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Biblioteca El Saladito: una disputa comunal de fondo

Por: Sergio Saavedra. Redacción Pares

El corregimiento El Saladito, en el departamento del Valle del Cauca ha sido epicentro de una fuerte polémica debido a que su Biblioteca Pública Comunitaria, bautizada originalmente como Mario Wagner (líder comunal), y que se fundó hace 15 años, hoy por hoy cambió de nombre. Ahora se llama Álvaro Uribe Vélez ¿Cuáles son las razones de ese cambio?


El caso de la biblioteca de El Saladito no puede ser reducido a un asunto de debate en redes sociales entre uribistas y antiuribistas. De tajo, están en disputa, no solo la inversión en bibliotecas rurales, sino también cómo “garantizar la recuperación, preservación y acceso a la memoria colectiva del país, representada por el patrimonio bibliográfico y hemerográfico en cualquier soporte físico; así como la promoción y fomento de las bibliotecas públicas”, tal como está estipulado en por el Ministerio de Cultura.


Irregularidades en el nombre de la biblioteca


Frente a la atmósfera enrarecida que desató la situación de la biblioteca, el expresidente Álvaro Uribe señaló que nunca ha autorizado que algún sitio lleve su nombre, sin embargo, aún registra la página de la Alcaldía de Santiago de Cali:


“El señor Mario Wagner Giraldo (q.e.p.d.) líder comunitario y en ese entonces presidente de la JAL, se dirigió al entonces presidente de la República doctor Álvaro Uribe Vélez solicitando su apoyo en la dotación de la biblioteca, de allí su nombre en agradecimiento al aporte realizado a la cultura del Saladito”.

En este caso se manifiestan algunas anomalías. Por ejemplo, con respecto a las bibliotecas de los corregimientos aledaños— La Leonera, La Buitrera, Pance y Felidia— la biblioteca de El Saladito es la única que no tiene el nombre del corregimiento, además tiene la particularidad de que no es un nombre de carácter póstumo.


Sobre la representatividad y el carácter simbólico


Justamente, según como lo indica la Política de Lectura y Bibliotecas del patrimonio bibliográfico y documental, del Ministerio de Cultura:


“Situarse en lo cultural permite concebir la cultura desde una perspectiva dinámica y en permanente configuración, la cultura como algo vivo que se crea y se recrea permanentemente, dependiendo de las necesidades de su contexto […] implica preguntarse por lo que se ha modificado, por lo que debe ser reconocido, por lo que debe ser recordado”.

Allí radica, en gran medida, un debate que va más allá de lo ‘viral’ y que permite evidenciar la consigna manifestada por la comunidad en el sentido de expresar su deseo de cambiar el nombre de la biblioteca, ya que han manifestado que el expresidente Uribe no los representa, tal como ha dado a conocer la vicepresidenta de la JAC de El Saladito, Ana Ortega.


Otra voz que se ha sumado a la discusión de fondo, proviene de la Secretaría de Cultura de Cali, que, por un lado, indica que es política local que no se nombren como personas a las bibliotecas, sino como el lugar donde funcionan, como puede constatar en los corregimientos que colindan con El Saladito.


Sin embargo, por otro lado, la Secretaría ha manifestado que ha prescindido de realizar el cambio por considerarlo un acto “con tinte político”.


¿Cómo ha sido la lucha por conseguir una Biblioteca más grande para el corregimiento?


Según está estipulado en el Plan de Desarrollo de 2008 a 2011, se buscaba una ampliación de la biblioteca pensada como un espacio cultural. Para ese momento, la comunidad había manifestado una ausencia de adecuación y dotación del espacio cultural ‘biblioteca – centro cultural’; como fue estipulado.

La comunidad del corregimiento denunciaba que la falta de presupuesto y voluntad política eran problemas causantes de esta situación. Había una clara crítica a la insuficiencia de los escenarios adecuados para las pretensiones de los habitantes del corregimiento de El Saladito.


¿Qué viene para la Biblioteca de El Saladito?


Como lo indica el documento de Política de Lectura y Bibliotecas del patrimonio bibliográfico y documental “los departamentos no asignan recursos para la labor patrimonial de sus bibliotecas. De hecho, menos de la mitad de los 32 departamentos del país tienen biblioteca departamental y de estos sólo tres asumen la responsabilidad de recuperar su patrimonio a través de la divulgación y recepción de colecciones por depósito legal según lo establecido en la legislación colombiana”.


Precisamente, según la encuesta “Diagnóstico Cultural Preliminar en comunas y corregimientos”, la comunidad de El Saladito reconoce a la biblioteca como “patrimonio cultural, identidades y memoria”, pero según el diagnostico hay equipamiento cultural limitado y la comunidad ha tenido que recurrir a espacios no convencionales para la realización de actividades culturales.


Según el informe más reciente del Plan de Desarrollo de El Saladito de 2016 a 2019, estas son las inversiones que se venían adelantando entre 2012 a 2015 a nivel general, por dependencia y el nivel de ejecución.

En esta tabla se puede observar la inversión y ejecución del corregimiento de El Saladito, previo al Plan de desarrollo de 2016-2019.

En esta tabla se puede observar la inversión desagregada por dependencias. En el caso de la Secretaria de Cultura, hay un bajo cumplimiento por medio del cuál no se puede llegar a determinar si se focalizó el presupuesto para la ampliación de la biblioteca Pública.

Para finales de 2019, tal como lo estipula el Plan Nacional de Desarrollo en materia de Cultura, se espera que en el próximo mes de diciembre se hayan realizado cuatro intervenciones para el mantenimiento y adecuación de la biblioteca pública.


Así las cosas, a falta del balance de inversión y ejecución de los más recientes años, la comunidad espera la ampliación de este espacio cultural y definir de qué manera quieren ser representados con la designación del nombre de su biblioteca.


El decreto de Uribe


Para 2010, a pocos días de que Uribe dejara la Casa de Nariño, se firmó el DECRETO 2907 DE 2010, con la firma presidencial, la del ministro de Hacienda Óscar Iván Zuluaga y la ministra de Cultura de la época; Paula Marcela Moreno Zapata.


En dicho documento se determinó que al Fondo para el Fomento de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas y Biblioteca Nacional, ingresarían las donaciones en dinero que efectúen “las personas jurídicas obligadas al pago del impuesto sobre la renta, con destino a la construcción, dotación o mantenimiento de las bibliotecas públicas de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas y de la Biblioteca Nacional”.


Dicho fondo quedó estipulado para ser administrado por el Ministerio de Cultura, sin embargo, se priorizó la focalización de los recursos a los proyectos bibliotecarios ubicados en municipios de categorías 4, 5 y 6, en el marco del Plan Nacional de Lectura y Bibliotecas.


En el caso de la biblioteca de EL Saladito, de haber recibido donaciones estas tenían que haber sido avaladas previamente por el Ministerio de Cultura y la biblioteca Wagner Giraldo o Álvaro Uribe Vélez, como dice su letrero.


En este procedimiento también tenía que estar detallado el presupuesto y las estrategias dispuestas por la biblioteca para llevar a cabo el proyecto. En este caso sería ‘la ampliación de la biblioteca para convertirla en un centro cultural’.


Otro aspecto que llama la atención es que, en el decreto firmado por Uribe, en el ocaso de su segundo mandato, es que “los donantes amparados con el Certificado de Donación Bibliotecaria podrán deducir el 100% del valor donado respecto de la renta a su cargo correspondiente al período gravable en el que se realice la donación o, a su elección, amortizar dicho valor hasta en un término máximo de cinco (5) años gravables desde la fecha de la donación”. Cabe precisar que el donante debe escoger una de las dos opciones.


Por otro lado, la deducción del valor donado también aplica si la misma fue en especie, según se dio a conocer, en el gobierno del expresidente Uribe habrían donado sillas y libros a la biblioteca.


Sin embargo, la vicepresidenta de la JAC de El Saladito, Ana Ortega, ha manifestado que «El señor acá no ha hecho nada. Lo justo sería que fuera el nombre de una persona que dejara huella por sus ayudas», refiriéndose a Uribe. Además, en el mensaje referente al tema de la Biblioteca Uribe ni confirmó, ni desmintió haber donado.

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