Por: Línea de Democracia y Gobernabilidad
Aunque Carlos Cortés, en su podcast Charlas con Charlie, junto con Héctor Riveros, señalaba la posibilidad de que el panorama político del país fuese más lento y apagado de lo que parece, el movimiento de las figuras políticas nacionales y regionales de cara a las elecciones de 2026 podría estar revelando las tendencias que marcarán los próximos comicios, haciendo que ese panorama se agite conforme pasen las semanas y quede mucho más claro el mapa político con sus actores.
Con el reciente triunfo de Donald Trump, el inicio de este período de revisión de la gestión del gobierno de Gustavo Petro y el arranque del calendario electoral, ya hay figuras políticas que han comenzado a madrugarle a la campaña y han anunciado su intención de presentarse como candidatos. Por ahora, estos son los últimos movimientos en ese aspecto, que muestran que la carrera es por el mote de “alternativo” y por ganarse los espacios de la independencia, ya sea en el espectro de la derecha, el centro o la izquierda.
La carrera por encontrar a un nuevo “outsider” sigue conjugando las opciones en la derecha fuerte y en la extrema derecha
Esta semana surgieron nuevos nombres para acompañar al de Victoria Eugenia Dávila, “Vicky Dávila”, en la carrera por la candidatura unificada de la derecha. Por un lado, los medios anunciaron las potenciales renuncias de Miguel Polo Polo y Jonathan Ferney Pulido Hernández, “JP Hernández” a sus curules en el Congreso por sus respectivos partidos, el Ecologista Colombiano (con quien Polo Polo tenía una disputa, debido a que la posición oficial del partido es a favor del gobierno) y el Partido Alianza Verde respectivamente.
Aunque la renuncia de ambos congresistas aún no ha sido confirmada, mueve el tablero político dentro los bloques de derecha fuerte y extrema derecha, en los que ambos nombres tienen fuerza, y amplían el espectro de nombres que pueden terminar disputándose la candidatura de la derecha, a la que posiblemente lleguen todos en una consulta en marzo del 2026.
No obstante, y aunque el nombre de Polo Polo y JP Hernández tienen amplias audiencias en redes sociales como X (anteriormente Twitter), YouTube y TikTok, si es verdad que tienen que enfrentarse a la popularidad que poco a poco ha ido tomando Vicky Dávila en un electorado que ya no observa con mucha confianza las opciones partidarias de la derecha institucional y en las que ha quedado haciendo ruido el segundo triunfo de Trump, junto con las medidas radicales que ha tomado en la primera semana de su mandato.
JP Hernández es uno de los que llega mejor posicionados a esta etapa preelectoral. En las elecciones al Congreso de 2022 logró arrastrar 189.921 votos (según resultados de preconteo) dentro de la Lista de la Centro Esperanza, quedando en primer lugar y llegando al Senado con el apoyo de sus audiencias, que a hoy tiene más de 1,4 millones de seguidores en Facebook, 1,19 millones de suscriptores en YouTube, 163 mil seguidores en X, 1,3 millones de seguidores en TikTok y 275 mil en Instagram.
Por su parte, Miguel Polo Polo se mide a una contienda a la que llega con un discurso bastante radical, mediado por los escándalos en los que ha estado involucrado frente a su discurso negacionista del conflicto armado y de las víctimas, que considera como “un invento de la izquierda” para desprestigiar a las fuerzas militares y de policía del país. Polo Polo llegó a una de las curules afro por el Consejo Comunitario de Comunidades Negras Fernando Ríos Hidalgo (hoy Partido Ecologista Colombiano) en 2022 con más de 35.253 votos, y busca ahora medirse en las elecciones presidenciales con una audiencia en redes sociales de 295 mil seguidores en Facebook, 333 mil seguidores en X, 5.700 suscriptores en YouTube, 174 mil seguidores en Instagram y 296 mil seguidores en TikTok.
Ambos tienen cuestionamientos por el uso de estrategias sucias en redes sociales para hostigar y acusar a contradictores políticos. En el caso de JP Hernández, presuntamente utilizó su plataforma de redes sociales para hostigar al periodista Orlando Villar después de que este publicara información que contradecía las afirmaciones del senador sobre su invitación a la toma de posesión del presidente salvadoreño Nayib Bukele. Villar recibió amenazas a través de redes sociales tras la publicación, lo que llevó a organizaciones defensoras de la libertad de prensa a intervenir y solicitar protección para el periodista.
Por el lado de Polo Polo, tuvo relevancia en los últimos meses, luego de que arrojara a la basura algunas botas de un homenaje artístico a las víctimas de 'falsos positivos' que se estaba realizando en la Plaza Núñez del Congreso. Este acto fue grabado en un video donde Polo Polo cuestionaba la cifra de 6,402 víctimas, afirmando que no estaba respaldada por entidades judiciales. Esta acción fue ampliamente condenada por políticos y organizaciones de derechos humanos, quienes lo acusaron de revictimizar a las familias afectadas y de difundir un mensaje negacionista del conflicto, donde ha desestimado su veracidad y ha insinuado que los familiares de las víctimas que buscan justicia están politizando sus tragedias para favorecer al gobierno actual.
En ambos casos, han sido objeto de varias quejas disciplinarias.
Polo Polo apareció en los últimos días junto con María Fernanda Cabal, precandidata del Centro Democrático a la presidencia, y Abelardo de la Espriella, en un vídeo indicando sobre la urgencia de crear un bloque político que defienda a la democracia de la “crisis” a la que el gobierno Petro la ha llevado, indicando que tienen un grupo político llamado “Defensores de la Patria” y que, según De la Espriella, cuenta con más de 40 mil miembros. La presencia de De la Espriella ha generado de nuevo suspicacias sobre la posibilidad de que se lance también como precandidato.
En aquel evento, que fue un conversatorio con otros activistas de derecha fuerte realizado en Barranquilla, De la Espriella señaló que pediría al gobierno de los Estados Unidos que suspendiera las visas a todo político que haya apoyado las iniciativas del gobierno, y señaló al gobierno Petro de ser una “mafia” que estaba aliada a grupos ilegales y que buscaba generar caos para perpetuarse en el poder en 2026.
La campaña de los tradicionales es por el carril del “antipetrismo”
Al mismo tiempo, las opciones políticas más tradicionales también se han ido moviendo en este inicio de precampaña electoral hacia 2026. Por un lado, David Luna renunció a su curul y a su actual partido, Cambio Radical, para anunciar que se lanzaría hacia la presidencia, al mismo tiempo que Humberto de la Calle también anunciaba una decisión similar, renunciando a su curul en el Senado y al partido Verde Oxígeno. Por otro lado, Cesar Gaviria envió una carta al Consejo Nacional Electoral (CNE) solicitando que se cambie la posición del partido hacia una postura independiente del gobierno.
Luna, a quien le hemos hecho seguimiento desde la Línea de Democracia y Gobernabilidad como una de las principales cabezas de la oposición institucional y quien representa a varios de los sectores moderados de derecha en el Congreso, anunció en una carta al presidente del Senado, Efraín Cepeda, que renunciaría a su curul y a su partido Cambio Radical, con la finalidad de lanzarse por firmas, luego de que se conociera la intención de ese partido de apoyar unánimemente la candidatura de Germán Vargas Lleras, quien se vuelve a presentar por tercera vez a una candidatura presidencial por ese partido. Luna parte con una votación de 112.329 votos en las elecciones a Senado en 2022 y con una larga trayectoria electoral, luego de haber sido el candidato más votado en las elecciones al Senado en 2006 y de haber sido candidato a la Alcaldía de Bogotá en 2011, donde quedó de quinto con sólo el 4,14% de los votos.
La renuncia de Luna viene acompañada con una denuncia a un posible intento de reelección de Gustavo Petro o una potencial suspensión de las elecciones, por lo que ha llamado a su nueva iniciativa “Frente Ciudadano Contra la Reelección y la Tiranía”, con la que busca recolectar firmas y construir un programa político en contra de lo que considera son los intentos del gobierno Petro por perpetuarse en el poder.
Asimismo, Humberto de la Calle terminó renunciando también a su curul, luego de una larga pelea con Ingrid Betancourt, presidenta del partido Verde Oxígeno, el cual le dio el aval para presentarse en la lista de la coalición Centro Esperanza en 2022 y por la que De la Calle terminó regresando al Congreso. Aunque aún no está claro qué rol tendrá De la Calle en la futura campaña electoral de 2026, sí es claro que la renuncia se venía cocinando desde tiempo atrás, luego de que Betancourt declarara en varias ocasiones que estaba en contra de lo pactado en el Acuerdo de Paz y virara su partido hacia la oposición, mientras que De la Calle seguía sosteniendo posturas independientes, en algunos casos cercanas al gobierno. De la Calle obtuvo 187.307 votos en las elecciones pasadas y fue el segundo candidato más votado de la lista de la Centro Esperanza a Senado.
Aun así, según sus propias declaraciones, posiblemente De la Calle pueda terminar llegando a alguna de las campañas de centro a apoyar a algunos de los candidatos que emerjan de allí. La salida del partido Verde Oxígeno le permite hacerlo con libertad, sin incurrir eventualmente en cualquier acusación de doble militancia.
En ambos casos, tanto las renuncias de Luna como la de De la Calle deben observarse en el marco de ejercicios de reconfiguración su relación con el electorado, presentándose como alternativas más cercanas a las demandas de los sectores políticos que representan, en el marco de la polarización política previa a las elecciones, más en un escenario de fragmentación política donde la legitimidad de los partidos políticos se ha venido erosionando y atomizando y donde los discursos políticos quieren canalizar el descontento social por fuera de ellos.
De igual modo, estas renuncias —y otras que se darán en las próximas semanas— también son la manifestación de la disputa por el campo político del llamado “antipetrismo”, lo que denota que parte de estas elecciones se disputarán frente al balance de la gestión del gobierno y la defensa o rechazo de su programa político, que buscará conservar el poder con su propio candidato en 2026.
Mientras se estaba discutiendo en el Congreso sobre la decisión del gobierno de declarar el Estado de conmoción interior en la región del Catatumbo, el director del Partido Liberal, César Gaviria, le envió una carta al Consejo Nacional Electoral indicando que la postura de su partido frente al gobierno cambiaría hacia la independencia.
Esto, luego de casi dos años de relaciones tensas entre la dirección de ese partido y el gobierno, en la que el partido se fragmentó entre el bloque de congresistas que apoyan las iniciativas del presidente Petro (y que se concentran en Cámara) y otro bloque que sigue en la oposición de facto. De hecho, la mayoría de las bases se encuentra volcada hacia el progresismo, y ha demandado en varias oportunidades que la dirección de su partido se entregue a un cuerpo colegiado o a otro director que represente sus intereses.
No obstante, el control de Gaviria en el partido sigue siendo firme, más posteriormente a la Convención Liberal que se realizó a finales de octubre de 2024, en la que el expresidente logró imponer las reglas de juego y hacerse reelegir por los voceros del partido, que varios congresistas denunciaron que presuntamente apoyaron a Gaviria constreñidos por los apoyos electorales recibidos en 2023.
Lo que sí deja claro la salida de los liberales del gobierno es que el Acuerdo Nacional, la iniciativa del gobierno por generar un gran frente político y social para movilizar sus reformas, termina de morir al romperse el último apoyo restante de los partidos tradicionales, que ya habían salido del gobierno en abril de 2023 y que han hecho equilibrismo en la independencia. Por otro lado, los liberales también se montaron en el bus que va por la carretera del “antipetrismo”, buscando ganar el voto de descontento hacia el gobierno en los departamentos del interior, especialmente en Cámara, donde esperan superar los votos del Pacto Histórico y ser la primera fuerza en esa corporación.
La precampaña empieza con nombres que se están alejando de la política institucional y de los partidos políticos
El pasado 29 de enero, Revista Semana publicó una encuesta realizada por el Centro Nacional de Consultoría (CNC) midiendo la intención de voto hacia los más sonados precandidatos presidenciales, a 1 año y 3 meses de realizarse la primera vuelta presidencial en Colombia.
Según los resultados, Vicky Dávila lidera la intención de voto tanto en el bloque político de la derecha como a nivel general, con 36,4% y 12,7% respectivamente. Le siguen en esa intención Sergio Fajardo, quien tiene un 11,8% de la intención de los votantes y se llevaría una potencial candidatura de la consulta de centro, con 27,1% de apoyos, y Gustavo Bolívar, quien se quedaría con la nominación de la consulta de la izquierda, con 29,1% de votos y en un quinto lugar en la intención general a la presidencia, con 6,7% de la intención de los encuestados.
Aunque es muy temprano para hacer conjeturas y el escenario preelectoral en el país aún sigue muy crudo (pues aún queda un mes y medio para que inicie el calendario electoral para le legislativo, a mediados de marzo, y 4 meses para que inicie el calendario electoral para las presidenciales, en mayo), sí es posible denotar que, por ahora, el termómetro político mide que la intención de la población colombiana está decantándose hacia figuras políticas que no se identifican fácilmente con estructuras políticas partidistas y que, por el contrario, han tratado de mostrarse como representantes directos de sus propios votantes.
Haciendo la sumatoria de la intención de voto de candidatos con estructuras políticas y militancia frente a los que han hecho su vida política por fuera de los partidos (o no tan cercanos a los mismos), la balanza se inclina abiertamente hacia iniciativas particulares. El 43,8% de la base encuestada estaría dispuesta a votar por un candidato independiente o lejano a los partidos, frente a un 39,4% que votaría con algún candidato identificado con un partido político.
Donde se nota más esta tendencia es en la consulta de la izquierda, donde 4 de los 6 candidatos más votados son figuras que tienen amplia presencia en las redes sociales y apoyo de las bases sociales y políticas que votaron a Gustavo Petro en 2022. Asimismo, en la consulta de la derecha, aunque en sumatoria la gente se decantaría por elegir a un candidato institucional, el apoyo hacia Vicky Dávila y la diferencia que le saca al segundo (Germán Vargas Lleras) demarca que también al otro lado del espectro político la intención de voto se concentra en figuras con amplia presencia mediática y sin una trayectoria política clara.
Por ahora, el panorama político colombiano muestra una inclinación creciente hacia liderazgos que trascienden las estructuras partidistas tradicionales, privilegiando figuras con fuerte presencia mediática y un discurso de independencia frente a las maquinarias políticas. Lo que sí es probable es que la contienda de 2026 podría estar marcada por un voto cada vez más personalizado y emocional, donde el carisma y la construcción de marca política pesan más que la trayectoria institucional, denotando mucho más cierto desapego hacia los partidos, que están tendiendo a fragmentarse en un escenario de mayor polarización.