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Arauca y la Paz Total

Por: Luis Eduardo Celis


Arauca lo tiene todo para salir de las violencias con las que coexiste desde hace cuarenta y tres años, cuando se instalaron con profundas raíces en este bello y vital territorio. Para avanzar en la enorme tarea de salir de profundos conflictos de orden social, político y económico en los que se afincó el ELN, hay que actuar con imaginación y propuestas ya construidas desde el importante tejido comunitario y organizacional existente en el departamento, que hay que recordar fue promovido y acompañado por los gobiernos de Alberto Lleras Camargo y Carlos Lleras Restrepo, en cuyos mandatos se promovieron las cooperativas agrarias, las juntas de acción comunal y la asociación de usuarios campesinos, la ANUC, ese formidable proceso social que se mantiene vivo en Arauca y que tiene la responsabilidad de seguir trabajando por una Arauca en paz.


El principal conflicto a resolver hoy en Arauca es la desconfianza de una parte de la sociedad araucana, la del mundo social organizado que fue traicionado y maltratado por el Estado Colombiano que, luego de darles tierra, los apoyara y ayudara a organizar entre 1958 y 1972; cuando vinieron las demandas, las protestas y los conflictos, los gobiernos de Misael Pastrana y Alfonso López Michelsen fueron incapaces de darle salidas adecuadas a estas crisis, vino la desconfianza profunda y allí surgió el ELN, que ha mantenido hasta el día de hoy arraigo en Arauca.


La Paz Total debe tener como prioridad a Arauca. Por allí pasa la negociación y el acuerdo por construir con el ELN, para ello se requiere acción conjunta entre el Gobierno Nacional, con el liderazgo de la oficina del Alto Comisionado de Paz, el gobierno departamental, los gobiernos municipales y el mundo social y gremial, para promover la participación y la construcción de las transformaciones a implementar en el corto, mediano y largo plazo, como lo establece la agenda firmada entre el Gobierno y el ELN en Ciudad de México el pasado 10 de marzo.


El Plan Nacional de Desarrollo en proceso de discusión y formulación en el Congreso de la República debe también contemplar una acción en Arauca. Los temas estratégicos identificados desde hace años y los cuales se deben actualizar en la dinámica de participación que van a ofertar el Gobierno y el ELN, luego del tercer ciclo a realizarse en La Habana en abril, son los pilares para una Arauca en paz.


Restañar la desconfianza es el puente a construir. Tarea de gobierno y sociedad Araucana, difícil, pero posible. Se deben concertar con el mundo campesino araucano las condiciones para potenciar su proyecto de vida, su economía, sus derechos sociales, su cultura, que pasa por la posibilidad de contar con los mecanismos para permanecer en su territorio sin la zozobra de que alguien los vaya a despojar de lo suyo.


Arauca requiere superar la incomunicación física que hoy tiene, sus vías no son las trochas de la colonización de los años sesenta, pero incluso ahora en el siglo XXI son medias trochas, una vergüenza para un territorio que le ha aportado tanto a la economía colombiana. Las vías de la Soberanía y la Ruta de Los Libertadores pueden ser construidas por la industria del petróleo hoy presente en Arauca en concertación con el Gobierno Nacional.


El petróleo tiene mucho que ver con la Arauca de las últimas cuatro décadas y hoy sufre los rigores de un conflicto armado plenamente vivo y actuante, hay que hacer un juicioso y sereno diálogo para ver una ruta de cambio en la que el petróleo juegue un papel de paz y democracia de calidad en este reto de construcción de acuerdos, transformaciones y visión compartida de paz.


Arauca lo tiene todo para ser un protagonista de la Paz Total, la construcción de un acuerdo de paz del que participe el ELN, eso se juega en los próximos meses, hay que jugar ese partido tan importante, nadie en Arauca debe quedar por fuera, no es fácil pero es posible.


 

*Las opiniones expresadas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad de la persona que ha sido autora y no necesariamente representan la posición de la Fundación Paz & Reconciliación al respecto.

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