Por: Redacción Pares
Semanas antes de que editorial Planeta pensara lanzar su investigación contra las casas políticas que han chupado a Barranquilla desde hace treinta años, Laura Ardila, periodista que en ese momento trabajaba La Silla Vacía, recibió la peor de las noticias. La publicación quedaba cancelada. El argumento que dio la editorial es que, según su departamento jurídico, la periodista podría incurrir en imprecisiones que podrían llevar al sello editorial a demandas indeseadas. Incluso el mismo nombre que se había escogido para titular el libro, la Costa Nostra, tenía una carga que podría convertirse en un peso jurídico. El entonces editor de Planeta en Colombia, Juan David Correa, indignado por esta decisión, hizo pública su renuncia en un ejemplo de coherencia y dignidad. El presidente tuvo en cuenta esto para nombrarlo, unas semanas después, ministro de cultura.
A Laura, a pesar de las presiones, no la pudieron callar. La editorial Rey Naranjo decidió publicar la investigación y fue un golpe editorial. Hasta el momento llevan vendidos 20 mil ediciones e incluso, si ustedes van al centro de Bogotá, podrán encontrar ediciones piratas de la Costa Nostra. La rudeza de decir la verdad en un país como Colombia le ha pasado factura a Laura Ardila, quien a pesar de su juventud ya lleva 20 años cubriendo casos de corrupción en Colombia, sobre todo en su natal Barranquilla.
Las amenazas la fueron arrinconando hasta el punto que la sacaron del país. En entrevista a la Agencia EFE contó lo que le sucedió: “Me sentía muy indefensa, absolutamente incapaz de seguir adelante con mi oficio, vivía encerrada en mi apartamento”. En el 2015 Ardila ya había recibido amenazas cuando dos hombres la encañonaron en plena calle y le robaron su libreta de apuntes. Desde entonces empezó a recibir amenazas a través de sus redes sociales, uno más miedoso que otro.
Estas amenazas Ardila las denunció. El Estado respondió asignándole dos escoltas y una camioneta pero un estudio de la Unidad Nacional de Protección reveló que su nivel de riesgo, el que corría por decir la verdad, era catalogado de “Extraordinario”. En España Ardila hará parte del programa Elche, espacios seguros para la libertad de prensa. Según EFE “hará un máster, dará conferencias y charlas con entidades civiles y para el público en general”.
Pero nada podrá consolar a Ardila de estar ejerciendo el periodismo lejos de Colombia. Y es mucho más que una saudade, las líneas de investigación ella las manejaba como nadie, el libro es un éxito, su carrera debería entrar en un proceso de consolidación como investigadora. A cambio de esto el pago es irse del país. Es lógico que esté destrozada.
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