Por: Línea de Democracia y Gobernabilidad
En Colombia, las dinámicas y los liderazgos políticos han estado históricamente dominados por los hombres y sus correspondientes expresiones masculinas, propias de una sociedad profundamente patriarcal y conservadora. A pesar de la aprobación del voto femenino en agosto de 1954 y su aplicación hasta diciembre de 1957, el camino recorrido por las mujeres colombianas para lograr un espacio en la esfera pública y en la política ha sido arduo. Esta situación se encuentra reflejada, por ejemplo, en los datos recogidos por la CEPAL en 2020: el 18.3% de los escaños en el Congreso del país se encuentran ocupados por mujeres. Esta cifra revela que Colombia aún es un país rezagado en cuanto a participación y representatividad de mujeres en la región iberoamericana.
Es necesario reconocer la complejidad de factores que atraviesan una verdadera inclusión de las mujeres en la política. Entre ellos se encuentran la educación política, el acceso a la educación superior, la equidad salarial, la eliminación de los estereotipos de género y la erradicación de la violencia política contra las mujeres, entre otros. Esto ha llevado a que únicamente las mujeres privilegiadas de la sociedad sean quienes alcancen los espacios de poder y decisión. En efecto, su representación no se ha traducido necesariamente en la defensa de las agendas, intereses y demandas que desde los movimientos sociales de mujeres y feministas se establecen; sino que, por el contrario, muchas veces encarnan los valores más tradicionales y patriarcales de la política colombiana. Las baronesas electorales son un ejemplo de esta situación.
De acuerdo con las investigaciones realizadas por la Fundación Paz & Reconciliación (Pares), para las próximas elecciones legislativas de 2022 en Colombia, de 2432 candidaturas, solamente 929 son mujeres, de las cuales 21 pertenecen a clanes políticos; y, entre estas, únicamente 3 candidatas pertenecen a clanes políticos liderados por mujeres. Mientras tanto, se registran cerca de 17 candidatos hombres en las filas de estos clanes liderados por mujeres. En este sentido, puede afirmarse que las baronesas no incentivan la inclusión política de las mujeres y, en cambio, perpetúan en su ejercicio las brechas de acceso al escenario público en sus propias estructuras clientelares.
¿Quiénes son estas baronesas electorales y cómo entender su accionar? Para conocer más descarga el informe completo aquí.
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