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Antonio García, duro negociador, pintor y un poeta cursi: las mil caras del comandante del ELN

Por: Redacción Pares



Foto tomada de: Caracol


Hace poco fui a la casa de Joe Broderick. Sonaba, tan débil como una telaraña, el piano de Satie. Hablamos del libro que lo volvió inmortal, Camilo, el cura guerrillero, y era inevitable no preguntarle por el proceso de paz entre el gobierno Petro y el ELN. Joe dio una carcajada enérgica. Murmuró algo en inglés y luego recordó que hace unos años, Antonio García, máximo comandante de esa guerrilla, le dedicó unos versos “Es increíble que, con ese discurso tan duro, tan radical, pueda escribir como una quinceañera enamorada”, dijo, burlón.


Como tantos otros guerrilleros Antonio García llevó en sus años de guerra una agenda y un lápiz. No narró, como el Che en su diario, su desesperación asmática en la selva boliviana, o hicieron crónicas desde las mismas emboscadas como fue el caso en El Salvador de Jaime Suárez Quemain. No, Antonio García, como si fuera un Mario Benedetti en el monte, le hizo odas al amor.


A simple vista Eliécer Erlinto Chamorro Acosta -ese es el nombre que le aparece en la cédula- parece un tipo duro. Al menos lo ha sido como negociador. La última vez que mostró su carácter fue hace dos semanas, justo al fin del VI Ciclo de negociación con el gobierno. Las tentativas de poder hablar con el Frente Comuneros Sur que se mueve en Nariño, desató la ira santa del COCE e incluso hubo tentativas de levantarse de la mesa. Pero García tiene mil caras, la de guerrero, negociador y también la de poeta y la de pintor.


Fue estudiante del colegio Santander en plena calle novena del barrio San Alonso de Bucaramanga. Al lado quedaba la Universidad Industrial de Santander. Allí, a este muchacho que acababa de llegar de Mocoa, la ciudad donde nació, conoció en los pasillos de la UIS, a finales de la convulsionada década del setenta, a Pablo Beltrán -que está con él en la mesa de negociación- y a Pedro Cañas Serrano alias Oscar Santos.


En esa época en la UIS el movimiento estudiantil era fuerte. Las confrontaciones con la fuerza pública eran frecuentes. Se quemaban llantas para cerrar calles, se usaban bombas aturdidas y cocteles Molotov. Pero Antonio García necesitaba más. Viajó a un congreso estudiantil en la Universidad Nacional de Bogotá. Era 1976 y se conmemoraban los 10 años de muerte de Camilo Torres, en una fallida emboscada en Patio Cemento, Zona Rural de San Vicente del Chucurí. En la Nacional había dejado su huella. No sólo era el capellán sino que dejó su legado al lado de Orlando Fals Borda en la creación de la facultad de Sociología que dentro de esa institución tantas batallas ha dado. Se pensaba homenajear al cura guerrillero y entonces surgió la idea de hacer un mural que aún hoy pervive.


Pero esa no es la única actividad artística que ha hecho Antonio García. En la selva ya no podía hacer grandes murales de sus ídolos pero si podía escribir. Lo hacía en medio de fatigosas marchas, en los papeles mojados de sudor que podía encontrar en su camuflado o a la vera del camino. La historia del conflicto colombiano está por contar cómo intelectuales amantes de los libros que por azares de la guerra terminaron comandando bloques guerrilleros como Pablo Catatumbo, que hizo caletas en medio de la selva con bibliotecas enteras., intentaron proteger sus libros. Antonio García iba más ligero. Una de las ventajas de los poemas es que son como las canciones, caben en cualquier parte.


Entre sus influencias se cuenta al irlandés Seamus Heaney, el antillano Derek Walcott. En 1995 publicó el primero de sus libros, Poemas imperfectos. Hasta el momento lleva tres libros. En una de las conversaciones que tuvo con Gabriel García Márquez en La Habana, Antonio García le contó al Nobel que él era poeta. Le entregó sus tres volúmenes de poemas. Siempre esperó el espaldarazo de Gabo pero él, nunca le devolvió crítica alguna. ¿Será que pensaba lo mismo de su obra que Walter Broderick? Acá está uno de sus poemas:


Llegar primero nos detuvimos

aquí

en el último recodo de un instante

en la noche transparente

del destiempo

en la lenta densidad

de la ironía en el eco marginal del viento

en su partida

nos detuvimos

aquípara preguntarnos

si la suerte

estará

de nuestro lado

para saber

si llegaremos primero

que el camino.


Antonio García es uno de los miembros del Comando Central del ELN grupo guerrillero al que le han atribuido más de 16 mil crímenes por parte de la Fiscalía que incluyen secuestros y acciones terroristas.


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