Por: Redacción Pares
Desde 1963, cuando empezaron a llegar los primeros colombianos al Sarare, producto de una primera y fallida reforma agraria, Arauca comenzó a convertirse en un lugar de condiciones especiales en el país. La formación en 1981 del frente de guerra Domingo Laín hizo que esas condiciones se hicieran aún más complejas. Desde entonces el ELN ha mantenido un dominio en ese departamento, cooptando la política, presionando en elecciones y ayudando a poner gobernadores. En este 2024 la confrontación entre el ELN y el EMC, después del rompimiento de una tregua, va a resultar afectando, como siempre, a la población. En este informe se devela además una alianza entre elenos y la Segunda Marquetalia, afincada en el estado limítrofe de Apure, en Venezuela.
Entre los avisos que deja este informe se destaca uno que en particular da temor: el regreso de Antonio Medina, hombre fuerte del EMC que llevó zozobra a la población de Tame durante años, fue repelido y ahora se ha aliado con “Los paracos del Casanare”.
En Arauca nada cambia. La guerra sigue arrastrando sus terribles números. Durante el primer semestre (enero-mayo) del año 2024, en el departamento de Arauca se mantiene el mismo comportamiento estadístico del año 2023, en cuanto a ataques a la población civil, pues en apenas cinco meses, se han registrado: 30 homicidios, 38 secuestros y 520 personas desplazadas y confinadas. Salvo contadas excepciones, ninguno de los actores armados reconoce su autoría en los hechos de violencia. Cada 72 horas hay una persona muerta o secuestrada en el departamento de Arauca.
Al posible retorno de Antonio Medina se suman las amenazas del comandante 10 del frente CCOr del EMC, alias Pescado, que declaró objetivo militar a los líderes de masa de centro oriente. En territorio la Paz Total pasó de ser la luz al final del túnel, a más de lo mismo. Según el informe ahora hay “miedo e incertidumbre”. En uno de los apartes del mismo se describe con crudeza lo que está sucediendo, por ejemplo, con el accionar de la fuerza pública: “En el departamento de Arauca, pareciera que el ejército, la armada y la policía se acuartelaron en sus bases y batallones para dedicarse a observar por televisión la confrontación entre las dos guerrillas, adoptando la estrategia de: “…Esperar pacientemente ¿cuál grupo insurgente sobrevive?, para enfrentarlo, ya debilitado en el futuro, y vencerlo fácilmente”.
Según lo que ha observado la FOIDH la población indígena está siendo seriamente afectada por el conflicto: “los pueblos indígenas Sikuani, Jivi, Eñepá, Hitnü, Makaguan, Yukpa y Kiwa, de ocupación transfronteriza, han sufrido desplazamientos forzados y están en peligro de extinción tanto física como cultural. La utilización de sus tierras por parte de actores armados ha agravado su situación, aumentando su vulnerabilidad y amenazando su supervivencia[ Esta información proviene de la recopilación de información de medios de comunicación y redes sociales realizadas por la FOIDHD sobre afectaciones del conflicto armado en las comunidades indígenas de la región”.
En este informe titulado Arauca: un reto de frontera para la paz total, queda claro sobre la necesidad de implementar una estrategia para proteger a la población civil de la arremetida que amenaza a uno de los departamentos más golpeados por la guerra.
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