Por: Redacción Pares
El M-19, desde su fundación en 1974, estaba avocado a la espectacularidad. Parecía un grupo de poetas que tomaron las armas en un ataque de inspiración. Después de los errores que se han sucedido en Colombia en los últimos cincuenta años y que han tenido como protagonistas a las FARC y el ELN, refererirse con estos adjetivos a un grupo guerrillero es un anatema. Pero los jóvenes deben tener contexto y en los agitados años setenta, desde las universidades y grupos de pensamiento, se aspiraba a tomarse el poder por la fuerza ya que los dueños del país no lo entregarían por vía democrática.
Así que, poco antes de dar su primer golpe, el del robo de la espada de Bolívar, empezaron a aparecer anuncios en los periódicos locales. Algunos de estos decían ¿Parásitos? Tome M-19, y la frase dejaba un enigma sobre el que muchos especulaban. ¿Qué era lo que iba a salir? ¿Un purgante? Estas incógnitas quedaron despejadas al tomarse en enero de 1974 la espada de Bolívar. Había surgido una guerrilla que no se cerraba al dogma de China ni de Moscú. Su creador, Jaime Bateman, se había salido de las FARC por su dogmatismo y lo que creó fue el llamado “sancocho nacional” en donde cualquier idea que sirviera para que nos ayudara salir de la crisis se pondría en práctica.
Y los golpes le trajeron al M-19 un aura romántica de David contra Goliat. Robarse las armas del Cantón Norte un 31 de diciembre de 1978 fue un golpe inolvidable, sobre todo a un gobierno que se juraba ser un adalid de la seguridad nacional. Luego repitieron la fórmula con la toma a la Embajada de la República Dominicana y querían hacer moñona con el Karina.
Uno de los mejores libros de No-Ficción en la historia del país se basa en esta historia. El M-19 había comprado un barco panameño con el que pensaba entrar al país 400 toneladas de armas desde Alemania Oriental. Hay que recordar que hasta 1989 Alemania estaba dividida en dos paises por un muro, la parte occidental era capitalista, la oriental socialista. En el barco y en toda la operación, a pesar de las dimensiones de la misma, sólo estaban al mando tres guerrilleros, Fernando Erazo, alias Salvador, Hector Gonzalez y Jairo Rubio.
Al barco lo hundieron justo cuando pensaba entrar a Colombi. Le disparó el buque de la armada Sebastián de Benalcázar. Al frente estaba el capitán de navío Eduardo Otero Erazo quien le llegó la contraorden: había que hundir al Karina porque pensaba entrar por Colombia usando las Bocas del Rio San Juan. En horas de la madrugada del 14 de nombre de 1981 lo detectaron. Desde el buque de la armada pudieron divisar el nombre de la nave que buscaban El Karina. Empezó entonces un combate naval que duró varias horas. Era de noche, y hace cuarenta y tres años no existía la tecnología en radares así que al Karina le pegaron tres cañonazos que lo terminaron hundiendo.
Nada se volvió a saber del Karina. Mientras en Colombia se pagan fortunas por sacar a flote los tesoros sumergidos el Karina sigue durmiendo con los peces. Allí murieron sus tres integrantes y no se tiene la certeza de qué tipo de armamento llevaban. Lo único cierto es que, de haber podido coronar esta misión y con el apoyo popular que tenía el M-19 el destino del conflicto colombiano, al menos con el Eme, habría sido muy distinto.
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