista María Isabel Rueda convirtió su espacio de opinión en el diario El Tiempo en una trinchera antipetrista. No obstante, en su última columna, Rueda reconoce la importancia de la doctora Amelia Pérez, una de las ternadas por Gustavo Petro y, quizás, la más opcionada para ser el reemplazo de Francisco Barbosa en la Fiscalía General de la Nación.
Sin abandonar su maso, cuestionando los desafortunados trinos contra periodistas críticos del presidente Petro que hizo su esposo, Gregorio Oviedo, Rueda resalta una hoja de vida intachable. Y además su valentía. Rueda no sólo recuerda que Amelia Pérez, en mayo del 2003, tuvo que salir exiliada a Canadá mientras investigaba la bomba que puso las FARC al club el Nogal que dejó 36 muertos, sino que se desempeñó como fiscal y juez en lugares tan peligrosos como Puerto Boyacá -fortín del paramilitarismo en los noventa- y Pacho, Cundinamarca, la tierra de Gonzalo Rodríguez Gacha.
A Amelia Pérez hace veinte años nadie la pudo cuidar. Su jefe -tal y como lo reseña el Colombiano en un perfil- el entonces fiscal Luis Camilo Osorio, habló con ella y le dijo que le quitaría su esquema de seguridad. Tenía encima a todos los grupos armados, fueran de izquierda o de derecha. Las amenazas eran una constante. Siempre habían sido una constante.
En 1983, con el cartón de abogada de la Universidad Libre recién impreso, se fue a impartir justicia en Puerto Boyacá. En esa época la ciudad tenía un letrero en su entrada: Bienvenidos a la capital antisubversiva de Colombia. Ubicada en el corazón del Magdalena Medio, tenía políticos que respaldaban la creación de grupos de autodefensa supuestamente para contrarrestar a las guerrillas. Así hizo campaña el congresista Pablo Emilio Guarín, quién tenía entre sus asesores a Iván Roberto Duque, mejor conocido como Ernesto Báez, fogoso ideólogo del Bloque Central Bolívar de las AUC. Allí también pastaba Henry Pérez, el hombre que organizó el asesinato de Luis Carlos Galán en 1989 y tenía propiedades Pablo Escobar Gaviria. En una época en donde a los jueces les daban dos opciones, o plata o plomo, Amelia Pérez escogió la de la dignidad.
Empapeló a los hermanos Vicente y Fidel Castaño, en 1986 fue trasladada a Pacho Cundinamarca. Este municipio cercano a Bogotá vivía una extraña bonanza manchada de sangre. Era la tierra de Gonzalo Rodríguez Gacha, el Mexicano, una de las cabezas del Cartel de Medellín. En algunas ocasiones se ha llegado a afirmar que este capo de la mafia llegó a contar con un ejército de 10 mil sicarios. Así lo afirma José Leonardo Gallego, comandante de la operación que terminó con su muerte en diciembre de 1989 cerca a Cartagena. Gacha tenía en Pacho su hacienda favorita, la Chihuahua, en donde tenía, entre otras excentricidades, un pequeño palacio para Tupac Amarú, su caballo favorito. Gacha ordenó el asesinato de Jaime Pardo Leal, candidato presidencial por la UP en 1986. Como se comprobaría en investigaciones posteriores, le ordenó a William Infante, uno de sus hombres de confianza, contratar un grupo de seis sicarios y pagarle a cada uno de ellos 30 millones de pesos por el asesinato del líder de izquierda. Amelia Pérez se le paró de frente al temible asesino y lo señaló de ese crimen y de muchos otros más.
No la detenían ni los amigos poderosos ni mucho menos las amenazas. En los noventa investigó las masacres del Aro, Trujillo y Pichilín. Pérez además investigaría a uno de los generales consentidos del uribismo, Rito Alejo del Río, en 1995, cuando era considerado “el pacificador de Urabá”. Rito Alejo, quien fue homenajeado por Álvaro Uribe en 1999, durante una ceremonia en el Hotel Tequendama de Bogotá, fue condenado por su colaboración con las AUC en Urabá.
A pesar de esos enemigos tan poderosos, a Amelia Pérez la dejaron sola en el 2003. La medida de quitarle el esquema de seguridad fue una afrenta de su jefe, el entonces fiscal Luis Camilo Osorio quien consideraba que ella llevaba la investigación del Nogal “de manera irregular”. A Canadá se fue con ella su marido, Gregorio Oviedo, ex director del CTI en Antioquia, sus dos hijos y su mamá. En el 2012 regresó a Colombia y en el 2020 la Comisión de la Verdad recibió su testimonio como exiliada del conflicto.
En la votación de la Corte Suprema del pasado jueves 22 de febrero Amelia Pérez estuvo muy cerca de alcanzar los 16 votos que necesita para ser elegida. De la terna presentada por Petro es la más opcionada. En una cruzada que arrancaron los medios críticos del gobierno, están intentando descalificarla por una serie de trinos que ha puesto en el pasado su esposo. Según Darcy Quinn esto la habría sacado de la contienda ya que quedaría inhabilitada. Se perdería entonces la oportunidad de tener a una verdadera Dama de Hierro al frente de la Fiscalía.
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