Por: Diego Alejandro Pedraza, investigador de la Línea de Democracia y Gobernabilidad
El regreso de Armando Benedetti al círculo más cercano del presidente Gustavo Petro desató un sinfín de críticas, muchos ruidos y molestias profundas dentro del gabinete y en la ciudadanía en general.
Hasta el momento, las razones de su regreso no han sido confirmadas y se mantienen en el terreno de la especulación. Algunas figuras en la opinión pública mencionan su “capacidad política”, otros hacen referencia a Vicky Dávila (sin que se aclare la razón), algunos más señalan su influencia basada en secretos de campaña e incluso, se afirma que es su capacidad la que garantizará el trámite de las reformas de un gobierno que empieza a acercarse a su recta final.
Lo único cierto hasta el momento es que el exembajador ha regresado al palacio para ocupar una oficina en el tercer piso y desempeñar un papel en temas políticos junto al presidente de la nación. Lo relevante de este movimiento es que el presidente le debe a Benedetti de alguna manera, o en su defecto, lo considera una figura clave en su mandato. En cualquier caso, la decisión no deja de generar una sensación de rechazo en sectores del movimiento social, las bases y la población en general.
Cronología de un operador político
La razón central de la indignación no proviene del hecho de que Benedetti haya hecho carrera en diversas corrientes políticas, aunque esto influye. La reacción del país no se debe principalmente a que Benedetti haya sido en su momento un seguidor del uribismo, siendo una de las figuras más visibles de ese gobierno y un vocero destacado del Partido de la U (cuando este partido estaba bajo la influencia de Uribe) durante el período 2006-2010.
Imagen 1. Álvaro Uribe y Armando Benedetti en la campaña de 2006.
Después fue el gran aliado de Juan Manuel Santos, primero en la campaña de 2010 donde fue uno de los bastiones políticos del expresidente, fungiendo como mediador y como garantía de que el transito Uribe-Santos se daría según los intereses del gobierno saliente.
Imagen 2. Armando Benedetti como presidente del Senado 2010-2011.
La capacidad de Benedetti fue destacada por los dos expresidentes, tanto que en 2010 Juan Manuel Santos movió al Congreso para que lo eligieran primer presidente del Senado al inicio de su mandato. Se pensaba que Benedetti actuaría siguiendo las directrices de Uribe, funcionando como un punto de apoyo político que permitiría un mayor control sobre el gobierno de Santos por parte de Uribe y su círculo cercano, quienes confiaban en continuar en el poder de manera indirecta durante otros cuatro años.
Sin embargo, a partir de este momento, comenzaron los movimientos políticos de Benedetti. Al notar el distanciamiento entre el presidente Santos y el expresidente Uribe, Benedetti se alineó con el “santismo” y pasó a desempeñar un papel importante dentro de la estructura política que Uribe había dejado, ahora bajo el control de Santos. En este contexto, Benedetti optó por apoyar a quien, en su análisis, representaba la mejor opción disponible.
Benedetti continuó en el grupo “santista” hasta 2021, cuando, en medio de los eventos generados por el estallido social, decidió alinearse con el ala “petrista” y asumir un papel destacado en la campaña presidencial de Gustavo Petro.
Benedetti y el “petrismo”
Armando Benedetti ingresó a la campaña presidencial desempeñando un papel destacado, asumiendo funciones cercanas a las de un jefe de debate del candidato. Durante este proceso, mostró su habilidad como operador político, capaz de interactuar tanto con los altos niveles de la política como con las estructuras regionales que ejercen control sobre el poder local.
Con él, se unieron otros miembros del Partido de la U que decidieron abandonar su alineación con el tradicionalismo y transaccionalismo político en un contexto de crisis de esa corriente ideológica, mientras el país atravesaba una situación de conflicto social, con el silencio de Duque y una sociedad que demandaba el fin de las estructuras políticas tradicionales.
Con Benedetti no solo llegaron políticos, sino también Laura Sarabia, su anterior asesora, quien inicialmente ingresó a la campaña como aliada de Benedetti. Sin embargo, fue el mismo Benedetti quien decidió que Laura acompañara a Petro en funciones de secretaria privada. Este movimiento le garantizó a Benedetti mantenerse cercano al candidato durante la campaña. Benedetti confiaba en Laura y la consideraba clave para sus objetivos, pero en la dinámica política, los roles pueden cambiar, como ocurrió con Laura, quien adquirió un poder significativo en la sombra, lo que la llevó a convertirse en la mano derecha del presidente y jefa de gabinete.
Esta situación generó descontento en Benedetti, quien, movido por sus aspiraciones de poder, nunca quedó satisfecho con lo que tenía. Aunque no es que a Benedetti no le ofrecieran nada, simplemente no era lo que él esperaba. A pesar de esto, aceptó la embajada de Colombia en Venezuela, que, en el contexto de este gobierno, es considerada una de las embajadas más relevantes del país.
Aunque aceptó, se retiró de manera no deseada, ya que él buscaba un ministerio, el puesto de Laura, o posiblemente otro cargo, ya que con Benedetti no es claro qué es lo que realmente busca.
El cisma de los “15.000”
Los primeros meses de Benedetti en la embajada se caracterizaron por la calma y la discreción. Cabe señalar que Benedetti no se destacó por su alto nivel de productividad. Sin embargo, en junio de 2023, se produjo un quiebre cuando la Revista Semana publicó unos audios en los que Benedetti confrontaba a Laura Sarabia debido a que el presidente Petro no lo atendía.
En esos audios, Benedetti expresaba su frustración, reclamando a Laura por la desatención del presidente, y mencionaba detalles que captaron la atención pública. Habló de 15 mil millones de pesos, los cuales, según él, habrían sido producto de su trabajo de lobby en la costa atlántica. En los audios, Benedetti también se mostró agresivo hacia Laura, sugiriendo que, si él hablaba, se producirían consecuencias legales para varios involucrados.
El escándalo sorprendió al país, y el presidente Petro no tuvo más opción que retirar tanto a Benedetti como a Laura de sus cargos para protegerse a sí mismo, al proyecto y al gobierno. Sin embargo, el daño político ya estaba hecho, y asociarse con operadores políticos de reputación cuestionada dificultó cualquier posible recuperación en el ámbito político.
Regresan Benedetti y Laura
Unos meses después del escándalo, Laura regresó al gobierno como directora del Departamento para la Prosperidad Social, y posteriormente fue nombrada directora del Departamento Administrativo de la Presidencia (DAPRE). A principios de este año, Benedetti regresó para ocupar el cargo de embajador de Colombia ante la FAO, un puesto que no existía y que tuvo que ser creado para asignárselo.
En la FAO, Benedetti permaneció en un perfil bajo y solo volvió a ser noticia cuando fue denunciado en España por su esposa, Adelina Guerrero, por una supuesta violencia intrafamiliar. Regresó a Colombia para dar explicaciones, y presuntamente, su esposa regresó al país. Después, Benedetti volvió a la FAO para continuar con sus funciones diplomáticas.
Su último regreso ocurrió la semana pasada, cuando ofreció una entrevista a la Revista Semana, en la que elogió la candidatura de Vicky Dávila, cuestionó al gobierno, sostuvo que no era posible reelegir el proyecto progresista y afirmó que volvía al primer círculo del gobierno para respaldar al presidente Petro en asuntos políticos.
En una declaración posterior, Benedetti informó al país que había enfrentado problemas de drogadicción y alcoholismo, los cuales ha estado tratando en un proceso de desintoxicación en México. Aunque este tema no debe ser considerado como algo excepcional, ya que cualquier persona puede atravesar situaciones similares, lo relevante del caso es que, durante ese período de desintoxicación, Benedetti continuó en su cargo como si nada hubiera ocurrido. Es pertinente preguntarse cuántos colombianos tendrían la posibilidad de continuar en sus trabajos mientras enfrentan un proceso de rehabilitación.
Tras esta entrevista, Benedetti apareció días después para presentar su renuncia formal a la FAO. Se reunió con el presidente Petro y Laura Sarabia, se tomó una foto y salió del Palacio de Nariño anunciando que regresaba al gobierno. Indicó que tendría una oficina en el tercer piso, junto a la oficina del presidente, y que trabajaría en estrecha colaboración con Laura Sarabia a pesar de los eventos previos.
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