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Así cayó Mario Uribe, el todopoderoso primo del expresidente que pactó con los paras

Por. Iván Gallo - Editor de Contenidos


Foto tomada de: Semana



Las noticias que genera Mario Uribe siempre son muy vergonzosas. El haberse asociado con grupos paramilitares para consolidar su poder político debería bastar para estar, para siempre, en el pabellón de la infamia. En esta semana que termina se hizo público una denuncia: Uribe, quien pagó su condena en el 2020, vive en un apartamento que Don Berna supuestamente había entregado para reparar a sus víctimas, sin pagar arriendo. Según denunció la Unidad de Víctimas, el ex senador debe 280 millones de pesos de arriendo. Al ser interpelado por la propia directora del organismo, Lilia Solano, le ofreció un negocio completamente beneficioso para él: reducir la deuda a 30 millones e irla pagando a un millón de pesos mensuales. Un esperpento.


En este artículo, que es un capítulo del libro Parapolítica, el mayor atentado a la democracia en Colombia, se recuerda cómo cayó Mario Uribe y como esto significó el comienzo de la debacle de Alvaro Uribe. Esta es su historia.


La caída de Álvaro Uribe empezó en los años 2007 y 2008, justo cuando estaba en la cima. Convocatorias como la marcha contra las FARC, en donde las calles de Colombia se llenaron de un blanco inmaculado comprobaban su nivel de conexión con las masas. Triunfos militares contra la guerrilla como la Operación Jaque que terminó con el rescate de Ingrid Betancourt, encendían los ánimos de quien fue votado en el año 2011 en el canal History como el Gran Colombiano. Paralelo a estas victorias caía sobre él una catarata de golpes judiciales que amenazan lo que más cuidaba, su legado político. Ante los medios de comunicación anunciaba que se gestaba un golpe contra la Seguridad Democrática por parte de investigadores, ONG, intelectuales y magistrados como Iván Velásquez que buscaban su caída. En el año 2015, Uribe escribió un memorando de 77 puntos en donde intenta comprobar que desde la Corte Suprema se fraguó un complot contra él.


Es que entre el 2007 y el 2008 le estallaron todos los escándalos, las presiones de los gobiernos de Francia y Brasil para que negociara la liberación de la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt, quien llevaba seis años secuestrada, las declaraciones de Yidis Medina, una ex repartidora de tintos encumbrada a poderes insospechados con tal de que su voto definiera la perpetuación de Uribe en el poder, una parte de la opinión pública, que aplaudía cada una de las decisiones de la Seguridad Democrática, percibía el tufillo a dictadura que podría tener esa obsesión para la reelección. Pero sin duda el golpe que más sintió fue la detención en abril del 2008, de su primo, Mario Uribe.


En ese momento Mario Uribe era uno de los hombres más poderosos del país. Uribe había creado en 1985 uno de los primeros partidos que saldrían de los liberales, la Colombia Democrática, junto con su primo Álvaro y el político antioqueño William Vélez. En 1994 consiguen la gobernación de Antioquia para Álvaro Uribe y además logran que Mario Uribe llegara al Senado. No había ninguna duda, los primos eran un tándem poderoso.


En el Senado Mario Uribe protagonizó encendidos debates contra la ley que buscaba revivir la extradición de colombianos a los Estados Unidos, la cual había sido prohibida por la nueva Constitución de 1991. Uno de los argumentos esgrimidos por Mario Uribe para que no regresara la extradición era la confianza que había que tener en instituciones como la Fiscalía y la Corte Suprema de Justicia. Desde esos años ya se le seguía el rastro a Mario Uribe sobre sus alianzas con narcotraficantes. Según Verdad Abierta investigadores judiciales obtienen conversaciones telefónicas con un narcotraficante del oriente antioqueño llamado Pedro Pablo Uribe Henao. Según un informe de la Fiscalía del 17 de julio de 1997, Henao lideraba una organización que enviaba droga de Medellín a Estados Unidos. En continuas ocasiones Uribe Henao le preguntaba a Mario Uribe por el estado del trámite de extradición en el Congreso.


En una de ellas contestó: “pues se ha hecho mucho esfuerzo por eso Pedro, pero, pero eso parece inatajable”. La extradición entraría en vigencia de nuevo en noviembre de 1997.

En unos cuantos años y gracias a una efectiva campaña mediática su primo, Álvaro Uribe se transforma en uno de los gobernadores con mayor proyección del país. Iniciativas como las CONVIVIR, que fue vendida como una respuesta de la comunidad para combatir los desmanes de la insurgencia, fueron aplaudida en televisión, radio y prensa omitiendo la importancia que tuvo como ficha para las intenciones de legitimarse de las Autodefensas Unidas de Colombia.


Las Convivir estaban cobijadas por la legalidad a través del decreto 356 de 1994 en donde se legitimaba a los miembros de esas organizaciones la facultad de utilizar armas y hasta ejercer control en algunos territorios, todo con la excusa de combatir la insurgencia. El 7 de noviembre de 1997 la Corte Constitucional declaró inexequibles apartes de este decreto. Las Convivir fueron la inspiración para que ganaderos de Cesar y Sucre le pidieran a Mancuso replicarlas en departamentos como Cesar y Sucre. Entonces formó su organización, Rodrigo Tovar Pupo, un dicharachero rumbero, amigo de infancia y cuadra de Ricardo Palmera, quien con los años sería Simón Trinidad, se transformaría en el temible comandante Jorge 40, máximo comandante del Cesar. Diego Vecino, su viejo amigo del barrio La Castellana en Montería, sería el mandamás de Sucre. Las Convivir les daba legalidad, por más de que se moleste Uribe, a estos grupos paramilitares quienes pasarían a la ilegalidad en 1997. Cuando esto sucede los miembros de la Convivir se transforman en una cantera de miembros que engrosarían las AUC y ayudarían a su temible expansión. Este exabrupto no deterioraría la popularidad en Antioquia de Álvaro Uribe.


Insuflado por la buena imagen que dejó su paso por la gobernación, Uribe aspira a la presidencial en el 2002. Colombia Democrática se divide y mientras Álvaro aspira al cargo por el movimiento Primero Colombia, su primo Mario se presenta al congreso, al lado de William Vélez, con el Movimiento de Renovación de Acción Liberal, paradójicamente llamado por sus siglas: MORAL. Logran entrar al Congreso y  en las elecciones del 2006 quieren reelegirse y entre senado y cámara consiguen cinco escaños. Entonces estalló el escándalo.


En ese momento Uribe tenía que enfrentarse además con la inconformidad de los jefes paramilitares que se habían desmovilizado desde el 2004 acogiéndose a los acuerdos de Justicia y Paz. En julio del 2004 Ernesto Báez, Ramón Isaza y Mancuso fueron vitoreados en el Congreso y ellos ya se frotaban las manos creyendo que podrían legalizar las fortunas que hicieron sus ejércitos irregulares convirtiéndose en partido y amparados en la Ley de Justicia y Paz que se tramitaba y en dónde aspiraban blanquear sus fortunas y reputación. Para eso tenían a 52 congresistas de su manga listos a volver ley lo que ellos propusieron. Pero no fue tan fácil. La Corte Suprema de Justicia y magistrados como Iván Velásquez, le dañaron la fiesta a los paras y a Uribe. Por eso Mancuso en el año 2007 se sentía traicionado.


El 17 de mayo del 2007, en versión libre con fiscales de Justicia y Paz, Mancuso afirmó que Uribe Escobar se había reunido con él, en la Finca La Capilla, en Tierralta Córdoba, para pedirle ayuda económica y logística previo a las elecciones del 2002. El puente entre Mario Uribe y Mancuso fue la congresista de esa tierra, Eleonora Pineda. El caso de Pineda en Córdoba, como el de Rocío Arias en Antioquia, fue emblemático de la parapolítica. Fueron políticas que alcanzaron votaciones superiores astronómicas a pesar de venir de zonas sin mayor tradición política y con una alta influencia paramilitar. El fenómeno reflejó la presión que ponían las AUC en la comunidad a la hora de pretender conseguir votos. Eleonora Pineda se transformó en una popular esteticista, dueña de un salón de belleza en Tierralta, en la Representate a la Cámara mayor votada del país con 60 mil sufragios.


Según el propio Mancuso, en declaraciones que fueron corroboradas por la Corte Suprema en el 2010, cuando ya el ex jefe paramilitar estaba en una celda en los Estados Unidos, ellos, antes de esa reunión en Tierralta, estaban listos para apoyar a Miguel de la Espriella como fórmula de Eleonora Pineda al Congreso, pero después de la reunión con Mario Uribe se convencieron de que él sería el caballo ganador.


Una vez se concretó la reunión Salvatore Mancuso se remangó la camisa y llamó a sus lugartenientes en municipios como Puerto Libertador, Planeta Rica y Montelibano. La misión era ayudarle a Mario Uribe con las elecciones al senado del 2002. La cifra con la que llegaría al senado ese año Mario Uribe fue realmente histórica: 107.099 votos.


Hubo otro desmovilizado de las Autodefensas, Jairo Castillo Peralta, alias Pitirri, que confesó haber tenido reuniones con Mario Uribe en 1998, no para hablar de compra de votos, sino para negociar tierras, conseguidas por los paramilitares, a precios muy bajos. Las reuniones se habrían dado en fincas en los municipios de Sahagún Córdoba y en Caucasia, Antioquia. Una de las obsesiones de Uribe era comprar la finca La Alemania en San Marcos Sucre, según testimonio de Pitirri no le importaba demasiado al congresista comprarla así tuvieran que desplazar a su dueño. La Corte no pudo probar nada de esto.


En el 2006 es reelegido senador por cuarta vez consecutiva con una votación de 66.407 votos. Esta votación no sería un problema para Uribe pero sí la del 2002 que fue tan alta que empezó siendo objeto de estudio para investigadores como los de la fundación Nuevo Arco Iris. Era alarmante que la alta votación se presentara en regiones donde el fenómeno paramilitar estaba desatado. Se abría el capítulo de la Parapolítica. Además a tres de los congresistas que tenía su partido, Colombia Democrática, se les abrió investigación por sus nexos con la parapolítica.


Las investigaciones a su primo por parte de magistrados como Iván Velásquez se convirtieron para Álvaro Uribe en un ataque, una afrenta personal. Uribe estalló cuando su primo, para ser investigado, tuvo que dejar su curul. Uno de los magistrados, César Julio Valencia Copete, afirmó que el mismo día que la Corte llamó a indagatoria a Mario Uribe el entonces presidente, quien se encontraba en Nueva York, le exigió explicaciones al togado por la decisión tomada contra su primo. El ex presidente siempre negó esta llamada. El 22 de abril del 2008 se le emitió orden de captura. Desesperado Mario Uribe buscó refugiarse en la embajada de Costa Rica en Bogotá pero todo fue en vano. Fue capturado y llevado a la Picota. Su primo, el presidente, aparentemente aceptó en un comunicado la decisión de la justicia pero, el entonces ex vicefiscal, Guillermo Mendoza Diago, ordenó su ex carcelación.


Empezó un tire y afloje con la corte que terminaría con la segunda detención de Mario Uribe en mayo del 2010 en Medellín. En su momento negó cualquier participación con Mancuso. Después afirmó que si asistió a la reunión en la finca “La Capilla” con Mancuso lo hizo porque Eleonora Pineda lo llevó allí “de manera sorpresiva”. Mancuso, aprovechando su vínculo con el presidente, le pidió favores personales que el ex congresista rechazaría “de manera cortés”. Otra de las razones que esgrimió para reunirse con Mancuso fue el de generar un puente para unas próximas negociaciones de paz con el gobierno. Esto fue desmentido por el entonces Comisionado de Paz Luis Carlos Restrepo negó al ex congresista se le hubiera dado un aval para hablar con los paramilitares.


Pese a la insistencia de su inocencia la sentencia caería sobre Mario Uribe. El 20 de febrero del 2011 la Corte Suprema condenó a Mario Uribe a siete años y seis meses de cárcel además de una multa de 3.481 millones de pesos. El delito por el que se le condenaba era el de Concierto para delinquir. La acusación de la Corte Suprema tomaba en cuenta la cantidad de votos -completamente atípicos- que había recibido Uribe en los municipios de Sahagún, Montelíbano, Planeta Rica y Chinú.


Desde entonces Álvaro Uribe extremó sus ataques a magistrados como el actual ministro de Defensa Iván Velásquez. Habló de complot para sacarlo de la presidencia. A los 61 años Mario Uribe tuvo que ver como su barco político se hundía para siempre.

1 comentário


joraf65079
hace 6 horas

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